Una charla con Mojiganga 20 años después de ‘Estúpidas guerras’
Son los papás indiscutibles del skacore colombiano. Y justo cuando creíamos que no se les volvería a ver sobre una tarima, reaparecen para conmemorar dos décadas de un álbum insignia de la música underground colombiana.
Hace 22 años Miguel, Guillo, Mauro y Juanfer, todos estudiantes del colegio Fray Rafael de la Serna de Medellín, decidieron formar una banda así varios de ellos no tuvieran dominio alguno de los instrumentos. Pasaron por los covers de Maná y una que otra canción de salsa. Incluso alguna vez tocaron algún tema religioso, tal vez influenciados por el origen franciscano del colegio. No obstante, una vez terminaron el bachillerato se pusieron serios. Llamaron a Natalia, compañera de Guillo en la academia Amadeus, para que se encargara del saxofón, y a Daniel, el hijo de una profesora de ese mismo lugar, para que tocara la trompeta. Y sin mayor misterio, nació la banda pionera del skacore colombiano que en los noventa les cantó la tabla a políticos corruptos, policías opresores y radicales de la escena musical. “La Moji”, con sus letras incisivas que sacaban del letargo a cualquiera, y sin intención de figurar en revistas, emisoras o canales de televisión, logró poner a la capital de Antioquia como referente del ska, sumándose así al impacto nacional que Medellín ya había logrado con el punk y el metal paisas.
Aunque nunca abandonaron temas como el narcotráfico, el paramilitarismo y las guerrillas, Mojiganga, disco a disco, se fue inclinando hacia las guerras cotidianas que nos tocan a todos: las madrugadas de todos los días para ir hasta “ese negocio de mierda, sin prestaciones ni seguro social” o el estrés que causa tomar el transporte público.
Aunque en 2014 anunciaron su retirada de los escenarios, este año Mojiganga regresó con Miguel (batería), Guillo (guitarra y voz), Natalia (saxofón), Mauro (saxofón), Pollo (guitarra), Coste (bajo), Daniel (trompeta) y Ricardo (trompetista invitado) para celebrar los 20 años de Estúpidas guerras, su primer disco oficial. “Creo que nunca nos fuimos. Hicimos una pausa de los escenarios porque estábamos afuera, pero nunca dejamos de ensayar”, dice Natalia, a lo que Miguel añade: “Lo de la despedida fue porque sabíamos que no íbamos a poder seguir con la misma frecuencia de conciertos. La pausa fue para que cada quien se dedicara a cosas personales. Volvimos porque nos hacía falta”.
Ustedes son pioneros del skacore. ¿Cómo se cranearon semejante género?
Guillo: Cuando empezamos, en 1995, había bandas haciendo ska como Skatula, Niki Town y La Luna, pero fuimos los primeros en mezclar esa música con el hardcore. La gente ya estaba familiarizada con el ska y obviamente con el punk, por esas agrupaciones legendarias de Medellín como I.R.A., entonces esa combinación fue bien acogida porque era un sonido nuevo pero a la vez no tan extraño. Tomamos todo eso, más las bandas que estaban llegando de la USA, como NOFX, y así salió Mojiganga.
Entonces compartían tarima con bandas punk…
Miguel: Sí, siempre hemos sido muy amigos de los punkeros.
"Cuando alguien te dice cómo tienes que hacer las cosas para vender más discos estás vendiendo un pedacito de tu ser", Guillo
En aquella época el radicalismo musical entre géneros era fuerte. ¿No se rayaban ellos por la mezcla de sonidos?
Miguel: Sabes que sí. De hecho en el primer concierto que dimos, en Teatro Ensayo, en Medellín, en 1996, estábamos muy asustados porque era un concierto de punkeros y de repente salimos con teclados y trompetas. Eso se volvió una locura pero después del show vinieron las críticas y despotricaron, al punto de llamarnos “papayera” o “grunge”. Los skaters y los punkeros eran los radicales, de ahí salió ‘Radicales’. Con Estúpidas guerras (1997) eso se calmó y la gente se conectó con las letras y actitud punk. Ahí vieron que a pesar de tener sonidos ska íbamos en serio, teníamos un mensaje y pertenecíamos a su sector. Desde la publicación de ese álbum las críticas cesaron.
Natalia: Igualmente, a veces nos tildan de desafinados, pero entendemos que nuestra música no es muy digerible para todos…
Guillo: Las otras bandas que recuerdo de ese día fueron Estado Legal, Ácido Folklorico y Contra Orden. Ahí había punks de esos callejeros y justo nos pusieron de últimos, a cerrar con trompetas.
