Parches feministas y antifascistas que se la juegan por la igualdad en el fútbol

Estadio Centenario, Montevideo, 1930. La selección uruguaya de fútbol masculino sale campeona en la Primera Copa Mundial de Fútbol vapuleando a la Argentina de Guillermo Stábile ante cerca de 70.000 espectadores.

Estadio Tianhe, Cantón, 1991. Estados Unidos femenil vence 2 a 1 a Noruega en un juego de ida y vuelta en la Primera Copa Mundial de Fútbol Femenino ante la mirada de 63.000 espectadores.

Copa Mundial Uruguay 1930 

Estados Unidos femenil, Copa Mundial China 1991

Tuvieron que pasar 61 años antes de que se jugara la primera copa mundial femenina, un evento que le dio el chance de brillar a grandes deportistas que, hasta ese momento habían entrenado en la sombra. Y con todo, pese a los años que han pasado desde ese primer mundial femenino, las futbolistas todavía luchan por jugar de forma profesional, enfrentando a diario la inequidad entre hombres y mujeres en el fútbol, así como las burlas, el miedo y el acoso.

Mientras esto ocurre, los jugadores de fútbol –hombres– cobran sumas desproporcionadas y no escatiman en gastos cada vez que pueden. En Colombia, el futbolista que más dinero gana es Teófilo Gutiérrez –delantero del Junior de Barranquilla– quien recibe al mes 70.000 USD, equivalentes a 215’000.000 COP, una cifra polémica cuando se piensa en la otra cara de la moneda: el fútbol femenino. Las futbolistas colombianas, quienes recientemente han sido noticia, no por los automóviles en que andan o por los goles que marcan, sino por las graves denuncias que han hecho en contra de las directivas de la Federación Colombiana de Fútbol, llevan largo tiempo aguantando la indiferencia de aquellos que dicen ser fanáticos del deporte.

Aunque la grave situación del fútbol femenino en el país se ha ido denunciando desde hace tiempo, el acoso sexual del que fueron víctimas jugadoras de la Selección Colombia Sub 17, sumado a los señalamientos por dudas sobre manejo de dinero, vetos a jugadoras y convocatorias paralelas, han hecho que los duros de la federación suden frío. Aunque el pasado 12 de marzo se acordó que sí habría Liga Profesional Femenina a partir de agosto, hay aún mucho por discutir para que se garanticen las condiciones y así poner a rodar la esférica.

Puesto que la desigualdad de género se ha afincado incluso en la gramilla de las canchas de fútbol, hinchas de diferentes equipos se han organizado en torno al balompié con iniciativas que buscan ir más allá del fútbol. La formación política y la apuesta por derrumbar los estigmas sociales, son banderas de estos parches que le apuestan a un fútbol con mayor igualdad.

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En apoyo a la lucha de las futbolistas, estos colectivos se han organizado bajo un grupo en donde caben mujeres hinchas de todos los equipos del país. Mujeres Futboleras Antifa Colombia, es un ejercicio que propone darle voz a aquellas mujeres vinculadas a este deporte (jugadoras, hinchas, árbitras, periodistas deportivas, porristas, entre otras) y que se han visto invisibilizadas por las prácticas machistas del mismo.

Estos son algunos de los parches que se paran duro por la equidad de género en el fútbol.

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Red Guards United es un grupo de hinchas que alientan a Independiente Santa Fe. Se conformaron como colectivo hace cinco años y pertenecen a la Guardia Albi-Roja Sur, creada en 1991. La idea de unirse y crear Red Guards surge en medio de un grupo de amigos a los que une una formación política antifascista y el amor por Santa Fe.

“Desde la contracultura y el antifascismo militante nos planteamos una manera distinta de aguante y carnaval. Llevamos los puños calientes con el deseo de alentar y darlo todo por los nuestros. Queremos conquistar nuestros derechos, dejar de ser espectadores y pasar a ser los actores de nuestra propia vida”, cuenta Daniela Tarazona, una de las seis integrantes de este combo que también complementan 14 hombres.

