¿La nueva ola del fanzine en Colombia?
Hay fanzineros que siguen inclinándose por el espíritu ochentero rebelde, callejero y autogestionado de este tipo de publicaciones. Otros apoyan las nuevas iniciativas, la variedad de eventos actuales y las editoriales independientes que están elevando el nivel estético del fanzine nacional. ¿De qué lado está usted?
En comparación con los años 80 y 90, hoy los fanzines son más fáciles de hacer, dar a conocer y distribuir. “Por lo menos la gente ahora sabe qué es un fanzine —señala Marco Sosa, propietario de la editorial y librería La Valija de Fuego, en la que se pueden encontrar “zines” y diferentes publicaciones de más de 30 casas editoriales independientes—. Ya después se pueden hacer buenas búsquedas de temas, formatos y contenidos interesantes”.
Con buena acogida en ciudades como Manizales, Bucaramanga, Valledupar, Villavicencio, Medellín y Bogotá, las producciones fanzineras en pleno 2016 buscan continuamente experimentar con el papel y la forma de presentación. Hoy se editan muchos proyectos en estos formatos breves a manera de portafolios de ilustración, libro arte y libro álbum.
En la actualidad hay muchos artistas, diseñadores e ilustradores haciendo fanzines, y también más lugares para presentarlos. Antes, como había pocos festivales y eventos para mostrar esta clase de trabajos, el oficio de la distribución recaía casi por completo en el autor, quien repartía su fanzine por las calles, mano a mano, o entre sus parches (y esto, hay que decirlo, forma o formaba parte del “espíritu” contestatario del fanzine).
Uno de los autores de esta “nueva ola del fanzine”, por llamarla de alguna manera, es Edd Muñoz, creador de 5 fanzines, entre ellos Cortauñas y Dr. Fausto.
Para Muñoz, en los años ochenta y noventa esta era una práctica más visceral acá en Colombia, totalmente espontánea, de determinados grupos asociados a prácticas contraculturales que tenían la intención de comunicar lo que en otro tipo de medios tradicionales era impensable.
Dibujos de cómic, de Edd Muñoz.
“Esto (el movimiento fanzinero) contribuyó en gran medida a forjar determinadas escenas musicales y culturales en el país —explica Edd Muñoz—. El fanzine actual aún conserva una intención política, pero no es tan explícita”
Existe actualmente diversidad no solo en las temáticas que se exponen en estas publicaciones, también en las técnicas que se emplean. “Personalmente me parece un medio ideal no solo por su facilidad de producción sino porque también posee cierta magia para llegar de manera más personal a los lectores —asegura Edd—. Es un objeto hecho con nuestras propias manos, casi artesanal”.
Cortauñas, de Edd Muñoz.
El fanzine, sin lugar a dudas, tiene en la actualidad varios métodos de distribución. En la Feria del Libro de Bogotá, por ejemplo, aparte de las editoriales tradicionales, cada año hay nuevos proyectos editoriales "con propuestas originales y de calidad, que impulsan la labor de autores, en muchos casos, nacidos del fanzine", como asegura Edd.
Otro de los creadores de Dr. Fausto es Reptil, quien ha producido 20 fanzines individualmente y también en colaboraciones. Ha sacado 6 ediciones de su fanzine Fuego, que contiene dibujos digitales y otros hechos con tinta, los cuales ha elaborado a punta de fotocopias. "El mayor cambio que noto ahora es que se ha perdido el fanzine musical —asegura Reptil—, las entrevistas a bandas y las reseñas de discos. Ahora lo que más se ve es cómic".
Fuego, de Reptil.
Vivan los punkis maricones, de Reptil.
Uno de los espacios que facilitan la difusión es La Ramona Proyectos. Su creador, Andrés Frix, abre este sitio para encuentros, exhibiciones, talleres y distintas actividades que amplifican el panorama nacional fanzinero. Permanentemente están organizando eventos de exhibición y creación como el festival C-zine, hasta hace dos años en la Fundación Gilberto Alzate Avendaño.
La Ramona funciona desde 2008 como una plataforma de investigación, edición, publicación, creación audiovisual y exposición de prácticas artísticas con el propósito de articular la reflexión crítica, estética y social dentro de este mundo.
Por otro lado, hicieron el documental A la Postre Subterránea, en el que presentan un amplio panorama del fanzine en Colombia desde 1985 hasta el año 2000:
A la Postre Subterránea, de La Ramona Proyectos.
Otros de los fanzineros activos en la actualidad son Dany y David, de Colmillo, una editorial bogotana que reúne autores y colectivos enfocados en la narración gráfica independiente; incluso tienen una fanzinoteca en la que concentran todo tipo de publicaciones independientes. A la fecha, han publicado 10 fanzines, entre ellos Pensamientos & Rasguños, un cuento.
Pensamientos & Rasguños, de Colmillo Zines.
