La exploración del dibujo como lenguaje narrativo, además de su evidente potencial visual, es una de las manifestaciones más vibrantes del universo editorial colombiano en los últimos años. No se trata de algo nuevo: en el país existe una importante tradición editorial de libros que echan mano del dibujo como ingrediente mayor a la hora de elaborar un relato. Sin embargo, nos encontramos en un momento nuevo y afortunado en el que las publicaciones dibujadas en Colombia se han extraviado de los caminos más tradicionales y comienzan a jugar con el formato impreso (y sí, el digital) para construir ambiciosas historias alejadas de la simple moraleja o la pose que subestima al lector. Hoy existen libros dibujados para un público infantil, pero también publicaciones que entran en terrenos del relato para un público de otras edades.
"La exploración del dibujo como lenguaje narrativo, además de su evidente potencial visual, es una de las manifestaciones más vibrantes del universo editorial colombiano en los últimos años"
Estos diez títulos de autores colombianos, publicados en lo que va de la década, dan cuenta de una visión muy personal de ese panorama. No es una lista definitiva, tampoco una guía obligada en un orden preciso, es más un conjunto de publicaciones que en poco tiempo se han convertido en referentes y que tal vez pasaron lejos del radar más común. Hay de todo un poco: novela gráfica, fanzines mínimos, libro álbum, libretas de dibujo y experimentos creativos. Y solo una advertencia: para esta lista me quedo con el uso de la palabra "dibujo" frente a la palabra "ilustración"; podrían parecer sinónimos, pero lo cierto es que son oficios y aproximaciones muy distintas en las que no se trata únicamente de "traducir" un texto a imágenes, sino de construir una nueva sensibilidad desde un trazo que aspira a la autenticidad (a veces con éxito).
La Felicidad, por Kevin Simón Mancera (Jardín Publicaciones, 2012)
Mancera es uno de los dibujantes colombianos más destacados de la actualidad, un explorador del dibujo como escenario de colisión de ideas, de reflejos sociales y de experimentación. La Felicidad es su proyecto más potente, un libro de casi 300 páginas que recopila anotaciones, bocetos, garabatos y retratos de siete libretas de viaje que reunió mientras paseaba por Latinoamérica en búsqueda de todos los lugares llamados La Felicidad: una vereda, una mina, un bar, una calle o una plaza.
La distancia entre extraños, por Mónica Naranjo Uribe (Editorial Robot, 2012)
Una geografía emocional de una ciudad, una radiografía de un espacio a partir de una serie de dibujos cargados de atmósferas. En poco menos de 40 páginas, la autora nos invita a un recorrido por el metro de Londres en una metáfora visual de las relaciones humanas contemporáneas tan repletas de distancias emocionales.
Mil orejas, por Pilar Gutiérrez y Samuel Castaño (Tragaluz Editores, 2014)
A medio camino entre la poesía y la narrativa gráfica, se hace evidente un universo de símbolos y emociones a partir del dibujo. El propósito del libro: contarnos cómo todos podemos escuchar a través del cuerpo y el movimiento. Un relato para conocer sobre la sensibilidad de los sordos y su día a día. Una publicación inteligente, juguetona y sensible que no resbala en ningún tipo de solemnidad.
Parque del Poblado, por Joni b (Editorial Robot, 2012)
Este autor originario de Antioquia es uno de los nombres más representativos del nuevo cómic que se hace en toda América Latina. Sus trabajos vienen cargados de desazón, humor y denuncia, todo enmarcado en un buen dibujo. Ya con varios libros en su carrera, Parque del Poblado sigue siendo uno de sus mejores trabajos. Un relato brevísimo y engañoso en el que creemos que no pasa nada, pero que transmite la sensibilidad de una generación. El relato sucede durante una noche como cualquier otra que usted ha vivido. No se acerque a él como si se tratara de una novela gráfica sesuda, sino como una transparente y torpe historia de amigos. La vida misma convertida en cómic.
