El viaje gráfico de Power Paola por Suramérica
Ushuaia, Humahuaca, Tupiza, Potosí, La Paz y Cuzco son solo algunos de los escenarios que esta ilustradora recreó en su nuevo libro Nos Vamos. Durante el recorrido, que duró dos años, esta mujer no paró de dibujar y escribir en sus libretas de apuntes. El resultado es una obra en clave de novela gráfica, que también puede interpretarse como un colorido diario de campo.
Es una historieta multicolor, sin muchas viñetas, en la que la ecuatoriana cuenta su viaje de dos años por Suramérica a través de su particular narración gráfica. Viajó con su novio, Pablo, desde Buenos Aires hasta México, pasando por lugares como Ushuaia, Salta y Humahuaca, en Argentina; Tupiza, Uyuni, Colchani, Potosí, La Paz y Copacabana, en Bolivia; Lima y Cuzco en Perú; Santiago de Chile y Bogotá.
La historia arranca con unas escenas en Tolhuin, un municipio de la provincia de Tierra del Fuego. Luego aparece Paola Andrea Gaviria (o Power Paola), convertida en caracol, transportando su casa y, en general, su vida. También retrata una mañana con Pablo en Ushuaia (una ciudad más conocida como Fin del mundo): se cuentan sus sueños, hacen el amor en distintas posiciones, hablan de viajes y lugares.
“Andar en bus cuenta más. Se ven y se conocen muchos más lugares y personas que cuando viajas en un avión”.
Luego dibuja el último día en Fin del mundo y su preparación antes de ir a Buenos Aires, en 2013. En una lista de palabras resume aquellos 12 días: Ushuaia, Pablo, montañas, nieve, nube, pie, mensajes, pájaros, árboles, incomprensible, soledad, champagne, papel, compartir, camino, confesiones, dibujo, frío.
En Buenos Aires la pareja compró pasajes de bus para irse al pueblo Tilcara. Se cortaron el pelo y quedaron igualitos, y a partir de ese punto Paola empezó a dibujar a su novio con cara de lobo.
Viajaron en bus, en Jeep, en bicicleta, en lo que pudieran. “Andar en bus cuenta más porque se vive la experiencia de forma diferente —explica Power Paola—. Se ven y se conocen muchos más lugares y personas que cuando viajas en un avión”.
Describe, a través de sueños y diálogos con Pablo, el trayecto hacia Bolivia por Humahuaca. En su libreta de apuntes, que luego se convirtió en el libro Nos Vamos, los colores cambian de acuerdo con el destino. “Yo nunca pensé que iba a ser un libro. Fue algo que nació sin querer queriendo. Solo quería dibujar lo que viviera en el viaje. Eran varias libretas que llevé a La Silueta (la editorial que publicó el libro) y les encantó”.
“A Bolivia ya había ido dos veces y me había devuelto con la misma sensación de las veces anteriores. Es un país que no se adapta al turista, sino que el turista tiene que adaptarse".
Salieron de Tupiza hacia Uyuni, y terminaron durmiendo una noche en Colchani. Tomaron un tour desde el hostal en el que estaban y se fueron con un grupo pequeño de norteamericanos.
El salar de Uyuni —el desierto de sal más alto del mundo— estaba bloqueado a causa de unas manifestaciones encabezadas por lugareños que querían impedir la construcción de una nueva carretera. La ciudad llevaba 2 meses bloqueada. El tren estaba paralizado y el aeropuerto cerrado. Paola y Pablo se vieron obligados a dormir en Colchani, en un hotel de sal, sobre un bloque de hielo a una temperatura de -3 grados.
“Eso se volvió como una película de acción —cuenta la historietista—. Nos rompieron los vidrios de la van en la que íbamos y terminamos durmiendo en ese hotel con un baño para todos y un helaje que por lo menos nos dejaba más tranquilos que la ansiedad de no poder irnos”. Salieron a las 5 de la mañana hacia el salar para que los de la protesta no se dieran cuenta.
Luego fueron a Potosí, a La Paz, a Copacabana y al lago Titicaca. Bolivia fue el país que más tiempo les tomó durante el viaje. “A Bolivia ya había ido dos veces y me había devuelto con la misma sensación de las veces anteriores —asegura la mujer—. Es un país que no se adapta al turista, sino que el turista tiene que adaptarse. Ahora las vías en Tupiza ya son pavimentadas y hay más hoteles que cuando yo fui: solo existía la casa de una señora que alquilaba habitaciones. En este último viaje a Bolivia vi a la gente más contenta y más orgullosa”.
Entraron en un bus por Cuzco a Perú y luego pasaron a Lima, donde Power Paola iba a hacer el lanzamiento de su libro Virus Tropical, en la Feria del Libro. Le habían ofrecido pagarle el tiquete desde Argentina y ella pidió que se lo cambiaran por la estadía en el hotel en Lima, entonces se fue en bus, recorriendo pueblos y municipios. Le tomó un mes llegar a la capital peruana.
En Perú el libro pasó de tonos verdes y azules a rosado, y de diálogos cortos a conversaciones profundas y dibujos de figuras precolombinas que vio en museos.
“Yo me fui editando poco a poco —explica Paola—. A lo largo de todo el recorrido hasta Lima (aunque ahí no terminó el viaje) estuve dibujando y escribiendo solamente lo que me parecía que debía dibujar. Mi edición no fue racional sino intuitiva. Todo es tal cual como es el cuaderno, no fue pensado”.
Pero, ¿por qué viajar acompañado para hacer un proyecto tan personal? “Es enriquecedor ver a través de otros ojos. Uno se sale de su zona de confort cuando viaja con alguien, se va conociendo pero también va viendo cosas que no hubiera entendido sin la mirada del otro”.
Después de la feria fueron a Bogotá, a Buenos Aires (donde Pablo se quedó), a Santiago de Chile y Xalapa: en cada lugar ilustró sus pensamientos ante cada situación. Se preguntó muchas veces si algún día podría ella dibujar y escribir tranquila, sin pensar en likes, tuits, retuits, invitaciones y elogios. Concluyó que “los viajes te invitan a soltar”.
Los diálogos en cada lugar fueron el eje fundamental para contar la vida de residentes y turistas. Por eso ahora Power Paola está creando un proyecto con La Silueta en el que va a ilustrar diálogos, acompañada de otros artistas. “En un momento de mi vida sentí que no conocía mucha gente, así que contacté dibujantes e hicimos diálogo en cómic. Nos sentábamos a dibujar con los mismos materiales y en las mismas condiciones, pero cada uno con versiones distintas”.
Esta mujer, en resumidas cuentas, se redescubrió gracias al largo viaje. “En Latinoamérica somos muy parecidos y al mismo tiempo muy distintos entre países —asevera Paola—. Al escuchar las maneras de hablar, empecé a cuestionar la mía. Al no ser de ninguno de estos lugares, pude sorprenderme y encontrar magia en paisajes que a quienes los ven y los viven todos los días no les parecen de otro mundo, como sí me parecieron a mí”.