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Fotos de Carmen Triana y Simón Gaviria

‘Sin perreo no hay revolución’: el activismo feminista en la ropa de Dos Latinas

Con consignas sobre perspectivas de género, esta multimarca creada por una colombiana y una mexicana destina los recursos obtenidos con sus ventas a realizar talleres con comunidades en zonas rurales de Colombia y México. La ropa que producen va contra los lineamientos del fast fashion y cargada de mensajes que llaman al activismo.

Julián Guerrero / @elfabety

Hace tiempo que se habla de la moda como una plataforma de lucha política. Por un lado, se cuestionan los procesos de Zara, Pull&Bear, Bershka, Stradivarious, entre otras marcas, y, por otro lado, aparecen iniciativas como Fashion Revolution, que le apunta al consumo responsable de la moda y le hace frente al fast fashion. Pero la discusión no se queda ahí: la indumentaria ha tenido un lugar fundamental en la lucha social y camisetas, pañuelos y otras prendas con consignas también han “marcado tendencia” en los escenarios de la protesta social.

Y no se trata de una camiseta con la cara del Che Guevara, ni de los pantalones de Tutina de Santos, sino de prendas como los pañuelos verdes, que en Argentina se convirtieron en símbolo de las manifestaciones pro aborto y de la reflexión sobre este tema a lo largo del continente. Con esa perspectiva es que surge Dos Latinas, una multimarca creada por la politóloga colombiana Gina Borré y la abogada mexicana Alina Velasquez, dos activistas que se encargan de divulgar conocimientos sobre derechos humanos en territorios de Colombia y México.

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Gina y Alina se conocieron en 2017 en el Fondo de Mujeres Calala, una fundación feminista que trabaja en pro de los derechos, la participación y el empoderamiento de las mujeres en Centroamérica y España. Tras ese encuentro regresaron a sus países con el deseo de continuar el trabajo de activismo que habían llevado a cabo. Entusiasmadas por las iniciativas que realizaron en esa fundación, como la venta de ropa de segunda mano para ayudar a los inmigrantes latinos en España, se centraron en producir juntas un libro. Lo que resultó de este proceso accidentado de escritura a dos manos fue Dos Latinas, una conjunción entre activismo y arte.

“La idea fue construir una plataforma con lenguajes distintos y más sencillos para democratizar y construir una comunidad alrededor de estos temas. Es una plataforma de activismo, pero necesitábamos financiarnos. No queríamos estar siempre pidiendo donaciones y de ahí nace la idea de una multimarca. Queríamos financiarnos de una forma responsable y colaborar con artistas latinos emergentes”, explica Gina. Con una línea de ropa propia, “ropa hecha de forma responsable con mensajes de activismo”, como la presentan, esta multimarca pretende no solo aportar a la divulgación de los derechos humanos, sino que también sueña con llegar a ser una gran plataforma de artistas latinos emergentes.

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No se trata de estereotipos: nuestra forma de vestir habla de nosotros hasta el punto de mostrar qué tan responsables somos a la hora de comprar nuestras prendas. Para Gina, en su carácter político, la moda es una industria que vende discursos y cuerpos estereotipados, que violenta derechos humanos y atenta contra las libertades. Y tiene razón. Las denuncias sobre explotación laboral por parte de las grandes marcas textiles son cada vez más habituales entre los consumidores, muchos de los cuales han comenzado a apostar por consumir ropa que combata la explotación laboral. Vestirse con prendas de segunda mano, producidas con mano de obra local o en tiendas sostenibles, son gestos que hacen del ejercicio de vestirse algo más que una rutina o una necesidad básica.

(Conozca 'Manifiesta: moda sostenible que fomenta la reincorporación social de los excombatientes').

Pero vestirse así y, sobre todo, conocer sobre la explotación y los problemas alrededor de la industria textil no deja de ser un privilegio. Desde tener la información sobre la forma en que se fabrica la ropa, hasta la capacidad adquisitiva para comprar en muchas de estas tiendas, habla de un contexto socieconómico del que no todos participan y que determina también hacia dónde se van estos productos. El problema de la sostenibilidad no sólo está en reconocer que muchas marcas emplean trabajadores bajo terribles condiciones laborales, sino también en que hay muchos lugares donde estos casos de explotación no se conocen y en los cuales también se corre el peligro de que las mismas personas no conozcan sus derechos.

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La divulgación en derechos humanos, pero también el llamado a la conciencia sobre las prendas que usamos, es un terreno que aún necesita ser alimentado y la razón por la que Dos Latinas se materializó en marzo del año pasado. A través del dinero recaudado con la venta de sus prendas, esta multimarca lleva a cabo talleres sobre derechos humanos, feminismo y temas de género en comunidades vulnerables de Colombia y México. Dos Latinas actúa entonces a doble banda: por un lado, le apuesta a una comunidad citadina y nativa de redes sociales y, por el otro, a poblaciones vulnerables donde se adelantan procesos sociales, desarrollando así un activismo en el que puedan participar tanto aquellos que tienen el privilegio como los que no.

