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Ilustración de @burdo.666

Entre extracciones de rosin y otros procesos naturales se mueve Chala2s, un emprendimiento cannábico boyacense

Aprovechando el clima de esta región del país ideal para la agricultura, esta iniciativa busca eludir las lógicas del microtráfico a través del autocultivo. Desde hace un tiempo viene explorando la extracción natural tipo rosin y acá deja algunos tips para que usted experimente desde su casa.

Daniel Fandiño / @sinsecuencia

El ‘420’ es un código de consumo de cannabis alrededor del mundo. Todos los 20 de abril se celebra el día de la marihuana haciendo referencia a ese número que se ha convertido en un código cultural para los fumones. Este año todo abril iba a ser 420, sin embargo, la pandemia tomó por sorpresa a los consumidores de esta sustancia que hoy en día se enfrentan a la transformación de sus hábitos de consumo.

La Corporación Acción Técnica Social y su proyecto bandera, Échele cabeza cuando se de en la cabeza, hicieron público el jueves los resultados de un informe sobre microtráfico y consumo de drogas durante la cuarentena que da cuenta de la manera en que se están adaptando los consumidores a este encierro que, entre otras cosas, ha implicado un cambio en la manera como las personas se relacionan con las sustancias psicoactivas desde su adquisición hasta su consumo. 

El resultado del informe arroja datos importantes que demuestran que los consumidores han intentado suplir los efectos de las sustancias que acostumbran a punta del consumo de otras como la cafeína (asociada al teletrabajo), la nicotina o el alcohol. Además el estudio sustenta datos que confirman que la marihuana es la sustancia psicoactiva de mayor consumo durante la cuarentena y que el 64% de las personas que diligenciaron la encuesta han comprado sustancias ilegales en cuarentena, principalmente cannabis.

(Lea: ‘¿Cómo se vive el consumo de sustancias en tiempos de cuarentena?’)

Hoy en día un sinnúmero de consumidores han decidido hacerle el quite a las lógicas del microtráfico y se han decantado por el autocultivo, sabiendo así a ciencia cierta qué es lo que se le está metiendo al cuerpo. Entre estos está Juan, un consumidor de marihuana que se cansó de enriquecer el negocio ilícito del microtráfico y decidió empezar a trabajar en su propio cultivo.

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“El autocultivo es la forma en la que uno tiene provisiones a corto, mediano y largo plazo, dándose la posibilidad de tener una calidad superior y con las características adecuadas. Antes de cultivarla no la apreciaba lo suficiente y la información que tenía sobre ella era básica, solo la usaba para fumar mezclada con otras sustancias y no la aprovechaba como se tiene que aprovechar. Es una planta milagrosa.”, cuenta.

Juan es procesador cárnico del Sena y desde el 2016 le abrió las puertas a la idea de cultivar cannabis con la intención –según dice– de no andar sin materia prima y tratando de obtener siempre algo superior a lo que se consigue en la calle. Si bien los conocimientos básicos los ha ido aprendiendo a través de la web, lo que sabe se lo atribuye a la constante experimentación. “Esto es de mucho aprendizaje. Yo diría que todavía sigo aprendiendo. Es cuestión de informarse y a diario salen nuevas maneras de hacerlo. Mis maestros cultivadores son varios pero agradezco al maestro Sebas de Suativa y al profe Pato de Growpro Argentina”.

El autocultivo en el que se mueve es un invernadero mixto que cuenta con luz solar y artificial para controlar así el fotoperiodo vegetativo de 18 horas de luz y 6 de oscuridad.  Allí, además de cannabis, también cultiva suculentas, hortalizas, vegetales y aromáticas como tomate cherry, remolacha, calabaza, maíz morado peruano, maíz rojo mexicano, cilantro, lechuga, perejil, hierbabuena, apio, pepinos, frijol, papa, saúco y un par de plantas venenosas como cicuta y floripondio.

Acá en el país la ley es clara al respecto. Según el decreto 613 de 2017, se permite el cultivo sin licencia de hasta 20 plantas de marihuana para uso personal, lo que incentivó a Juan a recogerse bajo esa norma y crear Chala2s, un emprendimiento cannábico que tiene como objetivo cosechar sus propios productos y entre otras cosas, ayudar a romper el estigma social que existe en contra del consumo de marihuana.

