Los paisajes invernales y la fotografía aérea de Federico Pardo
Este biólogo bogotano se la jugó por sus dos pasiones: la naturaleza y la cámara. De esa mezcla solo podían salir proyectos fotográficos como ‘Ice Shanties’ o ‘Aerial Portraits’. En uno explora las dinámicas de un pueblo en Estados Unidos donde los lagos se congelan; en el otro retrata amigos en lugares icónicos desde el cielo, con un dron.
Bratlleboro, un pueblo al sur de Vermont (Estados Unidos), tiene inviernos que espantan, de hasta 20 grados bajo cero. Los lagos se congelan y la pesca se complica. Pero el hielo no es un impedimento para los que practican este deporte, pues construyen refugios temporales sobre los lagos para protegerse del frío. Son casitas unipersonales, algunas rústicas y artesanales, cada una con forma diferente. Allí adentro, los pescadores esperan a que algún pez caiga en las trampas que instalan.
El paisaje es inusual a los ojos del que viene de un país tropical, como le sucede a Federico Pardo, un biólogo de la Universidad de los Andes y fotógrafo documentalista que se radicó en Estados Unidos después de hacer una maestría en Producción Documental con énfasis en Ciencia y Naturaleza, en la Universidad de Montana. “Siendo biólogo fotografiaba muchos paisajes; también ranas, culebras, pájaros y bosques. Comencé trabajando a blanco y negro, en un cuarto oscuro y con diapositivas. En 2005 fue que compré mi primera cámara digital”, dice este fotógrafo de 34 años.
Taladro para perforar el hielo
Federico empezó a visitar un lago en donde desemboca el West River de Brattleboro, ya convertido en una gruesa capa de hielo por el invierno. “La primera vez llegué temprano. En invierno anochece a las cinco de la tarde, por lo que fui a las siete u ocho y ya estaba oscuro. Había mucho tráfico alrededor y en algunas fotos se ven las estelas de las luces al fondo. Cuando las vi pensé que distraían de ver las casas, que era lo que en verdad quería mostrar. Las siguientes tomas las hice a las nueve o diez de la noche”, explica Federico.
Al lugar llegaba equipado con cámara, lente fijo de 35 milímetros, un trípode, medias térmicas, botas de invierno, ropa interior de lana larga, doble chaqueta, guantes y gorro. Se quedaba en el lugar casi hasta sentir que sus pies se congelaban. “Caminaba sobre la superficie congelada del lago, y abajo todo es agua. Se me venía a la cabeza que se pudiera romper el hielo y yo solo, a las diez de la noche, me podía morir”, recuerda. Pero el riesgo era mínimo: la capa de hielo supera los 60 centímetros y estos refugios pueden permanecer allí por largas temporadas.
El resultado de estas visitas al lago congelado es Ice Shanties –Cabinas de hielo-, un proyecto de 22 fotografías, en el que Federico pone su mirada, tanto diurna como nocturna, al uso del espacio y a las formas de vida que encontró alrededor de estos refugios invernales. Algunas son fotos de los pescados, otras de los taladros con los que perforan la superficie congelada y también de las trampas instaladas, que levantan una bandera cada vez que una presa cae en ellas.
“El tiempo de exposición es de 20 segundos, de tal forma que se alcanzan a ver las estrellas pero no se ve su rastro. Este es el tiempo ideal para que se vea la estrella pero que no se vea una línea. La Tierra está rotando, entre más sea el tiempo de la exposición más largo será el trazo de la estrella”, explica Federico sobre los aspectos técnicos de su proyecto, al que espera darle continuidad en un próximo invierno.
La continuidad también es un elemento clave en otro de los proyectos fotográficos de Federico, Aerial Portraits, un trabajo en el que hay cierto apoyo colectivo y donde más puede mostrar su experiencia como director de fotografía y camarógrafo de documentales, que le valió un premio Emmy por mejor cinematografía documental con Untamed Americas de National Geographic. Para desarrollar este trabajo compró un dron, en principio para hacer video, pero se dio cuenta que podía darle otro uso: la fotografía aérea.
Así arrancó este proyecto de retratos hechos desde el cielo, en diferentes espacios importantes de ciudades como Buenos Aires (Argentina), Sao Paulo (Brasil) y Tactlotalpan (México). “Las fotos resultan de la interacción casual con las personas con las que trabajo. En este caso fotógrafos o productores. Tenemos el dron a la mano, estamos en la terraza de un edificio o en el techo de una casa y casi azarosamente les digo ‘acuéstate y hacemos una foto’”, explica Federico, quien no para de viajar haciendo estas fotos.
Aerial Portraits nació en México, pero se convirtió en una tarea obligada en cada ciudad a la que llegaba: el barrio de La Boca de Buenos Aires o el Panteón Alvarado de Veracruz (México) durante el Día de los Muertos, son algunos de esos lugares emblemáticos que captura Federico desde el cielo. Claramente la perspectiva cambia y, según Federico, se trata de trabajar infinitas posibilidades que no han sido exploradas. En la mayoría de los casos son sorpresas visuales: túneles, techos, aceras y demás espacios propicios para mirar hacia arriba y decir ‘güisqui’.
Si quiere conocer más del trabajo de este creador criollo, no deje de visitar su página web.