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Fotos por Natalia Hoyos / @dazedprod

Emci Rimas: Alquimista del color y la furia poética en el hip hop

En la telaraña urbana del hip hop siempre brillan con intensidad las  mentes inquietas y profundamente creativas. Ese es el caso del Emci Rimas, gran exponente del spoken word, con un genuino amor por la poesía, una relación poderosa con la nostalgia y una intención que busca abstraer a su audiencia de la realidad absurda que se vive día a día en sus calles.

El Zudaca, Nómada urbano

Cali. “Un sueño atravesado por un río”, dicen los versos del poeta Eduardo Carranza. “Una ciudad que espera, pero no le abre las puertas a los desesperados”, escribió a los 16 años, Andrés Caicedo en su cuento “Infección”,  “Cali pachanguero / Cali luz de un nuevo cielo”, como la definiría el juglar afro pacífico Jairo Varela cuando compuso el himno que define a la “Capital de la salsa” frente al mundo.

Cali es la versión de cada uno, claro, pero también una versión conjunta que se ha rebautizado como “La capital de la resistencia”, una definición que surge de las acciones de democracia directa realizadas durante los diferentes Paros Nacionales que han resonado en el país desde el 2019 y que con motivo de la pandemia resultó una lucha imposible de ignorar. De esas calles que arden fervientemente un joven poeta, fotógrafo y gestor cultural, Emci Rimas, ha hecho de su voz un megáfono de inconformidades que traduce en canciones, como lo expone en “Nuestra Venganza”, un tema que compuso en medio de la atmósfera de agitación social  que rodeaba a Cali en el primer semestre de 2021.

“Verles hablar es un asco / A sangre huelen sus mentiras igual que los noticieros que les cuidan. /Hemos vividos bajo terrorismo de estado, ¿Dónde has estado hermano? / Sabes que nos asestaron y se ríen mientras nos matamos /Hijas e hijos nos han quitado / La política es un negocio y por eso con miedo nos han callado / Hastío, asco, de corrupción cada día un nuevo acto / La ley la follan en un antro, en los mentideros de palo quemado”, canta enfático, con la frustración atravesada en la garganta.

Samir Gallego nació el 2 de junio de 1987 en el barrio Sindical al oriente de la ciudad, y a la temprana edad de 5 años cambió de vivienda junto a su padre, madre y un hermano. Migraron al barrio Los Chorros, un suburbio de calles empinadas en el sur-occidente de Cali, con el cual estableció una sincera relación de amor y odio: “Yo crecí acá, esto era sin pavimentar. Cuando salgo al balcón puedo ver la belleza de Los Farallones. Atrás está el río, y esa conexión con la naturaleza me hace querer. El odio, es por toda la violencia que pasa en un barrio popular de Cali, con falta de educación y mucha ignorancia”, cuenta Samir con desasosiego, como quien se abruma de solo pensar en donde vive.

En su niñez, cuenta, lo que le generaba más repulsión era ver asesinatos y escucharlos. Comenta, rememorando sus viajes, que cuando, va a otras partes del mundo y ve que los niños no crecen con esa película, aterriza en Cali, y en ese sentimiento enuncia enfático: “Uno acá tiene que vivir ese mierdero”.

Su casa está ubicada en una esquina, al lado de un callejón estrecho de gradas infinitas, un pasaje surreal de zona de ladera,  donde suelen entrevistarlo o tomarle fotos los periodistas que lo buscan para conocer su trinchera creativa. Allí, Samir contempla el micro universo violento y marginal que lo habita y muchas veces lo indigna, por los vecinos que lo impregnan de su infierno y su desidia.

Habla con frustración. Dice, por ejemplo, que hay cosas que para él son el colmo, como que el frente de su casa se convirtió en un basurero y a nadie le importó, o una vez lo intentaron robar y en sus pensamientos solo quería ver la ciudad arder. “Por acá bajaban los encapuchados y si veían un parche de gente, hablaban con mi papá y le decían que iban a voliar ahí …”, recuerda como quien no se cansa de ver injusticias a diario al frente de su casa.

