Así son las trincheras de los artistas
En uno de estos espacios se hacen cabezas humanas en cerámica para sembrar plantas. En otros hay óleo, geometría, escultura, carboncillo y, sobre todo, trasnocho y ganas. Sin importar el tipo de obra, en estos seis talleres bogotanos se atrincheran algunos artistas para darles vida a sus creaciones.
Fotografías de Ricardo León Jatem/www.yositomofoto.com
Sebastián Aldana Romero
Los talleres de la Galería 12:00
Cll 75ª No. 20C-62
Esta galería/taller funcionó durante tres años (de 2009 a 2012) en el hotel 104 art suites. Después, Mauricio Gómez Jaramillo, su fundador, decidió alquilar una casa de mediados del siglo pasado en el barrio San Felipe. Arregló la galería en el primer piso y después se le ocurrió la idea de subarrendar las cuatro alcobas restantes (en el segundo piso) a artistas que desearan tener su propio taller.
Francy Jiménez, Camila Duque y Gabriela Castillo trabajan en el primero.
Catalina Hoyos García, Juan Sebastián Testa y Snyder Moreno, artistas plásticos egresados de la Universidad Nacional, ocupan otro de los cuartos.
“A los artistas, como a cualquier otro profesional, les interesa tener un espacio en donde puedan trabajar con tranquilidad —dice Mauricio—. Los talleres les permiten martillar, taladrar, etcétera, sin estar incomodando en sus casas”.
Alice Jiménez y Ana María Lozano, ambas estudiantes de la Universidad Javeriana, alquilaron otra de las alcobas.
“Si los artistas me presentan un buen proyecto —asegura Gómez Jaramillo—, existe la posibilidad de que este sea exhibido en la galería”. Por estos días, 12:00 cuenta con un taller libre.
Taller Trez
Cra 42ª No. 20-35
En 2012, el taller número tres de la facultad de artes de la Universidad Javeriana desapareció para siempre. Carolina Fuenmayor y Diego Ayerbe, artistas visuales de dicha institución, necesitaban un espacio para trabajar.
El profesor y pintor Alfonso Álvarez les ofreció el espacio que ocupan actualmente ellos y otros nueve artistas en el barrio La Soledad, con una condición: que se comprometieran a sacar adelante el proyecto. Cada uno de los miembros responde por una parte del alquiler de la casa.
La especialidades de los artistas de Taller Trez son la ilustración y el grabado (en MDF, en linóleo y huecograbado).
El tórculo que se ve en esta imagen es quizás la herramienta más importante del taller, ya que les facilita la producción de sus obras exhibidas en la planta baja de la casa.
“El taller nos permite dedicarle más tiempo al trabajo manual y ser más juiciosos con la técnica”, asegura Felipe Celis, integrante del taller y artista visual de la Javeriana.
El taller de Gabriel Silva
Cra 18 No. 61-10
Gabriel permanece todo el día en el taller. Lo considera un refugio en el que puede caminar de un lado a otro, buscando la manera de materializar alguna idea que tenga en la cabeza.
Estudió artes plásticas en la Universidad Jorge Tadeo Lozano y vivió una temporada en Europa. Tiene 60 años y durante su trayectoria ha entendido que la rutina sí o sí lleva al aburrimiento.
“Para evitar que eso suceda, primero hago un poco de cerámica, luego un poco de pintura y, finalmente, algo de oficio y jardinería”, cuenta Gabriel.
Uno de sus tesoros es un horno de cerámica, sin este, Gabriel difícilmente podría fabricar las minicabezas que abundan en su taller y en las cuales siembra plantas de distintos tipos.
Esto es lo que uno puede encontrar en los cajones de un viejo mueble que hay en el taller de Gabriel.
Taller Trescientosuno
Cra 7 No. 50-20
Uno de los atractivos de este taller, fundado por el artista plástico Camilo Calderón, es la realización de sesiones de dibujo y pintura. Los grupos trabajan con modelos que, como en las películas, permanecen desnudos en una posición fija por un buen rato.
Este es Camilo en acción. Explica que los modelos son profesionales y que las sesiones duran entre dos y tres horas. “No tenemos un perfil de modelo específico. Nos gusta variar: que una semana sea una mujer, otra un hombre, pero que siempre tengan contexturas distintas”.
Taller Trescientosuno comenzó labores en 2011 con el objetivo de alejar a los artistas de “espacios neutros”, como lo puede ser la academia.
Actualmente hay seis artistas recibiendo clases personalizadas con Camilo. El espacio, sin embargo, está dirigido tanto a artistas como personas interesadas en un primer acercamiento al dibujo.
En Trescientosuno persiste un aire de arte clásico. En uno de los salones —sobre una repisa— hay bustos en cerámica que rememoran las tradicionales esculturas griegas.
“El taller no ofrece títulos ni nada por el estilo. Aunque en últimas apela a la autodisciplina de los artistas, yo siento que los integrantes, salvo casos excepcionales, rápidamente forjan un vínculo muy estrecho con el taller”, asegura Camilo.
El taller de Ana María Mora
Cra 28ª #73-29
Durante el día, esta artista plástica de 35 años, que estudió en el Fashion Institute of Technology (FIT), de Nueva York, organiza su material de trabajo: óleos, pinceles, hilos de color rojo, azul, naranja, y un telar situado justo en la zona por donde más luz le entra al taller.
Este gato acompaña a Ana María en sus largas jornadas de trabajo.
Suele escribir mensajes en las paredes: ideas o descubrimientos que surgen a medida que avanza en sus investigaciones. “El taller es un universo para pensar; yo creo que es esencial para cualquier artista, joven o viejo”, asegura Ana María.
Ana María empieza a crear cuando cae la noche y el silencio es absoluto. Como muchos artistas, ella siente que en ese momento, más que en cualquier otro, su capacidad artística se eleva.
También tiene un pedazo de pared dedicado a la elaboración de sus obras: lo llama ‘Construcción de universos’.
Estudios Las Nieves
Cra 8 No. 20-17
Las Nieves funciona en un edificio de siete pisos que estuvo abandonado por más de 20 años y que antes era destinando a la producción textil. Celia Sredni de Birbraguer, su directora, se encargó de recuperarlo: dispuso 14 talleres para artistas y una galería llamada ArtNexus, que organiza cuatro exposiciones anuales.
Rodrigo Echeverry, quien tiene 40 años y es artista plástico de la Universidad Nacional, ocupa uno de los talleres del piso tres desde hace cinco años.
Rodrigo tiene en su espacio un par de sofás, un espejo, muebles para guardar herramientas y un equipo de sonido.
Lo que más sobresale en su taller es una serie de figuras tridimensionales construidas a partir de pequeñas láminas de madera. Estas figuras hacen parte de su más reciente trabajo.
Jaime Franco, un poco más veterano que Rodrigo, está en el cuarto piso.
En Las Nieves convergen dos generaciones de artistas: mayores de 50 años y menores de 40 años.
La obra de Jaime ha sido catalogada como “geométrica”.
Y es cierto: una de las ventanas de su taller está tapada con pliegos de papel mantequilla en los que dibuja estas primeras versiones de sus trabajos.
Posteriormente, almacena el material en una suerte de clóset de óleos.