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Así suenan nuestras latas: marcas colombianas de aerosoles

Frente a la necesidad de trabajar con productos especializados en el grafiti, y como una respuesta a la gran presencia de aerosoles extranjeros, han nacido en los últimos 6 años Amen, Razza 2000, Bulldog y Auster.

Andrés J. López / @vicclon

En 1965, Jesús Riaño Sánchez regresó a Colombia después de estudiar Química Farmacéutica en Estados Unidos con el plan de fabricar productos en aerosol, espumas de afeitar, ambientadores y desodorantes. Su compañía, Laboratorio Leonard Ribor, quebró y en 1975 Jesús fue contratado por el grupo Orbis para crear los aerosoles Aerocolor.

Estas latas fueron las más comunes entre los grafiteros durante muchos años, en parte porque no había más marcas que escoger. Pero estos aerosoles se fabricaban para todo tipo de labores menos para el grafiti, por eso los murales que se pintaban con ellos se empezaban a borrar al poco tiempo.

A finales de los noventa y comienzos del nuevo milenio, llegaron al país marcas especializadas en grafiti desde otras partes del mundo, como Montana Colors (España), Molotov (Alemania) y también Ironlak (Australia), pero por sus altos costos muchos se abstuvieron de comprarlas. “Recuerdo que en esa época compré una lata de Montana en 50.000 pesos. Hoy cuestan 28.000”, dice Camilo Cam, dueño de las marcas de aerosoles Amen y Razza 2000.

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Imagen tomada de la página de Amen

 

 

Esas latas fueron importadas por empresas que no tenía relación alguna con el grafiti. Se empezaron a distribuir de manera clandestina, con citas en las casas de los vendedores, y así fue como los grafiteros se fidelizaron con estos aerosoles de mejor calidad, por lo cual proveedores como Camilo se volvieron distribuidores autorizados de Montana Colors y Molotov en Colombia.

En 2011, Camilo Cam creó Amen, la primera marca desarrollada por artistas de grafiti y hecha con algunos insumos de Colombia, en este caso los pigmentos y las resinas. “Quise hacer una marca con la que los nuevos artistas se sintieran identificados —comenta Camilo—. El nombre es abierto y tiene seis significados ocultos. Incluso he visto monjas tratando de  interpretarlos”.

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Imagen tomada de la página de Amen

 

 

Razza 2000 salió a la venta como una opción más económica para cubrir todas las áreas de mercado y satisfacer todo tipo de clientes. El nombre, explica Camilo, representa a esa generación que va a seguir consolidando el grafiti y los aerosoles.

El apoyo de Amen hacia los nuevos artistas se refleja en los videos que presentan en su canal de Youtube, en los que se muestra el proceso de elaboración de murales a lo largo del país por parte de artistas nacionales y extranjeros. Una de las entradas de enero de este año se la dedicaron a los peruanos Entes y Pésimo.

 

En 2012 Bulldog lanzó una pintura especial para hacer grafiti. Esta marca empezó en 2005 con un aerosol industrial, de ferretería, luego vio un nuevo mercado en los grafiteros. “Cuando dictaba talleres de hip hop —dice Knodelix, quien ahora es la imagen de Bulldog—, usaba mucho esta marca por su calidad y porque eran las más baratas en el mercado”. La economía, para él, es un factor crucial al momento de elegir las latas.

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Foto de Ricardo León Jatem

 

Hace seis años, Wake empezó a desarrollar un nuevo aerosol y junto a Soide, quien se unió en 2015, crearon Auster, un producto con esencia latinoamericana. “En el logo quise rescatar nuestras raíces precolombinas —comenta Soide— y meterle algo de la cultura chibcha, inca y maya”. Su lanzamiento se llevó a cabo apenas la semana pasada, en parte por los largos procesos, pero también porque gestionar una marca requiere bastante apoyo. Wake y Soide trabajaron con más de 20 personas, entre directores creativos, fotógrafos, ilustradores, químicos y administradores de empresas.

Los nombres de sus colores incluyen la identidad latinoamericana: Barranquilla Pastel, Magenta Caño Cristales, Violeta São Paulo, Rojo Bogotá, Verde Quito y otras 29 opciones. “Los colores transmiten sensaciones y queremos identificarlos con ciudades latinas. Por ejemplo, cuando fui a Lima vi que era muy gris y casi no salía el sol y Cali es bastante tropical (por eso el naranja Cali)”, dice Wake. Además crearon una dona fácilmente removible —otras latas la tienen pero su extracción es complicada—, que es lo que se lleva a las tiendas para encontrar el mismo color y algunos hasta las coleccionan.

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Foto de Ricardo León Jatem​

 

El recibimiento de estas marcas nacionales ha sido bueno y por eso ya cuentan con distintas gamas de aerosoles, entre básica y especial, y alrededor de 80 colores. Bulldog incluso tiene pinturas para hacer bombing y Amen fabrica boquillas y bases. Todos estos productos se consiguen en tiendas especializadas de grafiti en Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, Cúcuta, Pereira, Manizales, Ibagué y Soacha, entre otros. El mercado internacional no se queda por fuera, Auster planea llegar a países como Ecuador, México y Perú. Bulldog, por su parte, ya se consigue en Ecuador, Perú y Brasil.

El objetivo es poder crear todo acá y dejar de usar materias primas internacionales, pero los costos son altos, se necesita la maquinaria y el personal adecuados y se requieren permisos del Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima). En 2012, salió a la venta en Medellín Beatbox, un aerosol hecho totalmente en Colombia, pero por sus altos costos dejó de producirse al poco tiempo.

Para Wake, la razón de que haya tan pocas marcas nacionales se debe a la desconfianza de los patrocinadores; si no ven rentabilidad, desechan todo. Camilo, por el contrario, cree que falta más empuje por parte de los propios empresarios. “Acá no se animan a crear industria y temen pagar impuestos, contratar vendedoras, asistentes de comercio exterior, etcétera —asegura Camilo—. Todo esto se hace con trabajo, dando pasos y con plata”. Y aunque son pocos los nombres en materia de aerosoles colombianos, la popularidad y acogida son innegables. Muchos muros que adornan las calles colombianas en la actualidad fueron pintados con alguna de estas marcas nacionales.

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