A su padre Gonzalo, nativo de Marulanda (Caldas)  le heredó rasgos de su personalidad  y el criterio para enfrentarse a las adversidades. “Mi papá es bastante mayor. Se fue a los once años de la casa, y lo crió la calle. Él ha sido comerciante toda la vida y creo que su actitud también me ha marcado, porque siempre tuve el carácter de decir yo no quiero eso, no me interesa, así fue con muchas cosas que en el barrio me ofrecían”, dice sin ahondar mucho en los hechos, pero siendo consciente de las problemáticas que usualmente habitan los barrios marginales.

A los 16 años Rimas  se enamoró de la cultura hip hop al conocer su libertad artística cuando observó por su barrio las destrezas de unos raperos con el micrófono, y luego junto a su hermano menor Rus y otros parceros como Nayan, empiezan a experimentar con el free style en la peluquería del barrio, donde les gusta disertar filosóficamente sobre la muerte de Dios, más adelante conocen el break dance en la comuna por unos talleres dictados por el Dj Master Walker. También incursionaron en el grafitti con el apoyo del escritor Repso. La cofradía estuvo lista, y en le 2007 montaron el grupo Odio en tus bafles, debutando en el polideportivo del barrio y ganándose el respeto de la escena por sus letras ácidas y compromiso con un sonido crudo, sarcástico e irreverente que no rinde tributo a nadie, en canciones como “Sobresaliente rap“, “Cali escucha” y “Llueve en la puta pieza “, líricas inconformes y aletosas que representan con honestidad brutal el enorme talento del rap underground de la comuna.

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Un viaje a hip hop al parque en Bogotá en el 2003 celebrado en la media torta, se convierte en un punto de giro fundamental para su vida artística porque gracias a una amiga de Medellín, con la que se encontró en el festival, llega a sus manos la revista “Doxa”, y al leerla comprende la filosofía de la cultura hip hop como conciencia colectiva independiente. En esa revista se encontraba la Declaración Internacional de paz del Hip Hop, firmada por activistas y pioneros como Krs One y Afrika Bambaata. Allí, en ese texto publicado hace 20 años ante la ONU, definen al Hip Hop como  una  “Cultura universal de amor, respeto, unidad y prosperidad que busca de manera categórica la paz entre los pueblos”. Para Samir, a partir de ese momento, estos valores toman sentido en su manera de crear, de escribir  y de sentir el rap.

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La famosa brisa fresca de las tardes caleñas adorna el Bulevar del río, mientras Emci Rimas se pasea por la Feria Internacional del libro en Cali que se celebra en octubre. Allí, en medio de un ambiente donde se le siente cómodo, recuerda cómo el escritor portugués Fernando Pessoa con sus obras El libro del desasosiego y Todas las cartas de amor son ridículas, resultó siendo una fuente de inspiración completa para su álbum Esencia del Alma, publicado en 2011. Para él, como rapero y poeta, la literatura y la poesía resultan innegables en su manera de hacer arte. “El hip hop es un género literario, porque siempre he querido que la gente sepa lo ligado que está el a la literatura y a la poesía, y sé que hay otros artistas que cuentan historias con esa carga poética”, dice, y tiene razón, el rap es literatura hablada que revela y testimonia una herencia que integra y re-ordena, amplifica y subvierte, pero sobre todo es resistencia, es coraje. Para la muestra, el premio Pulitzer que recibió Kendrick Lamar en 2018, descrito como “una colección de canciones virtuosas unificada por su autenticidad vernácula y dinamismo rítmico que ofrece viñetas conmovedoras que capturan la complejidad de la vida afroamericana moderna”, según la academia.

Innovador y transgresor como MC y poeta, Rimas resalta que  “con el hip hop puedo describir lo que  quiera sin miedo a nada, porque  esa música es la libertad de expresión en su totalidad, y como mis influencias fueron desde la poesía en la música, en La Esencia del Alma justamente yo vivía todas esas cosas, ese era el momento de mostrar que ya sabía escribir de esa forma”.

