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Dancehall raizal, rap indígena y rimas en palenquero: la cultura se preserva cantando

San Basilio de Palenque, la isla de San Andrés y el municipio antioqueño Valparaíso son hoy las cunas de bandas que escriben sus letras en los lenguajes criollos de sus pueblos con el fin de rescatar las tradiciones. Y ellos, además de artistas, son parte activa de sus comunidades.

Alejandro Mazuera Navarro

En las montañas del suroccidente del departamento de Antioquia, un indígena joven está labrando la tierra con su azadón. Dairon Tascón trabaja en una parcela de maíz en el municipio de Valparaíso, más específicamente en el Resguardo Marcelino Tascón, nombre  del primer líder de esta comunidad, del cual Dairon es tataranieto. El chico vive en este lugar junto a más de 300 familias del pueblo indígena Embera Chamí.

A la misma hora, en los Montes de María (Bolívar), otro muchacho está sumergido también en un cultivo de maíz. Se trata de Edinson Miranda, él siembra junto a su padre en San Basilio de Palenque, un corregimiento en el Municipio de Mahates que es, según la Unesco, Patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad. Allí, hombres y mujeres descienden de quienes lograron escapar del yugo de la esclavitud y conformar el primer pueblo libre de América, en el que hoy se conservan muchas raíces de diversos pueblos africanos.

Mientras el joven indígena y el palenquero trabajan la tierra, en Bogotá dos raizales sanandresanos, Hety y Zambo, preparan un festín con uno de los platos insignias de la isla, el rondón, en el que se mezclan las colitas de cerdo con mariscos, ñame y otros ingredientes, todo en una base de leche de coco.

Aunque distantes en el territorio nacional, estos cuatro jóvenes comparten el hecho de utilizar el arte para exponer su cultura y preservar sus lenguajes tradicionales. Pero no todo es música: cada uno continúa realizando actividades propias de los habitantes de sus comunidades. “La música va en el Palenquero, pero la agricultura también, y eso, de una u otra manera, va conectado”, explica Edinson Miranda, quien toca el tambor alegre en Kombilesa Mi, un grupo de hip hop que incluye en sus rimas la lengua criolla palenquera, una mezcla de español, portugués y lenguas bantús del Occidente africano.

Dairon Tascón, desde Valparaíso, hace parte de Linaje Originarios, una agrupación de rap en Lengua Embera Chamí. Y, por su parte, Hety and Zambo se hacen llamar los reyes del creole, pues hacen dance hall en la lengua criolla que se habla en todo el archipiélago de San Andrés, la cual integra el inglés con algunos rasgos de vocablos africanos.

Así, la música se convierte en una forma de lenguaje universal y poderoso que puede preservar raíces, mostrarle al mundo lo valioso de la cultura propia y contagiar el ritmo tradicional. Por ejemplo, en la presentación de Linaje Originarios en La batalla de los gallos 2016 de Red Bull, Brayan y Dairon Tascón, los dos primos que forman este grupo, eran seguidos con las manos arriba por cientos de personas que movían sus cabezas aún cuando no comprendían por completo las letras. “¡Representando a la cultura indígena!”, dijeron sobre el escenario.

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Foto de Alejandro Mazuera

 

 

La música es capaz de conectar artista, mensaje y público. Cuando Hety and Zambo cantaron en Alemania se convirtieron en los mejores embajadores de su tierra. “Logramos que supieran que existe San Andrés y Providencia, la gente se asombraba de que fuéramos de Colombia y cantáramos en creole. Entonces les explicábamos de dónde veníamos y cómo era nuestra cultura, ya que las islas ni siquiera aparecían en el mapa”, explica Hety.

 

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Este es un proceso de doble vía: los artistas no solo por fuera de sus comunidades logran dar a conocer lo que son, sino que al interior de ellas se convierten en referentes, como sucede en Palenque. Cuando caminé por sus calles escuché a los niños cantando al ritmo de Kombilesa Mi: “To kusa ri lo i ke tá kandá / ta sendá pa komunirá ri Palenge" (“Todo lo que canto es para la comunidad de Palenque”).

El historiador de San Basilio, Alfonso Cassiani, me dijo que incluso hubo brotes de racismo dentro del mismo país por el uso del lenguaje. “Cuando llegábamos de niños a Cartagena, la burla por nuestro hablado, por nuestra lengua, era constante. Recuerdo la angustia de mis papás diciéndonos “traten de no hablar así para que no se burlen de ustedes”. Muchos palenqueros que estudiaron en Barranquilla durante la década de 1980 negaron su origen. Solamente a principios de los noventa llegó a escribirse la lengua, antes de eso era totalmente oral. El proceso de recuperarla en estos 20 años ha sido demostrar que no es un español mal hablado. Con Kombilesa Mi se da un salto, pues es una propuesta para el uso cotidiano, que era una de las falencias que teníamos. Podríamos decir que es un grupo revolucionario que acelera el proceso de la identidad nuestra”.

