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Fotos de Anthony Soto

El Paro Nacional desde el activismo en Cali: una entrevista con Mauri Balanta

Desde la sucursal de la resistencia esta activista por los derechos humanos nos contó los motivos por los que la capital del Valle del Cauca se convirtió en epicentro de las manifestaciones y del duelo en medio de un Paro Nacional que ya completa más de un mes.

Daniela Pomés Trujillo / @danipomes

El 28 de abril, día en que la estatua de Belalcázar cayó de madrugada a manos de los Misak, fue casi un presagio del lugar que ocuparía Cali en el Paro Nacional. Jóvenes, indígenas, personas racializadas, marginadas, empobrecidas y excluidas han hecho de esta ciudad un referente de resistencia, pero también un foco de duelo y dolor. En medio de una escalada de violencia que ha marcado las jornadas de protesta especialmente en el oriente caleño el trabajo de activistas defensores de derechos humanos ha sido fundamental durante este mes largo de Paro. 

Mauri Balanta Jaramillo es una de estas defensoras que ha estado apoyando en medio del paro desde el primer momento. Mauri es una activista, investigadora, comunicadora, realizadora audiovisual y gestora cultural de origen pastuso radicada en Cali desde los tres años. Ella se define a sí misma como una persona negra, queer, no binaria. Desde hace diez años pertenece a la organización comunitaria de base en el oriente de Cali, Casa Cultural El Chontaduro, un espacio que es 36 años ha dirigido toda su agencia social y política a la búsqueda y construcción de justicia social racial y autonomía territorial para la población negra y racializada que habita mayoritariamente en el Distrito de Aguablanca

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En el contexto del Paro Nacional tanto Mauri como la Casa Cultural El Chontaduro han estado en las calles apoyando las movilizaciones y concentraciones en estos territorios del oriente de la ciudad, que son los que han recibido con mayor vehemencia la violencia estatal. A lo largo de estas semanas han puesto el foco en gestar y apoyar la construcción de las formas de organización y resistencia comunitaria que han surgido del mismo como medio para hacer frente a la “arquitectura de injusticia” que, como dice Mauri, marginaliza y asesina a las personas negras, racializadas y diversas. 

Esta activista defensora de los derechos humanos nos compartió su lectura del primer mes de Paro Nacional en el contexto caleño y lo que viene a continuación para la movilización social. 

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¿Por qué cree que Cali ha sido el epicentro de movilizaciones a nivel nacional y ha condensado también el mayor número de muertes durante este primer mes de Paro Nacional?

Cali era una bomba de desigualdad, racismo y clasismo que simplemente explotó. Yo viví la mayor parte de mi vida en el oriente de Cali y como activista e integrante de El Chontaduro y otros procesos que se gestan allí y desde esa experiencia, puedo decir que Cali ha llegado a unos niveles insostenibles de desigualdad. Cali es una ciudad con una visión muy centralizada, burócrata y muy elitista de construir cultura ciudadana y un discurso de ciudadanía a expensas de la marginalización de mucha gente. Esta ciudad tiene fronteras sociales muy marcadas. El Paro Nacional es producto de esa indiferencia de la ciudad central hacia los sectores periféricos que ha producido este nivel de indignación. Hay un modo de relación construida hacia la negritud desde unas bases colonialistas. Acá no hay conmoción o indignación colectiva cuando se mata o se criminaliza a esta juventud. Aquí la población periférica se ve como la representación de un peligro, como una población que necesita controlarse de manera punitiva. 

Luego de año y medio de pandemia sumado al abandono estatal, la disparidad social y la brecha económica han aumentado exponencialmente y eso también ha propiciado situaciones y escenarios de violencia simbólica y material para nuestra gente. Eso es lo que convierte a Cali en lo que estamos viendo ahora y también esa fuerza y esa entrega en los puntos de concentración que se han caracterizado por el despliegue de manifestaciones artísticas y culturales en defensa de la dignidad y la vida. Esa juventud que también representa la población más vulnerable es la que indiscutiblemente ha sido protagonista desde su claridad y su contundencia al exigir la construcción de una sociedad y condiciones sociales distintas para ellas, ellos, y elles. 

