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"No aumento. Ratas": el regreso a la esencia del grafiti

Para algunos artistas urbanos y grafiteros bogotanos la pintada con la que amaneció un bus de Transmilenio el pasado 22 de marzo es volver a las raíces de esta práctica: dejar un mensaje contundente, anónimo y que busca generar impacto al manifestar un incorformismo. Otra pintada se repitió hoy, 17 de agosto, con un biarticulado que llegó al Portal El Tunal.

Tomás Tello

En la madrugada del 22 de marzo, un bus de Transmilenio, específicamente uno que cubría la ruta D20 – G22, hizo parte de su recorrido sin que los operarios notaran que en un costado tenía, en letras verdes y grandes, un mensaje contundente: “No aumento. Ratas”. Claramente el mensaje hacía alusión al anunciado aumento de tarifas en el SITP y el Transmilenio a partir del 1 de abril: de $300 pesos para el SITP y de $200 para Transmi.

Desde la Alcaldía y los diferentes medios de comunicación el hecho no demoró en ser catalogado como vandálico; incluso, Enrique Peñalosa advirtió que este tipo de actos son lamentables pues “generan costos que luego tienen que ser pagados con recursos públicos”, mientras que Transmilenio anunció investigaciones para saber quiénes fueron los que rayaron el bus.

¿Pero qué tienen para decir los grafiteros y los artistas urbanos, aquellos que consideran que esta pintada en el bus es, en efecto, la esencia del grafiti y una manera válida de expresar un inconformismo? El grafiti en la capital, en sus inicios en los años ochenta, fue una manifestación al margen de la ley y anónima. Eran pintadas hechas a punta de aerosol, nadie las firmaba y buscaban generan un impacto (lea también Las raíces del grafiti bogotano), tal y cómo sucedió con el grafiti hecho en el Transmilenio: una pintada en aerosol, anónima y en la que los medios y las autoridades pusieron sus ojos de inmediato al igual que la opinión pública, desde los que condenaban el hecho hasta los que lo defendían por parecerles más perjudicial el incremento en las tarifas.

Ceroker, muralista bogotano, recibió de buena manera la pintada y reivindicó el acto como "la esencia pura del grafiti”, consistente en ir de un lado a otro de la ciudad dejando un mensaje, como sucedía desde los años setenta, y aún sucede hoy, en el metro subterráneo de Nueva York. Para él, es un grafiti hecho con la intención de que la mayor cantidad de gente lo vea y “esta vez, de denunciar una problemática social importante”. Además, confiesa que estas intervenciones le producen algo de nostalgia, porque él también comenzó así. Estas pintadas, afirma Ceroker, son una bofetada para el grafiti comercial, una muestra de que “el grafiti real todavía existe”.

 

 

Raya de VSK en 2013 a un Transmilenio en movimiento

 

 

Frente a la problemática social, Luis Liévano “Keshava”, uno de los precursores del grafiti durante su época de estudiante en la Universidad Nacional e historiador de esta práctica en la ciudad, cree que es importante observar el contexto en el que sucede la pintada, enmarcado en la expedición del nuevo Código de Policía y “las alzas injustificadas al aumento de la tarifa del transporte público”. Para Keshava esto es una respuesta a un sistema de transporte colapsado y subraya que los medios hacen la lectura desde el vandalismo, sin ir más allá.

“Fue una maravilla y ojalá lo hagan más, porque eso es solo la primera expresión de lo que se viene”, dice. Y es una respuesta, en medio de todo, que da para repensar lo que es o no vandálico: “no quemaron el bus, no rompieron los vidrios”. Tampoco hubo una interrupción en el servicio, algo a lo que estamos acostumbrados en la ciudad cuando se trata de mostrar inconformismo contra este medio de transporte.

Las políticas del Distrito frente al grafiti han cambiado entre una administración y otra: bajo la administración de Gustavo Petro era ampliamente favorable, como demuestran las declaraciones de la entonces secretaria de Cultura, Clarisa Ruíz, a El Tiempo en 2014. "El grafiti es una de las manifestaciones culturales más desarrolladas del nuevo siglo y debe ser tratado como una práctica artística y no como una situación de crimen o de inseguridad”. Bajo la administración de Enrique Peñalosa, los vientos han soplado en contra del grafiti: en reiteradas ocasiones el actual alcalde y el secretario de Seguridad, Convivencia y Justicia,  Daniel Mejía, han dicho que el grafiti genera percepción de inseguridad. 

 

Pintada de JSCrew en 2013 a un Transmilenio en patios.

 

 

Como lo ha reseñado hasta el diario británico The Guardian, las políticas del actual alcalde van en contra de la actividad de los grafiteros, llamándolos incluso “plaga", a pesar de ser una de las ciudades meca de este tipo de expresión cultural y social. No es algo nuevo de este período de Peñalosa: desde su primera administración manejaba la teoría de la “ventana rota” que, a grandes rasgos, sugiere que un edificio con una ventana rota que no sea reparada rápidamente invita a que la sigan rompiendo.

A las voces de Ceroker y Keshava se une la de Skore, otro de los grafiteros que rayan muros en la capital. Para él no se debe tratar como vandálica una pintada solo por la técnica utilizada. “Si esto lo hubiera hecho un grupo de pacifistas utilizando vinilos, dirían que son héroes, en vez de vándalos”. Además, celebró que el grafiti no tuviera firma del autor. “Es muy chévere que en estas acciones no actúen egos y sea solo por mostrar la inconformidad”, afirma. Frente a la posición de si es o no un hecho vandálico, Cazdos, otro reconocido artista urbano, cree que la rayada al bus sí es un acto vandálico, lo cual es la esencia del grafiti, por ser ilegal, anónimo y marginal.

”Son este tipo de manifestaciones las que mantienen a Bogotá como potencia del grafiti”, dice, a la vez que sostiene que rayar la ciudad así fomenta el diálogo y recupera espacios. “Ese pedacito de bus que él pintó lo está reclamando, porque igual el grafitero es alguien que también paga impuestos y todo”, afirma.

La última rayada en TM

Esta vez, el turno fue para un biarticulado al que un parche de entre 10 y 12 jóvenes con pasamontañas y tapabocas se acercó mientras estaba estacionado en la Avenida Villavicencio con Boyacá, amaneciendo grafiteado la mañana del 17 de agosto en el Portal El Tunal. Con pasajeros adentro, los grafiteros utilizaron cromo y negro para dejar las siglas de la capital: "BTA".

Nuevamente, los medios de comunicación y las autoridades que están hablando de la rayada, calificaron el acto de "vandálico", perpetrado por una "horda de vándalos", incluso llegando a insinuar que los "delincuentes" podían "prenderle fuego al bus"...

La foto de cómo amaneció el bus fue compartida en redes sociales por colectivos como El sello pro. Píllela aquí:

tm_grafiti.jpg

 

 

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