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Ilutración de @Nefazta

Editorial: Protejamos a los animales… de la humanidad

Con la temporada taurina se activan este mes los repertorios de acción de los grupos animalistas. Mientras aumentan las tensiones entre defensores de los animales y aquellos que privilegian otros derechos, el punto parece seguir siendo el mismo: al final, cuando hablamos de proteger a los animales, hablamos de protegerlos de nosotros mismos. 

Revista Cartel Urbano

No es exagerado decir que cuando hablamos de acciones para proteger a los animales, nos referimos a acciones que buscan protegerlos de los seres humanos. El punto de no retorno al que a diario llevamos al planeta, así como una serie de acciones que escudadas en la cultura han provocado el sufrimiento de cientos de seres vivos, nos ha obligado también a generar estrategias para protegerlos de nuestros propios desastres.

Y es que nuestra relación con los animales ha sido, a lo largo de la historia de las civilizaciones, una mediada por el poder y la opresión. Usamos a los animales: para comer, para vestir, para transportarnos, para experimentar en ellos, para divertirnos o para domesticarlos. Sobre los animales recaen nuestras necesidades, ellos, en gran medida y sin decidirlo, deben suplirlas. De hecho, buena parte de las formas del capital, como el sistema alimentario, está estructurada a partir en la explotación animal. Podría decirse incluso que los sistemas de opresión social a lo largo de la historia —como la esclavitud o el racismo— comparten muchísimas características con la explotación animal.

Incluso a los animales —mejor: los espectáculos a partir del sufrimiento de los animales— los usamos los humanos para “perpetuar la cultura”. La temporada de toros que arranca hoy en Bogotá es ejemplo de esto. Esta temporada fortalece tensiones entre personas en favor de los derechos de los animales y personas que gozan con ver a un toro en la lidia, abriendo de nuevo uno de los debates más tensos que tienen lugar cada año. Aunque la alcaldía de Claudia López anunció que este año no se destinarán dineros públicos para esta temporada —un triunfo, en cierta medida, para los animalistas— las corridas siguen existiendo en la capital y otras ciudades del país.

Al triunfo de los dineros públicos para las corridas y el apoyo del Distrito a la temporada anti taurina se suma el anuncio a principio de año del fin del uso de perros guardianes en las estaciones de Transmilenio. A partir del próximo 11 de febrero entrará en vigencia la medida que prohíbe los perros anti colados en el sistema. Sin embargo, el 2020 también comenzó con noticias agridulces. Después de una lucha durante dos años para volver a su hábitat natural, Chucho, el oso andino de anteojos, perdió la batalla y tendrá que quedarse en el zoológico de Barranquilla, cerrando el debate de si los animales son o no sujetos de derechos.

El debate sobre los derechos de Chucho y otros animales se suma al debate sobre ‘la cucaracha y el bebé’, que volvió a ser tendencia la semana pasada cuando se recordó el episodio de 2017 en que María Jimena Duzan le preguntó a la hoy concejala Andrea Padilla a quién salvaría de estos dos seres en medio de un incendio. El falso dilema basado en la presunción de que la vida de un bebé es sin ninguna duda más valiosa que la de una cucaracha y las reacciones frente a este episodio son prueba de que aún nos falta mucho para reconocer a otros seres vivos como parte de nuestro entorno: como seres sintientes y con personalidad, y no como cosas. Ésta y otras apreciaciones hacen urgentes nuevas y renovadas acciones en favor de los derechos de los animales.

Durante febrero se llevarán a cabo más de 40 actividades entre acciones performáticas, muestras artísticas y movilizaciones que buscan incentivar el respeto por los animales y el fin de la crueldad contra ellos. Estas acciones no solo se enfocan en el fin de la tauromaquia, sino también en otras violencias ejercidas sobre los animales en otras prácticas humanas. Habrá que ver si estas acciones siguen enfocadas en confrontar a los taurinos o en generar pedagogías que puedan acabar con las corridas, si la salida pedagógica aún es viable.

Como medio nos unimos a estas actividades dedicando el mes de febrero a un especial animalista, en el que investigaremos sobre la presencia de perros salvajes en Bogotá, el estado de las movidas antitoreo en el país, los esfuerzos de algunos colectivos por rescatar animales de granja de las manos de las industrias cárnicas, sobre la producción gráfica callejera antiespeciesta, entre otros temas.  

El planeta que hemos construido y las acciones que llevamos a cabo todos los días ponen en riesgo no solo nuestras vidas y las de nuestros hijos. Somos una amenaza para otras especies que nos superan en número, especies que en algunos casos habitan este planeta desde mucho antes que los humanos. Por eso dedicamos nuestros esfuerzos editoriales durante este mes a los animales. O mejor: a los animales no humanos.  

 

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