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Foto cortesía de Kombilesa Mi/Guillermo Camacho

 

 

Andriss Padilla (más conocido como “Afroneto”), el director del grupo, tiene claro que la música que hacen goza de un propósito. “Kombilesa Mi hace la difusión de la cultura palenquera a través de la música, narrando la cotidianidad de Palenque, diciendo que hay una lengua propia, que es el primer pueblo libre de América, que tiene el mejor libro de cocina del mundo (elegido en China en 2014). Además estamos dando a conocer la música tradicional cuando fusionamos toda esa riqueza con hip hop y mostramos los instrumentos tradicionales”.

Por su parte, los raizales de la isla de San Andrés son descendientes de las personas que llegaron de África. Existe esa raíz que se une a un componente británico, por la cual muchos de los bailes típicos en el archipiélago son los que se practicaban en los salones de los ingleses, como la mazurca, no obstante, tiene una cadencia propia. “Tiene un ritmo africano —explica Benny Guevara, Dj y productor del grupo Hety and Zambo—, no es tan cuadradito como lo Europeo. Si tú te pones a mirar, no hay un instrumento netamente de África en la musicalidad de la isla, pero el ritmo, el feeling, es negro”.

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Foto cortesía de Hety and Zambo/Sammy Martínez

 

 

“Nosotros no decidimos cantar en creole, el [lenguaje] decidió que teníamos que cantar con él —explica Zambo—. Muchos cantantes que salen de San Andrés deciden hacerlo en español para que sean más fácilmente entendidos en la “Colombia continental”. Nosotros dijimos “vamos a pelear”, a seguir con lo nuestro, con nuestra cultura, y a defenderla”.

 

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Para difundir las raíces propias hay que vivirlas. Por ejemplo, hay que ser un indígena más del Resguardo Marcelino Tascón, en Valparaíso, y unirse a las jornadas de trabajo comunitario que realizan. Estar ahí cuando se corta la caña panelera, que es propiedad colectiva, con la cual los Emberás fabrican la panela. Precisamente cuando hay que hacerlo, Brayan y Dairon, de Linaje Originarios, aparte de trabajar, cantan en los cañaduzales y algunos se acercan para escuchar las rimas y sentir el flow de sus paisanos. Pero la espiritualidad y armonía con la madre Tierra son prioridades en los pueblos originarios, por lo tanto, más allá de los ritmos y el estilo del fraseo, las letras de las canciones deben estar conectadas con la Pacha Mama, los saberes del pueblo y el equilibrio natural. Es por eso que mientras una fogata ilumina la oscuridad de la noche, los miembros del grupo de rap en lengua Embera cierran los ojos en actitud de meditación y entran en comunión con ese universo que narran sus canciones.

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Foto de Alejandro Mazuera

 

 

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En Palenque la gente se organiza en Kuagros, una especie de parche en el cual se reúnen vecinos de infancia. Comparten y se ayudan (lo que llaman “gavilaneo”). Si uno de los miembros tiene una necesidad económica extraordinaria, entre todos la solventan. Aunque los de Kombilesa Mi pertenecen a un Kuagro, ellos son un Kuagro en sí. “Tiene un objetivo claro, aportarle al fortalecimiento de la cultura palenquera —explica Alí Fernando Navarro, cantante conocido como ‘MC PM’—. Nos dedicamos a descubrir talentos, hacemos un festival de hip hop y un evento de artistas. El compañero Andriss da clases [gratuitas] de lengua y yo de percusión”.

“Trabajamos con los jóvenes porque cuando terminan la secundaria van a salir a otras realidades —explica “Afroneto”—. Cuando vayan a la universidad (a Cartagena, a Barranquilla o a Bogotá) y sean víctimas de discriminación, deben estén preparados para que sepan de dónde vienen, por qué hablan así, por qué se visten así. Siempre excluyendo la violencia”.

Kombilesa Mi canta: “soy pelo duro pero con orgullo / mi pelo fucú / no se cae como el tuyo”. Keila Miranda, MC del grupo, da talleres de peinados a la niñas con una muñeca como modelo. Ella me explica que los peinados “fueron mapas de guía para quienes querían escapar de la esclavitud. Se subían a las montañas, miraban el camino que debían cruzar para  llegar hasta un lugar y lo que hacían era decirle a una peinadora el trayecto, ella iba trazándolo en la cabeza de cada mujer” explica Keila.

Linaje Originarios, Kombilesa Mi y Hety and Zambo muestran que la música no es solo diversión y que lo ancestral y tradicional puede llegar a las nuevas generaciones cuando se condimenta con lo moderno: “Fusionamos lo urbano con lo típico. Resaltamos los ritmos musicales nuestros como en una canción que se llama ‘Mi Bunky’, que tiene la mandolina, en vez de bajo usamos las tinajas, y también la quijada de caballo, que son instrumentos de la música típica de la isla”, cuenta Zambo. “Hacemos RFP: Rap Folclórico Palenquero con los instrumentos tradicionales”, dice Orli Manuel Reyes, quien toca la marímbula (la idea es que reemplace al bajo) en Kombilesa Mi. “Nosotros rescatamos nuestra cultura, por eso cantamos en nuestro idioma”, explica el rapero Embera Chamí Dairon Tascón.

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