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“Yo creo que nosotres ahora mismo solo tenemos certeza de que nos toca resistir, sostener esta lucha social que es un acumulado”.

 

En este panorama ¿Para usted cuál ha sido el papel del activismo y de los defensores de Derechos Humanos en este mes de movilización social?

Nosotros hemos estado haciendo lo que siempre hacemos porque esta lucha no se enmarca sólo en el paro. La lucha popular es algo que los sectores marginalizados de esta ciudad hemos tenido que asumir por toda la violencia y el abandono del Estado. En ese sentido nuestra actuación ha sido propiciar articulaciones con otras organizaciones y actores de la sociedad civil precisamente porque reconocemos que el trabajo en red es indispensable y que una coyuntura como el paro que nos está mostrando tantos puntos en común de nuestras realidades hace imperativo ese llamado a conectar y construir estrategias conjuntas. 

Encontramos que hay una dificultad muy grande para poder articular las necesidades en lo diferencial y en lo particular de las comunidades negras. Eso para nosotres fue una motivación para pensarnos la constitución de un punto específico para el tratamiento de la situación de las comunidades negras y por eso, en diálogo con otras organizaciones del distrito de Aguablanca, desde hace tres semanas decidimos instalar el punto Afroresistencia. La intención principal es elevar esas demandas, esas situaciones de vulnerabilidad e injusticia social y organizar todo un bloque de movilización y agencia política para que eso no se vaya a diluir en los espacios de negociación más amplios del paro. Nosotres reconocemos que esta situación de marginalidad que vivimos las personas negras es una situación que se ha normalizado incluso dentro de la lucha popular. Estos asuntos de raza también son proclives a ser relegados cuando se enuncia la lucha y la construcción de alternativas políticas y sociales. También como organizaciones reconocemos el lugar de las mujeres negras en esta lucha. Hemos estado muy interesades en aportar a la movilización de las madres, sobre todo a las que han perdido a sus hijos no solo en el paro sino en todo lo que implica esta arquitectura de la muerte. 

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(Lea ‘Activismo digital y censura en el Paro Nacional’)

¿Cómo ve la censura sistemática, la persecución y el intento por silenciar a las personas que ejercen algún tipo de liderazgo o hacen activismo social en el contexto del Paro?

 

Este gobierno es abiertamente antipopular, racista, clasista y camandulero. Por eso todo el que trate de traer una idea de paz es exterminado, porque eso no permitiría que se mantengan las mismas estructuras políticas, sociales y económicas que han regido el país por dos décadas. La violencia del Estado ha llegado a un nivel en el que están las imágenes claras y evidentes de la brutalidad policial pero aun así no para. Nunca hay un reconocimiento de esa escalada de violencia, sino que todo el tiempo se está justificando y llamando a la implementación de todas las estrategias violentas que sean necesarias para volver a garantizar la normalidad que están demandando algunos, pero ¿la normalidad qué es y para quién ha sido? En los lugares de concentración te vas a encontrar a la gente pensando cómo sostener la dinámica del encuentro desde la cultura, el pensamiento crítico, expresiones que tienen que ver con dignificar la vida. Hemos visto cómo la fuerza pública se infiltra y hace desmanes y destrucción para deslegitimar este paro y tener justificación para arremeter contra la población que se manifiesta. Yo creo que nosotres ahora mismo solo tenemos certeza de que nos toca resistir, sostener esta lucha social que es un acumulado. 

 

“El mundo es el que está volteado, está patas arriba y quienes lo hemos venido proyectando de manera distinta en términos de justicia social y reducción de desigualdades buscamos frenar esas maquinarias de muerte de las estructuras patriarcales, racistas, capitalistas”.

 

¿De dónde sale la fuerza para seguir en pie de lucha a pesar de la constante amenaza violenta?

