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Fotos cortesía de Terráqueo.studio

El diseño peregrino de Terráqueo

Héctor y Perla son dos diseñadores mexicanos que decidieron abandonar la rutina  de  la  agencia para embarcarse en un proyecto de diseño itinerante por el continente americano.

Nicolás Gómez Ospina // @ngospina14

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El 18 de agosto de 2019 una camioneta amarilla y noventera salió de la Ciudad de México. En ella viajaban Héctor Moncada, Perla Hernández y el sueño de tener un estudio de diseño itinerante que les permitiera dejar atrás las paredes de las agencias y apostarle a un diseño gráfico que pudiese ayudar al planeta y los proyectos culturales. 

Héctor (31 años) –o Monk como prefiere que lo llamen– es un nómada por naturaleza. Desde hace casi diez años no pasa un año completo en su México natal. Canadá, Europa, el Caribe y Sudamérica han sido algunos de los lugares a los que ha ido a parar buscando escaparse de su rutina como diseñador.

Tras siete meses en Europa que le costaron un par de clientes, Monk empezó a explorar con páginas que le permitían trabajar para personas en cualquier lugar del mundo sin la necesidad de su presencia física. Ese fue un primer acercamiento a ese “sueño guajiro” de andar por el mundo diseñando con solo un portátil bajo el brazo.

Poco tiempo después, con la intención de viajar más cómodo por México, se compró a Tere, una ‘combi’ Volkswagen de los años noventa. La nombraron así por la abuela de Monk y porque “iba bien con Terráqueo”. Según cuenta, la compró para revivir el ideal de viajar por toda Latinoamérica, un deseo que tuvo siendo más joven, pero que no podía cumplir con la camioneta que tenía en ese entonces. 

Desde que se conocieron en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, Héctor y Perla desarrollaron una amistad entrañable. Viajaron juntos cuando pudieron e incluso fueron roomies durante un par de años en la capital mexicana. Cada tanto, en medio de sus conversaciones, aparecía la idea de dedicarse por completo al diseño y no tener que sacrificar la pasión por viajar. Al comienzo eran solo fantasías, pero poco a poco sus sueños se fueron materializando hasta que llegó Tere para sellar el comienzo de este viaje. 

Perla (30 años) se arriesgó a dejarlo todo para arrancar con su cámara y su compu para irse con su amigo de mil viajes. Cuando Perli vio a Tere tuvo claro que la camioneta era el espacio perfecto para montar el sueño del estudio itinerante. Después de varias charlas para aterrizar la idea y ver cómo podían llevarla a cabo, se decidieron por fin a emprender el viaje. Un conversor de energía, una buena mesa para trabajar, luces y la infaltable cafetera en la parte de atrás fueron las adecuaciones que le hicieron a la que ha sido su casa en su viaje por el continente. Así nació Terráqueo.studio.

Según cuentan, cuando comenzaron viajaban los fines de semana para asegurarse de que sus tiempos no serían incómodos para los clientes. En ese entonces Perli había empezado con la modalidad de teletrabajo con una ‘chamba’ de oficina que dejó en la Ciudad de México y a la que tenía que seguir respondiendo a diario. “Muchas veces, mientras Monk manejaba yo estaba atrás bien mareada enviando documentos”, cuenta Perli.

A bordo de Tere cruzaron el sur de México, Guatemala, Costa Rica, Belice, Panamá, Honduras y El Salvador, Cartagena y Bogotá. Trabajaron entre semana utilizando el wifi que conseguían en hostales o en cafés donde se sentaban días enteros pidiendo un té o un jugo. Cuentan que incluso en Costa Rica se parqueaban al lado del café y, aprovechando que tenían la contraseña, sacaban su mesa y trabajaban todo el día sin pagar un peso. 

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“Fácil no es, el mundo del wifi no está preparado para que estés conectado en cualquier lugar del mundo”, cuenta Monk. Agrega  que, contrario a lo que creían, México y Colombia han sido los dos lugares con mayores problemas de conectividad.

Salirse de su zona de confort ha sido todo un  reto. “Básicamente no hay reglas. Creo que esa convivencia te demuestra con quién eres compatible y con quién no”, dice Monk. Según cuentan entre las claves para llevar bien este viaje están el preguntarse cada tanto cómo va funcionando emocionalmente cada uno, así como ser muy pacientes entre ellos y con la camioneta. Si bien la convivencia ha tenido sus momentos duros, cuentan que lo han llevado todo bajo control.

Así mismo, cuentan, la mayor cantidad de dinero se la han gastado (o mejor, invertido) en Tere, en adecuaciones sobre la marcha y reparaciones necesarias para seguir andando y viviendo en ella. “La idea original era darle la vuelta a Sudamérica, le calculábamos un año, pero ya después nos dimos cuenta que sería más tiempo por la gente que conocemos, los problemas con Tere y ahora con todo esta situación del COVID”, dice Monk. Al final Tere, Perli y Monk son tres terráqueos que van andando por el mundo con sus achaques personales.

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Hasta ahora el viaje les ha costado un portátil y semanas enteras en la camioneta, detalles que han hecho en ocasiones agotadora su aventura. Hablando de esto, recuerdan su visita a la “paradisiaca” ciudad de Bocas del Toro, en Panamá, la cual duró cerca de una semana y en la cual no vieron nada más que lluvia y no pudieron dormir en otro lado que en las entrañas de Tere. Incluso, al no tener internet tuvieron que acercarse a una estación de bomberos para robarles el wifi durante varios días, hasta que pudieron salir de allí para encontrarse con la montaña de papeles necesarios para enviar la camioneta de Ciudad de Panamá a Cartagena en un contenedor.

La rutina es la misma al entrar a un nuevo país: comprar una nueva sim, buscar un hostal con buen wifi y empezar a conocer gente que pueda presentarles proyectos interesantes para colaborar. Según cuentan, una de las ideas principales de este estudio es poder dejar de lado los proyectos comerciales para apoyar temas más sociales, algo que han podido hacer en algunos de sus países anfitriones.

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En Guatemala, por ejemplo, se asentaron tres semanas en una ciudad cercana a la capital llamada Antigua. Allí conocieron un proyecto llamado Prodesenh que tenía una suerte de guardería donde ellos pudieron colaborar con el cuidado de más de veinte niños en condiciones de vulnerabilidad que acudían a esta casa para tener un espacio de relajamiento y tranquilidad. Durante este tiempo diseñaron y pintaron un mural para incentivar el turismo de la zona que tenía como mayor atractivo visitar los volcanes circundantes de la ciudad. 

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Por otra parte, en Colombia conocieron a la gente del sello In-Correcto y participaron en su Festival Lasonada en el que convirtieron a Tere en la tarima móvil oficial del festival, recibiendo a artistas como Hermanos Menores. Así mismo, realizaron las ilustraciones del disco Cuarentemas que In-Correcto sacó hace unas semanas durante la cuarentena.

(Conozca ‘Cuarentemas’ inaugura un nuevo género musical: el confinamiento)

Monk y Perli tienen pensado seguir viajando hasta que se agoten o hasta que Tere saque la mano. Para este momento ya tendrían que estar llegando a Perú a encontrarse con algunos amigos, pero la  cuarentena los dejó atrapados en Colombia. Sin embargo, ellos siguen ansiosos por conocer más carreteras, más cafés con buen wifi y más proyectos que los conecten con las personas, el arte y la cultura con las que vibra el continente. 


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