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Si un policía coge a un grafitero pintando ya no le podrá quitar sus materiales

El nuevo Código de Policía mantiene un concepto negativo del arte callejero y lo establece como una conducta contraria al cuidado e integridad del espacio público, pero también quiere limitar el uso de la fuerza de los policías al momento de encontrar a alguien rayando una pared.

Andrés J. López / @vicclon

Han pasado cinco años desde el asesinato de Diego Felipe Becerra  “Tripido” mientras pintaba una pared en la Avenida Boyacá con calle 116. Este evento, que el pasado 22 de agosto arrojó la condena del patrullero que le disparó, Wilmer Antonio Alarcón Vargas, llevó a que se replantearan las reglas de juego al hacer grafitis en la ciudad.

Desde 2011 se han proferido normas como el Acuerdo Distrital 482 de 2011, el cual le da facultades a la Alcaldía para reglamentar la práctica del grafiti, incluyendo los lugares autorizados para pintar. En desarrollo de esta norma, la Administración promulgó el Decreto 75 de 2013 y el 529 de 2015. Ambos establecen un listado de lugares no autorizados para la práctica del grafiti:  paraderos de Transmilenio y del SITP, ciclorutas, señales de tránsito, semáforos, señales institucionales, entre otros espacios públicos.

También, el Decreto 529 de 2015 estableció la creación de un Comité para la Práctica Responsable del Grafiti, dedicado a elaborar estrategias y acciones que regulen las pintadas en Bogotá, además de proteger a todo aquel que pinte las paredes. Hugo Bohz, representante suplente de los grafiteros en el Comité –la titular es Lady Cristal–, siempre ha visto con preocupación el trato que las autoridades policiales dan a los artistas urbanos, más a raíz de lo sucedido con “Tripido”.

“Estos artistas siempre se han visto sometidos al maltrato de la policía. Nuestro objetivo es que se les respete y se les trate como personas que quieren expresar su inconformidad, no como vándalos”, explica Hugo.

El nuevo Código de Policía empezará a regir desde el 29 de enero de 2017 y trae una norma –parágrafo 4 del artículo 140– que, precisamente, quiere evitar los maltratos de la Policía contra los grafiteros: “bajo ninguna circunstancia, el ejercicio del grafiti, justificará por sí solo, el uso de la fuerza, ni la incautación de los instrumentos para su realización”.

Sin importar que el grafitero esté pintando o no en un lugar autorizado por la Secretaría Distrital de Cultura, nunca podrá un policía maltratarlo ni quitarle sus aerosoles, pinturas y demás. Esto resulta novedoso frente a lo que establecían las normas anteriores sobre el grafiti.

Eso sí, el nuevo Código de Policía mantiene los lugares no autorizados para pintar de las normas anteriores, y añade otros: postes, fachadas, antejardines, muros, paredes, elementos físicos naturales, tales como piedras y troncos de árbol, de propiedades públicas y privadas, sin el debido permiso. También establece otras medidas correctivas y sancionatorias, como una multa de $183.856 y la reparación del inmueble.

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Franco, un grafitero que ha participado en las reuniones de la Alcaldía para dar a conocer las normas del nuevo Código de Policía, sabe que es inútil luchar contra la prohibición de los lugares y dice que los grafiteros seguirán pintando donde deseen, con o sin permiso, pero ve como un avance positivo el no uso de la fuerza ni la incautación del material de trabajo.

“Esta medida es muy buena porque los aerosoles son nuestras herramientas de trabajo y es injusto que vengan a quitárnoslas como si nada, como si a un zapatero se le llevaran sus zapatos. También apoyo la prohibición en el uso de la fuerza; los policías se valían de su uniforme y varios le daban golpizas al que agarraran rayando en la calle”, afirma.

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Foto de Javier Campuzano

 

 

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