Todes estamos bastante exhaustes pero de pie. Ahora hay una situación particular en Cali, pero la movilización social es una constante en el país y en el mundo y también eso es muy inspirador, sabernos tantos, saber que cada vez estamos pensándonos más estos deseos de cambio como una lucha transnacional que debe vincular muchos más actores, organizaciones y colectividades. El mundo es el que está volteado, está patas arriba y quienes lo hemos venido proyectando de manera distinta en términos de justicia social y reducción de desigualdades buscamos frenar esas maquinarias de muerte de las estructuras patriarcales, racistas, capitalistas. El capitalismo al final es la sombrilla de todas estas fuerzas. Nosotros como ciudadanía continuamos protestando masivamente, creativamente, pacíficamente porque nosotros creemos que este momento es histórico, único y eso nos abre puertas y ventanas para pensarnos y lograr cambios en esta vida política social y económica. 

Uno de los motores que sostienen este paro es la apuesta que estamos haciendo por el fortalecimiento de las formas organizadas de la sociedad civil a través de la articulación de parches, colectivos, organizaciones y liderazgos sociales. Este es un momento de juntanza, de repensarnos completamente el rumbo social y sentimos muy inspirador y motivador el hecho de que todos los días y a pesar de que a une se levante como ¡no puedo más! puedas asomarte a la venta y ver que hay gente que la sigue dando en la calle, ver en tus redes sociales que hay una agenda de movilización para el día, hay actividades diversas donde puedes ir a seguir encontrándole sentido a esta lucha con la gente. Ese sentido de comunidad que ha dado el paro es muy valioso. El hartazgo común, el decir ¡no más! como expresión popular hace que la resistencia se mantenga. 

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Entendiendo que el Paro Nacional trascendió las convocatorias iniciales y ha adquirido una fuerza propia y autónoma que viene del pueblo ¿Para dónde va y cuál es el fin?

Yo creo en el poder que tiene esta juntanza popular y he decidido poner mis expectativas y esperanzas ahí porque del Estado no espero nada bueno. En esa medida sé que siguen apareciendo desafíos sociales más allá del Paro que parten de esa condena para las personas que habitamos estas realidades de la subordinación, de la disidencia, la radicalización, el empobrecimiento. Todes estamos convencides de que esta lucha hay que darla, aunque tenemos una estructura muy fuerte en contra. La revolución es el medio por el que podemos allanar el camino a un mejor proyecto de país. Yo intuyo que se nos vienen días muy duros porque no hay una intención por parte del gobierno de ceder y cuando digo ceder no es porque esto haya tenido la intención desde el principio de ser un pulso, sino precisamente por la respuesta tan violenta que recibimos de parte del Estado. Cada día aumentan los niveles de violencia y persecución. 

Nuestra apuesta es por seguir fortaleciendo ese sentir popular en nuestros territorios que es un desafío muy fuerte porque allí también están instaladas las lógicas del poder dominante. Esa apuesta por la organización popular comunitaria territorial y la articulación entre estas es la esperanza de poder llegar a un mejor momento después del paro. Es muy difícil poder enunciar instancias de reparación y justicia cuando el mismo Estado ha encarnado en el marco de esta protesta un discurso de censura, de tortura y aniquilación hacia los protestantes. Tendría que haber otro gobierno, otra política que realmente se pudiera asumir desde la ciudadanía que se está movilizando como un garante de estas libertades para que pueda haber reparación. 

Yo creo en la agencia que, como organizaciones del Paro Nacional, articulaciones de diferentes movimientos y colectividades, podemos hacer para exigir derechos. Estamos emprendiendo acciones legales y jurídicas como demandas al Estado o comisiones para esclarecer los hechos. Tenemos la expectativa de qué va a pasar ahora que llegue la CIDH el 8 de junio porque esa también fue una de las posiciones más dicientes de la política de este gobierno, poner todas las trabas y dilaciones para esta intervención. Esperamos que estos procesos que empiezan a caminar en términos de esclarecimiento permitan justicia y reparación.

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