(Conozca cómo ‘hacer su vaporizador artesanal con una pistola de aire caliente’)

El rosin, uno de los productos que elabora Chala2s, es una técnica de extracción de aceite de marihuana que no necesita la utilización de solventes para su realización y que tiene beneficios como el poco tiempo que se necesita para llevar a cabo la extracción, el bajo costo de utilización de herramientas versus la calidad del producto y el hecho de que para fumarlo no se genera combustión, es decir que no se estará inhalando monóxido de carbono, a diferencia de lo que pasa en otras extracciones como el Wax, que tienen que pasar por procesos químicos generando un riesgo tanto para el productor como para el consumidor.

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Proceso elaboración Rosin Flower Oil paso a paso

Para el proceso de extracción tipo Rosin Flower Oil se necesita calor y presión, que se puede ejercer con una plancha de pelo, aunque no es recomendable ya que no se aprovecha el cogollo al 100%. Los elementos que Juan recomienda son: una prensa manual o hidráulica (con las que se termofija el estampado en las camisetas), un buen cogollo sin tallos ojalá cultivado por uno mismo, papel parafinado o papel para horno, y un cuchillo de cocina o un dabber para recolectar el rosin.

Lo que diferencia al rosin de otras formas de consumir marihuana con procesos orgánicos es la alta concentración de THC ya que al ser el aceite, los niveles de concentración del componente psicoactivo varían entre los 60% y los 70% aproximadamente. El primer acercamiento de Juan al rosin fue en su casa por medio de una plancha para el pelo y aunque le funcionó, sabía que necesitaba algo más serio, por lo que compró en Bogotá una prensa y empezó a replicar toda la información que ya había recolectado. “Hasta el día de hoy las flores me siguen enseñando, no todas son iguales y todos los días se aprende”, asegura.

Juan considera que la legislación debería ser un poco más flexible, pues aunque permite cultivar hasta 20 plantas y no apoya como debería a los pequeños cultivadores locales sino que por lo general brinda concesiones a empresas extranjeras que se llevan la mejor producción para sus países. “El uso medicinal ha hecho que las empresas que están trabajando el tema se estén llevando todo el producto para otros países y acá no dejan mucho, deberían ayudar un poco más al pequeño cultivador y empezar a hacer enlaces entre campo y ciudad”, dice.

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A punta de prueba y error y un proceso orgánico de principio a fin, Juan y su proyecto Chala2s han conseguido establecer la elaboración de una serie de productos para la venta que permiten que el proyecto siga creciendo. Los productos que fabrica son gotas THC, aceite con cannabis corporal, galletas con rosin, extracción tipo rosin y lubricante sexual con cannabis orgánico.

“Espero aprender todo lo que se necesita para cosechar plantas grandes, colaborar a cualquier persona que acuda con alguna dificultad en su vida para que por medio del cannabis logre estabilizarse. Con Suativa y Boyacá Stay Green estamos asociando a los cultivadores de la zona para hacer una base de conocimiento y lograr tener un banco de semillas originales colombianas y crear el primer club de cultivadores de cannabis en Boyacá”, dice. A futuro, este proyecto se plantea alianzas en el departamento de Boyacá para sacarle provecho a la fertilidad de sus terrenos. 

(Conozca ‘En fotos: tres autocultivadores que le hacen el quite al narcomenudeo’)

Desde hace un tiempo varios cultivadores de la región se han unido y están trabajando en pro de los emprendimientos cannábicos bajo el título de Boyacá Stay Green. Grandes empresas y emprendimientos más pequeños se han interesado en los últimos años en sacarle provecho a una industria cannábica que en países como Estados Unidos ya está dejando frutos. Un ejemplo es el estado de Colorado que desde 2014, cuando legalizó la marihuana para consumo recreativo o adulto (como también se le conoce), ha dejado una renta a la nación de más de mil millones de dólares, rubro que se puede invertir en otras carteras como la salud pública.

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En Colombia, en 2016, salió a la luz la Ley 1787, que permite el cultivo y fabricación de insumos y productos de esta planta con propósitos medicinales, lo que se ha convertido en un boom económico del que también quieren participar empresas de países que están metidos en esta vuelta hace más tiempo, como Canadá. Lo cierto es que municipios como Barichara en Santander o Pesca en Boyacá, cada vez están más cargados de cultivos de marihuana y la rentabilidad va a parar en bolsillos foráneos. Es por eso que las iniciativas están surgiendo día a día de la mano de pequeños cultivadores como Juan, quienes en exteriores e interiores están produciendo lo necesario para su consumo y para experimentar con esta planta.


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