Hace décadas surgió en Brasil un estilo de intervención que no se basa en lo estéticamente agradable sino en la intención de los jóvenes por mostrar un descontento con la sociedad. Al hacerlo, sus exponentes escalan pisos elevados burlando medidas de seguridad y jugándose la vida. Gracias a los artistas latinoamericanos que han visitado este país, la práctica ha permeado el arte urbano en Colombia y otros países, fusionándose con el muralismo e incluso el grafiti barrista.