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El menosprecio que sufre el arte del hentai en Colombia

El hentai, un arte muy popular en Estados Unidos, Europa y Asia, no se ha podido consolidar en Colombia. Ubicamos a los pocos dibujantes que existen en el país para que nos contarán cómo es hacer su trabajo en este lado del mundo. Ante la estigmatización y la falta de un público nacional, venden sus obras en el exterior.

 

*Contenido con imágenes explícitas. No apto para menores de edad.

Andrés J. López / @vicclon

Las animaciones japonesas no solo nos dejaron los interminables partidos de fútbol de Súper Campeones o las peleas de Pikachu contra cualquier cosa con patas en Pokemón. Los orientales también crearon situaciones sexuales bastante alocadas con sus trazos: seres antropomorfos tirando con mujeres con colas y orejas de gato, mientras les tocan sus senos del tamaño de un balón de básquet.

Aunque existen pinturas eróticas de más de 200 años, el hentai (que significa “pervertido” en japonés) tuvo su orígen en la censura contra los contenidos sexuales incluida en la constitución de Japón de 1947. Sus leyes consideraban obscenos los genitales con vello púbico y las relaciones heterosexuales. Así fue como artistas y dibujantes se las ingeniaron para ilustrar a jóvenes adolescentes y criaturas fantásticas, preferiblemente con tentáculos.

La gran mayoría de los artistas de hentai salieron de Japón pero este arte y sus creadores se han expandido por diferentes países. Y Colombia no ha sido la excepción. Aunque hay que buscarlos con lupa, acá también se encuentran dibujantes de hentai, una pornografía animada que no solo se ha hecho popular en Redtube, Pornhub y Youporn. También existen páginas dedicadas exclusivamente a este tipo de ilustración: basta con buscar en Google para encontrarse con videohentai.es, hentaienespañol.net, hentaiporno.xxx o tetonashentai.com.

Pero que hayan artistas no significa que haya mercado para su trabajo, al menos no en en Colombia, ni siquiera en Latinoamérica.

“Acá no existe la costumbre de comprar arte. Mientras que un europeo o un estadounidense puede comprar fácilmente un dibujo, esto para un colombiano llega a representar la mitad de su salario”, comenta Ethevian, una diseñadora gráfica de 33 años que se aburrió de hacer ilustraciones infantiles y ahora se inclina hacia lo erótico.

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Ilustraciones por Ethevian

 

 

En páginas como DevianArt y Hentai Foundry se pueden encontrar ofertas desde ocho dólares -unos 24 mil pesos- pero el valor promedio de un dibujo sencillo como lo puede ser el de un personaje con un fondo no tan elaborado es de aproximadamente 60 dólares, 180 mil pesos. Dependiendo de los requerimientos del cliente (número de personajes, el background, etc.) el valor cambia.

 

¿Qué piden los clientes?

Los compradores de hentai fantasean con ver a algún personaje de un videojuego o serie teniendo sexo, o en alguna posición sensual. A veces dicen exactamente lo que quieren o dan una pequeña idea. En otras ocasiones, simplemente le dicen al dibujante que quieren una pareja heterosexual, una orgía, algo con yaoi (dos hombres) o yuri (dos mujeres).

Pero hay gente a la que se le va la mano en los pedidos y quieren dibujos zoofílicos, sadomasoquistas, gore y hasta pedófilos. Muchos dibujantes se niegan a estas solicitudes. “Antes de ver el portafolio, lo primero que hacen los clientes es ver los términos y condiciones de cada vendedor. En estos se especifica qué se hace y qué no”, explica Javier Eduardo Martínez, un artista plástico de la Universidad del Atlántico que se dedica al hentai hace dos años. Hay trabajos que, por muy bien pagos que sean, no son acordes a su estilo y ética.

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Ilustración de Javier Eduardo Martínez

 

 

Las mujeres que ilustran también cambian según el cliente y el dibujante. El prototipo se caracteriza por ser delgada y con tetas enormes, pero algunos las desean con proporciones más reales y sin un busto tan grande. Otros dibujantes, como Javier Eduardo, se especializan en personajes obesos o gruesos, también llamados chubby.

Los dibujantes son freelancers y sus clientes no son editoriales sino particulares, por lo que el número de pedidos varía de un mes a otro. A veces llegan a conseguir cinco o seis commissions (como llaman a sus trabajos) y en otros solo uno. La elaboración de cada trabajo puede demorarse hasta seis días.