Natalia: Mi mamá fue y vio una nube de marihuana grandísima. Pensó “Dios mío, cómo le compramos el saxofón a esta muchachita para venir a terminar en esto”. Ese toque hasta lo tengo grabado en casete.
Esa fue la única vez que tocaron De las no alpacas, el primer disco…
Miguel: Fue un álbum que evolucionó a Estúpidas guerras. Ese trabajo nunca se vendió ni se conoció.
Guillo: Lo grabamos en mi casa de una manera empírica, con los instrumentos de viento en el baño. Al escucharlo dijimos “eso es una porquería, debemos replantear todo”. Nos sirvió porque de ahí nos basamos y usamos ciertas cosas para hacer un sonido muy diferente. De las no alpacas fue hecho en una transición del bachillerato a la universidad, ya sabíamos que estábamos más grandes y necesitábamos compartir escenario con bandas más serias. Lo que hacíamos antes era muy infantil.
Natalia, dijiste que los han llamado desafinados. ¿Tienen todos formación musical?
Natalia: Hay unos que tienen más estudios que otros. Los demás son empíricos. Acá no hay músicos súper dotados de academia o graduados de música. Dani y Mauro desde chiquitos estudiaron música, otros tuvieron profesores particulares.
Guillo: No somos virtuosos y tampoco pretendemos serlo. A veces tratamos de hacer las cosas de una manera sencilla para que suenen bien, dependiendo de nuestras capacidades.
Miguel: Hemos aceptado las limitaciones que tenemos en ese aspecto pero tampoco ha sido una barrera para sentirnos tranquilos tocando.
A “La Moji” aún se le cataloga de under…
Miguel: Lo más comercial que hemos hecho es ser #1 en un top de Radioacktiva, ganar un premio Hard Rock Taller a mejor banda alternativa y estar nominados en unos premios Shock junto a Shakira por mejor carátula.
Guillo: Esta es una banda sin sonido comercial. Lo hemos rozado pero no pretendemos eso.
Natalia: Tampoco pensamos en no hacer tal canción porque seremos comerciales. No tenemos en cuenta ni lo uno ni lo otro.
Pollo y Mauro
¿Por qué esa inclinación hacia lo independiente y la autogestión?
Guillo: Por que es la forma más honesta de hacer las cosas, sin traicionarte a ti o a tus fans. Cuando alguien te dice cómo tienes que hacer las cosas para vender más discos estás vendiendo un pedacito de tu ser. También es más fácil: entre nosotros arreglamos la plata, las grabaciones de los discos y no dependemos de las presiones de alguien para sacar algo o tocar en un sitio que de pronto no nos guste. Tenemos control sobre nuestra música y actividades.
Natalia: Después de Señalados (1999) tuvimos unas propuestas. Luego de revisarlas vimos que eso no iba con nosotros, no nos sentimos cómodos y decidimos seguir autogestionándonos.
Guillo: También cuando esto se te vuelve un trabajo dejas de disfrutarlo. Nosotros no debemos pensar en tocar para pagar la renta.
Los han tildado de banda egoísta. ¿A qué se debe?
Miguel: Yo creo que ese tema se da más con los medios. O también nos creen un poco antipáticos, creídos o egoístas porque no estamos pendientes de figurar en esas cosas o no pedimos votos para ganar un premio. Por ejemplo, si hay un festival y todo el mundo se presenta para pasar, nosotros decimos que hasta no ser invitados no vamos porque no nos gustan los concursos. Personalmente odio que haya jurados para elegir bandas, me parece patético y detesto que en las convocatorias las bandas toquen y el jurado diga “usted, usted y usted”. Entonces ese tipo de actitud hacia los medios, que están acostumbrados a mucha pleitesía, a veces puede parecerles egoísmo.
Guillo: No podemos tocar siempre donde nos inviten. A veces aceptamos pero tenemos cierta producción, entonces a veces terminamos en sitios con mal sonido. Nosotros necesitamos cierta calidad y condiciones para que “La Moji” suene bien y estemos cómodos, nosotros y los fans.
"Al final la paz es justicia social y eso significa que la gente pueda acceder a las mismas oportunidades, tenga los mismos derechos y haya más equidad", Miguel
¿Cuando hablan de festivales, se refieren a Rock al Parque y Altavoz?
Miguel: Yo creo que ese festival es Altavoz, por ser el de Medellín. Cuando ellos consideren que debemos estar, pues vamos. Con Rock al Parque nos pasó una cosa: cuando nos presentamos con Señalados no pasamos, entonces dijimos “nunca más nos presentaremos hasta que nos llamen y nos inviten”. Y así fue (en 2010).