“A través de la moda, podemos llegar a un círculo como el nuestro, a un círculo de redes. Pero nuestra plataforma de activismo digital tiene una carencia porque ese discurso de redes no va a llegar nunca a una comunidad. Obviamente no va a llegar nunca al Amazonas, no va a llegar nunca a Apaporis. Si no llega el estado, mucho menos va a llegar nuestra voz”, dice Gina. De ahí que hayan decidido elaborar contenidos para los públicos digitales con un lenguaje masivo y dirigirse directamente a la comunidad para elaborar los talleres.

Entre los mensajes bordados en la ropa que produce Dos Latinas se encuentran frases que reflexionan sobre temas como el reguetón (‘Sin perreo no hay revolución’, que nace de una indagación sobre ser feminista y escuchar reguetón), las nociones de masculinidad y los sujetos invisibilizados (‘Poderosa’, un homenaje a las vidas latinoamericanas desconocidas y una burla al súperhéroe hombre, blanco y musculoso) o han respondido a coyunturas como las pasadas elecciones en nuestros país (‘Soy de la Resistencia’, un llamado a la resistencia pacífica frente al gobierno entrante). Conscientes de lo condicionados que están los consumidores a sus usar ropa de hombre o mujer, han hecho que sus modelos hombres vistan la ropa “de mujer” pues, como ellas mismas explican, la ropa de Dos Latinas no tiene género.

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Aunque Gina prefiere que no se hable de Dos Latinas como una productora de moda, pues no se dedica al diseño, es cierto que la ropa que elaboran ha sido apropiada por los consumidores que, al incluirlas en su atuendo, han hecho de estas prendas más que mercancía. A poco de cumplir un año en funciones, Dos Latinas ya ha realizado dos talleres con comunidad, uno de ellos llevado a cabo en Gamero, Bolívar, en junio del año pasado, junto a la Asociación de Mujeres Afro de Gamero. Gina recuerda esa primera experiencia como enriquecedora, aunque difícil pues el proyecto era muy reciente. Sin embargo, la participación de la fotógrafa Sofía Gaviria, la artista invitada para realizar la actividad, fue lo más importante, pues allí se obtuvo el grueso del trabajo con comunidad.

El segundo taller se realizó en el municipio de Ignacio de la Llave Mixtequilla, en México. Cuenta Gina que el trabajo, desarrollado con más de ochenta mujeres, fue más organizado que el de Gamero, a pesar de que también tuvo sus retos, pues esta comunidad no tenía conocimiento sobre derechos humanos y no estaba organizada. Aunque tuvieron que adaptar su discurso para poder abordar desde cero casos jurídicos, la comunidad fue muy receptiva. La actividad se desarrolló de la mano con la artista mexicana Maria Love Art, quien trabaja puntillismo y se enfocó en el arte terapia.

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Aunque tanto Gina como Alina hacen activismo desde sus disciplinas, Gina cuenta que es el arte lo que más les permite conectar con las comunidades. “Lo que se recoge con el arte, ni yo como politóloga ni mi socia como abogada, lo tenemos. Nosotras somos teoría, somos las cosas prácticas, le decimos a la gente: ‘si a usted la están violentando usted tiene que ir aquí y estas son las herramientas’, pero la catarsis, el tema de sanación, lo que realmente se recoge está ahí. Para mí el grueso está en lo que se hizo a través de la actividad de Sofía, que fue un collage donde ellas hablaban de la identidad afro”, explica esta politóloga. 

Puesto que el plan de Dos Latinas es intercalar los talleres entre los dos países, ya se encuentran planeando el siguiente taller, que Gina sueña que sea en Magangué, Bolívar, el pueblo donde ella nació y en el que se viven graves problemas de violencia de género, altas tazas de embarazos no deseados, maternidades forzadas y feminicidios. Para este taller, que esperan llevar a cabo a finales de marzo, tienen planeado trabajar con la fotógrafa conceptual Carmen Triana.

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Con su trabajo, Dos Latinas se une a ese nicho cada vez más grande de marcas y críticos que le apuestan al consumo responsable de la ropa. Como concluye Gina, en Colombia se están dando discusiones importantes sobre moda y sostenibilidad, las cuales están incentivando blogueros y marcas conscientes de su influencia. Entre estas suenan nombres como Paloma y Angostura, ManifiestaAlado, Ita María y Nanna Martinez, quienes a pesar de que no llegan a un público tan amplio, incentivan en su público reflexiones sobre el fast fashion y el consumo sostenible.

No deje de seguir a Dos Latinas y sumarse a esta comunidad de moda sostenible en pro de los derechos humanos.

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