Ante lo sucedido con la Liga Femenina, Red Guards United tiene una posición clara: esto da cuenta de la realidad compleja del país en el que vivimos. Consideran que quedó en evidencia el machismo, la corrupción y el sistema económico que desconoce el papel fundamental de la mujer y la importancia de garantizar derechos en el deporte. “Creemos que las denuncias generadas en cabeza de las jugadoras y que fue acompañada por muchos colombianos y colombianas evidenció la importancia de la Liga Femenina Profesional y el hecho de que hay que mejorar las condiciones que garanticen el presente y futuro de las mujeres en el fútbol colombiano”, dice Daniela.

Otro grupo con características similares es AntifaMedallo, una colectividad conformada por 27 personas marcada por el interés en la transformación social, política y cultural. “A diferencia de muchas barras compuestas exclusivamente por mujeres, quisimos consolidar un frente feminista inmerso en nuestra barra, que se mimetizara con nuestro carácter antifascista, con participación activa de hombres y mujeres equitativamente”, explica Maye Mosquera, parte clave del parche.

AntifaMedallo tiene aproximadamente 10 años como barra del Deportivo Independiente Medellín, sin embargo, el frente feminista es relativamente nuevo, ya que llevan 2 años en un proceso formativo de estudio y práctica constante con todos los miembros, sin importar su género.

Ante las conductas machistas que se hacen visibles en las gradas, creen que educar es la tarea más importante. “Es elemental formar y concientizar líderes de cada parche, para que quienes los refieren como sus representantes se apropien de comportamientos y expresiones libres de sexismo y machismo. Hay que normalizar las actividades, anulando los estereotipos que presumen que el sexo determina las habilidades, actitudes y aptitudes de una persona, posibilitándole a hombres y mujeres asumir roles de liderazgo en espacios determinantes para el funcionamiento de la barra”, explican.

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Por otra parte, Futbola: fútbol, mujeres, conciencia y sociedad es la iniciativa colectiva organizada por hinchas de Millonarios. Este grupo de feministas es conformado por alrededor de 200 mujeres de distintas barras pertenecientes al club. Su acción permanentemente tiene un componente social, político y de reivindicación en torno a los derechos de las mujeres que están vinculadas al balompié.

Para Myriam Ordoñez, integrante de Futbola, el tema de modificar las conductas machistas en las gradas es urgente, pero lo principal es la voluntad por parte de hombres y mujeres. “Hemos hecho un trabajo muy pacífico con nuestros compañeros. Entendemos que las dinámicas de la barra son terribles, son masivas y difíciles de controlar, pero a través de procesos de sensibilización, jornadas culturales y deportivas en la interacción codo a codo de a poco hemos ganado espacios y respeto. Ahí vamos en la lucha por conseguir una equidad en el fútbol”, cuenta Myriam.

Myriam, además, asegura que los hinchas tienen una normatividad represiva que los regula y que, a su vez, no tiene un enfoque de género, razón por la que a través de la incidencia política desde Mujeres Futboleras Antifa Colombia, se proponen transformar la norma y garantizar espacios de participación de las mujeres en el fútbol.

“Lo que ocurre con el fútbol femenino es indignante, es una muestra más de que este es un fútbol patriarcal y machista en el que en vez de tener una respuesta apropiada para las mujeres que juegan fútbol y representan el país, en realidad lo que hacen es censurar y reprimir, práctica que no es sorpresa ni en el fútbol ni en las demás esferas sociales”, señala Myriam.

Situaciones como esta hacen necesario que la Federación genere estrategias que estimulen a los fanáticos a los torneos femeninos, teniendo en cuenta que uno de los puntos de debate de las directivas es que el fútbol femenino no genera los mismos ingresos que el masculino, una excusa absurda que revela el poco interés de la Federación por incentivar la equidad en el deporte.

Fortineras, un parche adscrito a la barra Holocausto Norte Zona 11, la barra brava más grande que alienta al Once Caldas de la ciudad de Manizales, es otro de los combos que se la juega en este ámbito. Hace 15 años se reunían como un grupo de amigas que alentaban, iban al estadio y viajaban siguiendo al club como el resto de los barristas, la única diferencia era que no tenían ningún tipo de incidencia en las decisiones que la barra tomaba así que decidieron organizarse para tener voto y opinión.

Este parche está compuesto por 25 mujeres que trabajan por ser unidas, integrales y que se preocupan por la formación de sus mujeres. “El objetivo que tenemos es continuar siendo un parche femenino, tener voz y voto, trabajar por proyectos feministas que nos representen y combatir el sexismo dentro de la barra para que todas seamos respetadas”, asegura Juliana Toro, fundadora de Fortineras.

