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Ilustración de Nefazta

Editorial: El feminismo para cuestionarnos

Este 8 de marzo se conmemora el día por la lucha de los derechos humanos de las mujeres, una fecha precedida en Bogotá por un buen número de juntanzas y agendas feministas. Lo que va de este año ha supuesto trabas y derrotas en algunos aspectos, pero si algo nos ha demostrado el movimiento feminista es que la persistencia permite ocupar los espacios y obliga al pasado a reivindicarse.

Revista Cartel Urbano

Esta semana un trapo morado con una mano alzada sorprendió en el clásico capitalino Santa Fe-Millonarios. El mismo trapo que las feministas colgaron el 25 de noviembre pasado en la  Plaza de la Hoja, fue el que se apropió por unos minutos de una de las tribunas del estadio El Campín para anunciar la celebración del 8M, Día Internacional de la Lucha por los Derechos Humanos de las Mujeres y Día de la Mujer Trabajadora.

El trapo en El Campín fue un anuncio de la celebración, pero también un manifiesto, una manera de afirmarse en un espacio sabidamente machista y masculino, como es el estadio. Aunque muchos  no pudieron  escuchar las arengas que las mujeres cantaban, ningún asistente pudo eludir la tela morada que ondeaba entre el ir y venir de la pelota.

Y así como se tomaron la tribuna, muchas mujeres este 8 de marzo se tomarán las calles de las ciudades colombianas —las mismas calles que las han agredido y en las que han sido perseguidas y acosadas— para exigir su lugar por mano propia.

La agenda es larga y poderosa. Durante varias semanas las feministas se han reunido para  planear y pensar la celebración del 8M, que no solo se reduce a una jornada de movilización, sino que incluye encuentros, espacios de formación y preguntas. Durante estas semanas ha habido debates, desencuentros, nuevos pensamientos y proyectos que prueban que el movimiento es orgánico y fuerte y que se construye todo el tiempo y todos los días del año.

Marzo arrancó de manera agitada y los próximos días no prometen menos. El álgido debate sobre el aborto en Colombia y la posibilidad reciente de su despenalización total no fue tanto una derrota como la  afirmación de una discusión que no concederá tregua a sus  propósitos y que, tarde o  temprano, reducirá al mínimo los privilegios de los sectores más conservadores del país. Que no se haya logrado su despenalización —por ahora— es solo  un peldaño en una pelea que seguirá hasta lograr la solución lógica.

Por otro lado, el año pasado dejó lecciones no solo a las feministas, sino también al resto  de  la  población. Lo ocurrido con el movimiento social que pretendió anexar a su marcha la movilización de las mujeres el 25 de noviembre, es solo una prueba de una idea (ya rancia y reproducida por décadas) que defiende que la lucha por los derechos de todos está antes que la lucha por los derechos de las mujeres. Aunque la movilización del 25N se sumó en una parte a la del Gran Paro Nacional, siguió su curso hasta el Parque de la Hoja.

Asimismo, lo ocurrido en el barrio Santa Fe durante el 8M hace un año cuando por enredos logísticos la marcha no cumplió con el recorrido por la zona, como se había establecido, dejando de lado a las trabajadoras sexuales cis y transgénero, generó profundas discusiones y preguntas dentro del movimiento que, aunque luego fueron tratadas y discutidas, aún pesan sobre muchas mujeres. Esto y el gesto de no conocer  bien los espacios y dinámicas de cuidado del barrio Santa Fe y otros lugares, dejaron lecciones sobre la importancia de reconocer las vivencias y espacios en que se mueven otras mujeres.

El feminismo nos ha  enseñado muchas cosas a lo largo de los años, entre ellas y quizá una de las más importantes, a hacernos preguntas: sobre cómo vivimos, cómo aprendemos, cómo hablamos, cómo y para quién generamos conocimiento, cómo nos relacionamos afectivamente, qué lugar ocupamos frente a otros y qué lugar le negamos a otros. Acciones como las que se han desarrollado en el marco del 8M prueban que esta es una circunstancia que nos atraviesa a todas y todos y una lucha que no se reduce a sus días conmemorativos, sino que es un esfuerzo diario.

 

 

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