Walden, por Kevin Simón Mancera (2013)
Otra vez Mancera encanta y convence con un proyecto donde el dibujo es protagonista sin ser artilugio o simple decoración. Este libro es una transcripción manual y total del clásico de Henry David Thoreau, letra por letra. En cada página el autor nos recuerda que las palabras también son dibujos, con tachones y anotaciones que suman una capa de emociones y lecturas sobre el relato original. Y todo eso en compañía de dibujos sueltos de animales, plantas y aquellos detalles del paisaje en el que vivió el pensador estadounidense.
Virus tropical, por Powerpaola (La Silueta, 2010-2013)
Powerpaola seduce por la sinceridad con la que nos habla. Desde su primer cómic, ha crecido de una publicación a otra para convertirse en una autora de oficio, sin pretensiones desbordadas sobre la narrativa y el dibujo. El primer título en su carrera, Virus tropical, comenzó a publicarse en un blog para luego ser recopilado por La Silueta desde 2010 en distintas ediciones y, finalmente, una versión integral en 2015. A lo largo de cinco años, ese libro y sus múltiples vidas han cosechado distintos lectores, destacándose aquellos que nunca antes se habían interesado en un cómic colombiano. Ese mérito que pocos títulos han logrado antes, ha sembrado conversaciones acerca de los pasos que puede tomar este arte en Colombia, convirtiéndolo así en la obra con mayor influencia en el cómic nacional en los últimos años. Virus tropical es abierto, transparente y cuenta con los errores y dudas de una primera obra, pero a la fecha sigue siendo el mejor punto de partida para conocer de una de las narradoras más visibles del nuevo cómic latinoamericano.
Aquí no se trata de uno sino de varios asuntos. Luto es un dibujante y agitador de la escena caleña del cómic, su ciudad de origen, quien durante un año puede producir una decena de fanzines en distintos formatos y con distintas historias, algunas formales y otras completamente experimentales. Cada fanzine es publicado con un tiraje mínimo y de escasa distribución. Minora, por ejemplo, es una de sus series más recomendadas. Leer estas historias completas o seguirles la pista con juicio significaría hacerse a una de las aproximaciones más atractivas en el dibujo, el cómic y la autoedición colombiana de esta década. Un autor en crecimiento que todavía puede dar más.
Mini 1, por m.a. noregna (autopublicado, 2014)
Un fanzine de formato reducido y con una cantidad enorme de páginas. Más que una simple curiosidad, este trabajo de noregna contiene un cómic de relato vivo, una historia fina y breve pero que no se escapa fácil de la cabeza del lector.
Puede parecer un simple objeto de colección, pero la verdad es un acertado enamoramiento entre el cómic y la voluntad de la autoedición; noregna es ese autor al que a muchos nos gustaría ver publicando con más constancia.
Josefina, por Jim Pluk (autopublicado, 2013)
Pluk, el autor bumangués, se caracteriza por su aproximación experimental y casi automática al dibujo. Dibuja historias todo el tiempo para su blog o sus redes sociales y eso lo ha convertido en un artista visible dentro de la escena del cómic latinoamericano, bien sea por su constancia pero también por su voluntad de exploración. Sin embargo, Josefina es un trabajo más formal, menos atado a la improvisación. En él, nos cuenta la historia de un noviazgo equivocado y del amor que nace en las cosas más simples. Una primera muestra de un autor con proyección.
Mohán, el mito, por Inu Waters (La Silueta, 2013)
El autor ya es un referente del fanzine y el dibujo bogotano en lo que va del siglo, así de simple. Responsable de trabajos como ‘Colombian Trash’, Waters fue pescado por la editorial La Silueta para reinterpretar el mito popular de El Mohán. Una historia inteligente, con humor, que construye con puntería algo que es esquivo en muchos cómics colombianos: personajes concretos y diálogos sin postureos. En estas páginas El Mohán es un rockstar venido a menos, pero también un fiel reflejo de la cultura popular colombiana.