Cada una de sus canciones son resultado de una profunda introspección de soledad creativa, de desnudar sus contradicciones,  donde la melancolía, la tristeza y la nostalgia sobresalen en el pentagrama de sus emociones.  “Mi proceso tiene que ver con lo que vivo, con mis estados de ánimo. Si no estoy con la necesidad de decir algo inmediato, no me siento a escribir para nada. Es como un rompecabezas, están ahí las piezas, pero están guardadas. La poesía es sobre eso. Mis canciones son como mensajes al espacio. Mis poemas son intentos de verme de cerca”, comenta. Para él, uno crea una burbuja y se encierra, solo uno y sus líos. Al final el hip hop le ayuda a desahogarse. Siente que el hip hop lo rescata de esas cosas. “Desde niño me pasó,  y uno se vuelve un fantasma ahí en la casa, y si vive solo, también,  empieza esa soledad y por más que uno escriba algo muy fantástico de las cosas que uno vive, eso le pasa factura porque uno más adulto ya no las puede controlar”, reflexiona como quien vuelve a sus recuerdos con una nostalgia que agobia.

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En su devenir por los estudios y los oficios, Rimas ha incursionado por la filosofía en la Universidad del Valle, la fotografía en el Instituto Popular de Cultura, y el francés en la Alianza Francesa. En el año 2020 cuando inició la pandemia, Rimas tuvo una corta y fructífera estancia en Francia, en la ciudad de Montpellier, que lo transportó hacia otras frecuencias artísticas.

“Allá me dediqué mucho más a la fotografía. Observé la luz que solo había visto en pinturas. Todo eso fue un cultivo que me permitió escribir y hacer varios instrumentales, tengo bastante material para un nuevo trabajo: Los Viajes de la luz, el cual surge después de verme un documental donde dicen que si el sol se apagara, nos daríamos cuenta 8 minutos más tarde, y yo me quedo pensando y en mi mente veía una vieja miscelánea con estanterías, y miraba la entrada de la luz. Esa imagen poderosa fue la que me dijo que tenía que hacer un nuevo disco y poner esas imágenes sencillas que para mí son bonitas, pueden ser sepias o en blanco y negro“, cuenta emocionado el poeta  porque en el 2021 se conecta con el laboratorio REXISTENCIA HIP HOP y ocurre una sinergia creativa para darle más vida a las 8 canciones que componen Los Viajes de la luz.

El disco, cuenta, se está creando de manera artesanal, como un fanzine auditivo. “Un collage donde la creación de las letras ha sido , como recortar desde mis sentimientos y mi memoria. Es un trabajo donde hago nuevas canciones y las voy mostrando a la gente. Es algo que está vivo, como una planta a la que le aparecen nuevas hojas. Mucha poesía y fotografía propia que apoya los sonidos y detalles, muchos detalles de la naturaleza y de la conexión con ella, la intimidad que representa buscar cuál es la luz de Cali y cómo plasmarla, porque no es fácil”. Para Emci Rimas siempre ha existido la necesidad de compartir su arte con gente de otras culturas. Es por eso que para este trabajó invitó a la japonesa Karen Fushumi a colaborar en este disco. 

“Todos re existimos desde nuestros propios lugares. Yo estoy en otra cosa,  sacando de la oscuridad a otra gente que está como yo. Desde ahí es mi Rexistencia, porque lo que yo estoy diciendo no es ajeno a ninguna persona”.

De ahí que su proceso de creación, sea al mismo tiempo un documento que atraviesa una personalidad silente, pero profundamente conectada con el arte de crear desde una perspectiva que no se sume a las muchas voces que están narrando el país de manera concreta, sino desde un ángulo que ayuda a abstraer y mostrarse ante aquellos que como él, están buscando la manera en que la música les ayude a escapar, por un momento, de esta realidad dolorosa que nos toca y nos agobia a diario.

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No le pierda la pista a Emci Rimas y sígalo en su cuenta de Instagram.

Rexistencia Hip Hop es un laboratorio de formación y creación artística para el fortalecimiento de proyectos musicales con incidencia social y comunitaria. Es una iniciativa creada en conjunto entre la Fundación Cartel Urbano y el ICTJ para visibilizar los procesos y proyectos musicales que encuentran en el Hip Hop una herramienta de cambio para sus comunidades y una oportunidad para seguir promoviendo el pensamiento crítico y la libertad de expresión.

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