“Para nosotros fue como hacer un tipo de infografía pero con otro lenguaje —explica Dany—. Este fanzine es el más difícil de armar porque hay que cortar pestañas, doblar para que todo encaje y se pueda cerrar. Lo imprimimos en digital con plastificado mate y toda la tripa y las portadas se imprimen en un tamaño tabloide extra. Hemos sacado por ahora unas 50 copias en diferentes tiempos, ya que el armado a mano requiere más tiempo y dedicación”.
(¿Conoce el más reciente libro ilustrado de la ecuatoriana Power Paola?)
Las publicaciones de esta editorial tocan temas muy variados: información sobre la conservación de la flora y fauna, gustos y experiencias personales y hasta humor y depresión.
Aunque siempre han utilizado métodos de impresión como offset, digital y serigrafía, acaban de comprar una máquina para risografía, con la que han impreso sus nuevos fanzines.
Vale la pena aclararlo: la risografía es un sistema de impresión que está entre la serigrafía y las fotocopias y que se hace, como su nombre lo indica, con la máquina Riso, la cual imprime la tinta con rodillos y da un acabado imperfecto e irregular con fallas de registro en la impresión. Y ese es precisamente el propósito.
Pirarucú y extraños mini universos, de Colmillo Zines.
“Hicimos una feria llamada Fanzinogamia —cuenta David, de Colmillo— en conjunto con un amigo de Ecuador, el gestor del proyecto Diseña o Muere, en el que él viaja por Latinoamérica y documenta la realización de ferias y talleres alrededor del fanzine”. En esta primera edición de la feria participaron más de 20 expositores entre los que hubo gente de otros países de Latinoamérica.
Inu Waters es otro de los fanzineros colombianos imperdibles. Uno de sus proyectos editoriales más representativos en el mundo del fanzine es Colombian Trash.
Cómic Vida de Monstruo, Colombian Trash # 5, de Inu Waters.
“Es mi contenido con más duración —explica Inu—, tuve la libertad de editarlo y publicarlo como yo quería, y eso fue lo mejor”. Aunque Waters trató de darle regularidad a la publicación, la imposibilidad de pagarle a colaboradores hace más lento el proceso de cualquier editor: “Colombian Trash lleva una larga pausa. Editar es difícil, así sea un fanzine”.
A Inu le molesta que al fanzine se le haya dado un estatus artístico, pues, según explica, pierde originalidad. “Es común ver los mismos tipos de fanzines que funcionan como bitácora de artista y que además se venden demasiado caros. El fanzine tiene una cosa bonita que creo ha funcionado siempre y es que es accesible a la gente”.
Mery Cuesta, investigadora y crítica de arte, comentaba lo siguiente en el C-Zine de 2014: “Es un momento de ansiedad en los sistemas virtuales, donde tienes todo pero a la vez nada. Quizás estos nuevos formatos son oportunos por la manera en la que se vuelve a la producción manual”.
“Me gusta la “nueva ola” pero es un poco frustrante que esta producción se reduzca solo a ser eso, una ola — asegura Inu Waters—. Las ferias y festivales, aunque son buenos para darse a conocer, le hacen perder su esencia de medio alternativo y lo vuelven producción artística”.
Burdo, de Inu Waters.
Para Andrés Frix, de La Ramona Proyectos, se trata de “la necesidad de repensar el propio lugar de producción en base a los deseos y experiencias diarias, lo joven, lo local”. Él, por su lado, disfruta del verdadero espíritu rebelde y punk del fanzine.
Entre los eventos que están incentivando la auto publicación está la Feria Vagabunda de Entreviñetas, que el año pasado estuvo en el Parque Nacional y en la cual se reunieron gran cantidad de creadores de fanzines y publicaciones independientes.
(Pille también esta selección de cómics que hace el director de Entreviñetas para Cartel Urbano).
Hubo conferencias, talleres y distintas actividades alrededor del cómic. Proyectos como Sarcófaga, Ambidiestro, Jardín Publicaciones, Abisal, Ruge, Rapiña, Zurc, Gráfica Mestiza, Ficciorama, Surreal, entre algunos otros, fueron los grandes exponentes del año pasado.
Otra de las ferias con más movida en la actualidad es El Garaje, en Medellín, que a comienzos de este año tuvo su versión número 4. Se presentaron trabajos de colectivos como Fichas, Paradoja Ediciones, Eme A Noreña, Malacalaña, Sor Juana, Dr. Fausto y Danny de Bruce (Pasto). El evento La Tienda, que organiza una vez al mes el Taller Manera Negra, está dedicado a la venta de publicaciones independientes como fanzines y libros de cómic.
Hay fanzines para todos los gustos y también hay muchas opiniones sobre las prácticas actuales de los fanzineros: están los que defienden la vieja escuela del menudeo y el espíritu punk, y los que ven una oportunidad de difusión y crecimiento a través de estos eventos, editoriales e iniciativas.
Sin importar en qué orilla se encuentre uno, los fanzines no tienen la más mínima intención de desaparecer. Y eso, a fin de cuentas, es lo realmente valioso.