Natalia: Una vez fui jurado para Altavoz… Nunca en mi vida vuelvo a hacer eso. Fui y a todos los califiqué bien. Había unos más “chiquis” que otros, sin tanta cancha, pero era obvio que no era lo mismo. Fue horrible.
Miguel: Hace poco me decía Ricardo, de una banda llamada Asuntos Pendientes, que tienen un asunto con Altavoz respecto a la categoría, porque ellos son muy ska punk, entonces los califican como “No tan representativos del género”. ¡Qué es eso! Deberíamos hacer una canción sobre eso.
Guillo: La música no debería ser una competencia. En los festivales, de 50 bandas escogen 10 según el criterio del jurado, pero no saben si las no elegidas tal vez tengan muchos más fans a los que les encante esa falta de sonido particular o característico. Cuando Nirvana empezó la gente no sabía qué era eso, pero les gustaba por ser raro.
Miguel: Por eso cuando hacemos parte de la producción intentamos poner bandas poco conocidas, que los fans las escojan en nuestro muro o digan qué quieren ver. Así hemos terminado tocando con gente que puede ser un man disfrazado de pollo, porque no nos gusta medirle el talento a otras agrupaciones.
¿Qué tal la movida del ska paisa actualmente?
Natalia: Asuntos Pendientes nos encanta.
Coste: Ellos son una propuesta diferente, siento que cada vez siguen surgiendo más agrupaciones así. Yo creo que el género es cíclico y constantemente se va retomando la movida.
Ricardo (trompetista de Asuntos Pendientes e invitado en Mojiganga): Veo que ahora hay mucho ska y le estamos metiendo la ficha bastante, sin embargo a veces veo un radicalismo hacia el ska tradicional, sesentero, y no le dan espacio al de otro tipo.
Ricardo y Coste
¿A qué se refieren con eso que dicen en ‘Afán de fama’: “hoy en día tener una banda se volvió una payasada”?
Miguel: Es una crítica a las bandas que tienen un afán de ser famosas por encima de ser leales a su música, su público o lo que les gusta, un afán de mezclarse con cualquier fusión, rogar votos o ir a programas de radio o TV en los cuales ni desearían estar.
¿Qué experiencia tuvieron con la policía para sacar un tema como ‘Contra la pared’?
Guillo: Es una ironía hacia el trato que tienen con el ciudadano común y corriente. Obviamente ellos se encargan del orden civil, pero cuando hay un crimen menor, como tener la placa pintada de otro color, te tratan diferente a un político que se acaba de robar cien millones del presupuesto nacional. Al pobre lo tratan mal y al político le dicen “caballero”.
"A veces nos tildan de desafinados, pero entendemos que nuestra música no es muy digerible para todos…", Natalia
Hace diez años, en ‘La paloma’, ustedes dijeron que la paz “tal vez no existe o nunca se alcanzará”. ¿Hoy cuál es la posición al respecto?
Miguel: “Solo es justicia social lo que queremos”, continúa la canción. La paz es un imaginario como cuando dices el amor o la felicidad, son muy abstractos. Al final la paz es justicia social y eso significa que la gente pueda acceder a las mismas oportunidades, tenga los mismos derechos y haya más equidad. No es un documento firmado ni una paloma pintada, es un montón de acciones que incluso comienzan por uno mismo, por el respeto y la ayuda hacia los demás.
Guillo: Son procesos que pueden tomar generaciones, pero la idea es cambiar la idiosincrasia de un país. Es necesario ver qué tan bueno puedes ser con tu familia y crecer como persona.
Miguel: Eso sí, nosotros creemos que cada arma que deje de existir es una muerte menos, menos violencia y menor desplazamiento de niños.
¿Siguen vigentes algunas otras temáticas que hayan tratado en sus discos?
Guillo: Aún tenemos desplazados, estúpidas guerras y servicio militar. Han pasado 20 años pero seguimos peleando por las mismas cosas.
¿Se está cocinando algo nuevo?
Natalia: Sí, hay algunas maquetas y vamos haciendo todo como siempre hemos hecho, sin presiones. Pensamos en grabar cuando ya tengamos listo el disco y dejar que todo fluya.
Próximos toques de “La Moji” este año: el 19 de octubre en Arena Rock (Medellín), el 20 de octubre en Cali, el 21 de octubre en el Cosquín Rock (Bogotá) y probablemente en noviembre otro show más en Ciudad de México.