Además de personajes posando, hay clientes que quieren que el erotismo cuente con una narrativa, por eso piden un cómic. Al igual que los otros commissions, el dibujante crea su propia trama o parte de una idea de una línea o párrafo que le puede dar el cliente. El precio por página puede ser de 50 dólares (blanco y negro) y 100 dólares (con color), unos 300 mil pesos.

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Ilustración de Javier Eduardo Martínez

 

 

¿Por qué no hay público para el hentai en Colombia?

Además del factor económico, los dibujantes se quejan de que en el país no existe una cultura del cómic, y mucho menos del hentai. “La gente siempre ha considerado la ilustración japonesa como algo para niños, por eso cuando ven estos dibujos pornográficos los tratan de degenerados, morbosos y satánicos”, dice Angerox, un artista especializado en el ecchi (dibujos con un nivel menos explícito de erotismo) pero que también ha hecho hentai.

Incluso, entre los círculos de dibujantes existe cierta discriminación. Sus imágenes son censuradas constantemente en las redes sociales por las denuncias que hacen otros artistas. “Una vez me metí a un grupo de Facebook de cómics –pues de hentai como tal no existen en el país– con la esperanza de que acá mi trabajo empezara a conocerse. Pero fue todo lo contrario: denunciaron uno de mis dibujos y me expulsaron. Es muy común ver envidias cuando otros no logran el mismo resultado”, cuenta Angerox.

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Ilustración por Angerox

 

 

A los dibujantes los pueden acusar de depravados o morbosos. “La gente se deja llevar por lo que ve: si haces pistolas eres un matón, si haces carros eres un adicto a la velocidad”, dice Javier Eduardo.

Ethevian hacía este tipo de críticas antes de dibujar hentai: “Yo consideraba vulgar a todas esas personas que hacían dibujos eróticos, como si se vendieran. Luego te das cuenta de lo complejo que es elaborar una pieza de estas y cambias por completo tu percepción”. Así como las actrices porno, estos artistas también pueden ser excluidos. Es el caso de Angerox lo han señalado de ser monótono en su obra. “Hay dibujantes que me han dicho que lo único que sé hacer son viejas pechugonas. Lamentablemente se guían por lo primero que ven y creen que nosotros nos quedamos solo en esto”, reflexiona.

Este contenido hardcore le haría creer a más de uno que los dibujantes son asidúos de orgías, putas o que se la pasan viendo porno todo el día, pero la realidad es otra. Algunos escogieron este estilo porque disfrutan trabajar con el cuerpo humano. Cuando no dibujan, diseñan para empresas o editoriales ajenas al erotismo, o se quedan en sus casas jugando videojuegos, leyendo cómics y viendo series sin contenido sexual. “La gente puede pensar que soy morbosa o libertina, pero esto no es así. Precisamente no he intentado mostrar mi trabajo acá porque siento que no está bien que los niños vean esto. Sé que esto no es para todo el mundo”, dice Ethevian.

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Ilustración por Angerox

 

 

En Colombia proliferan los eventos de anime y manga, pero en ninguno de estos hay secciones dedicadas al dibujo erótico pues el público se ofende con mucha facilidad. “Hace dos años unos empresarios quisieron hacer un evento en Cali que incluyera elementos de hentai, pero la gente inmediatamente se quejó con los organizadores y el lugar. Nunca más se pudo hacer algo de este estilo”, explica David Angulo, fundador de Tokyo Impact, una empresa organizadora de eventos anime y manga.

Además de esto, Ethevian, Angerox y Javier Eduardo coinciden en que nunca les han comprado uno de sus trabajos en Colombia. Sus clientes frecuentes se encuentran en Estados Unidos, Francia, Holanda, Alemania, China y Australia. El cliente más cercano fue un chileno que le hizo un commission a Javier Eduardo, pero eso ocurrió solo una vez.

Las costumbres tradicionalistas y conservadoras han hecho de estos dibujos japoneses algo exclusivo para particulares que fantasean con ver a personajes propios o ajenos en situaciones románticas y tienen el dinero para esto. Sus creadores piden más apoyo porque “esto es como cualquier rama del arte, no lastima a nadie y no hay que prohibirlo solo porque a unos no les guste. Así como los medios tienen libertad para mostrar asesinatos, también pueden mostrar estos desnudos artísticos”, dice Javier Eduardo. Ethevian quisiera que eventos como la Feria del Libro abrieran sus puertas a un pabellón para mayores de edad, así tal vez la gente cambiaría su percepción actual: “Pueden vernos como unos chiflados, pero yo creo que somos más honestos que la mayoría de personas que nos juzgan".

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