En Fortineras realizan talleres formativos donde invitan a las chicas y sacan campañas de difusión sobre actitudes machistas, ejercicios dirigidos puntualmente a hombres y mujeres que en algunos casos a través de la omisión fortalecen este tipo de conductas.

Hace cuatro años, en medio de la barra La Más Fiel de Atlético Nacional surgió la idea de crear un parche alterno, el Colectivo Antifascista del Club Atlético Nacional o Antifa CAN, que orienta sus esfuerzos a resignificar el barrismo como un escenario de construcción y transformación social, para impactar realidades y darle palo a la dañina mercantilización en el deporte.

“No nace de una idea como tal separatista de crear barras de chicas. Somos mujeres enamoradas del fútbol y de las dinámicas que surgen en torno a ello. Por tanto, estamos presentes en las gradas desde el mismo surgimiento de las barras populares”, argumentan Karen Balvin y María Rodríguez, dos chicas que trabajan por la igualdad en estos escenarios.

Según María, desde su colectivo no se han promovido espacios exclusivos de barras de mujeres antifascistas en cada equipo de fútbol, sino que es producto de las discusiones que muchas chicas pertenecientes a las barras y que ahora integran procesos políticos antifascistas y futboleros, han tenido con compañeros y compañeras, poniendo sobre la mesa temas como la invisibilidad de las mujeres en estos espacios.

Para erradicar las conductas machistas de las gradas, este parche considera necesaria la pedagogía feminista como base de trabajo y pacto de relacionamiento. Por eso es importante comenzar un trabajo de empoderamiento de las mujeres de las barras y de los colectivos antifascistas, así como discutir sobre la participación y necesidad de que el fútbol sea un espacio también habitado por las mujeres. Por medio de ejercicios como cine foros, conversatorios o telas con mensajes sobre las mujeres y las coyunturas, este parche busca generar debate sobre este tema tan controversial.

La Más Fiel llegó a componerse por más de 250 personas, no obstante, la represión ejercida por la barra Los del Sur y sus nexos con los gobiernos de turno y el paramilitarismo, ha hecho que actualmente la barra esté integrada por alrededor de 100 personas activas.

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Por su parte, el Deportivo Pereira, un equipo histórico del fútbol colombiano, no se queda atrás. Hace cuatro años se creó Viva la mujer que alienta, viva la mujer pereirana, un grupo conformado por los dos parches femeninos que alientan al club, Aurirojas y Rojiamarillas, así como por las demás mujeres que asistían al estadio, tanto a la tribuna sur popular Lobo Sur Pereira como a las que iban a occidental y oriental.

“Siempre se ha considerado que el fútbol es de fuerza, hombría y que solo los hombres pueden entender lo que es un fuera de lugar o una falta dentro del área. Para nosotras las barras son un espacio machista y por eso surge la idea de crear un grupo organizado de mujeres. Que no sea que la mujer va al fútbol porque el novio o los amigos la llevaron, sino que en la grada se abra el espacio para que las mujeres puedan encontrar otras chicas para ver y hablar del tema”, cuenta Valentina Ramírez, integrante del colectivo.

Esta iniciativa trabaja para que en el grupo quepan todas las chicas. Según cuentan, su trabajo ha hecho que los hombres de la tribuna sepan que no se permite ningún acto machista y patriarcal y que entiendan que no solo se lucha por el derecho de la mujer sino por la diversidad. “Por cualquiera que se haga en la tribuna y sea parte de nuestro equipo”, agrega Valentina.

A pesar de que hay iniciativas que trabajan a diario por crear una cultura de fútbol digno, dentro y fuera de las canchas, aún queda por recorrer un largo camino. Transformar el lenguaje para referirse a los jugadores, así como lo que se canta en las barras, no es una tarea que compete únicamente a las mujeres, sino a todos los fanáticos del deporte. Las denuncias recientes a la Federación Colombiana de Fútbol no solo ponen sobre la mesa el machismo que ha caracterizado al fútbol desde sus inicios, sino que también nos obligan a ser responsables y solidarizarnos con la lucha que las jugadoras tienen por delante.