La historia de ‘La Rebeca’: así nació el skate-punk en Colombia
Sin tenerlo planeado, esta agrupación se convirtió en la pionera del skate-punk en Bogotá y el país. Este es un viaje a la década de los 90, cuando la música alternativa comenzó a inundar casas abandonadas, antros y bares de paredes sudorosas. Este es el manifiesto punk de ‘La Rebeca’.
Amigos desde que eran niños, Camilo, Jairo, Santiago y Federico se reunían con sus tablas de monopatín a saltar las escaleras del recién inaugurado Bulevar Niza en Suba, localidad en el norte de Bogotá. La afición por el skate era proporcional al gusto por la música. Gracias a los más viejos del barrio y a sus compilaciones caseras en casete conocieron a Siouxsie and the Banshees, Violent Femmes y REM. Pero su atención se centró en las bandas sonoras de los videos de skate en betamax o en VHS. Era 1992.
En ese tiempo, los vecinos les prestaban videos de monopatín como Bones Brigade y discos de música que estaban empezando a sonar de la mano con el skate de calle de finales de los 80 y principios de los 90. Plan B fue un video muy importante con canciones de Primus, Ned’s Atomic Dustbin y Pennywise, precisamente por la música, el estilo y la actitud del skate en los noventa.
“La conexión de la música y el monopatín era natural porque para saltar las escaleras de Bulevar Niza se necesitaban cojones y la música ayudaba a emocionarlo a uno”, recuerda Jairo.
‘La Rebeca’ nace más o menos en 1993, sus integrantes eran jóvenes entre 15 y 16 años que vivían en Niza y desde los 11 años practicaban skate. “Nuestra gran obsesión y disciplina con la tabla (montábamos a diario) la trasladamos a la música ensayando mucho. Parte de nuestro estilo era estar borrachos en el escenario. Para lograr esto practicábamos casi el doble que otras bandas... Éramos niños, éramos libres, éramos salvajes. Camilo, de familia de músicos, nos enseñó a tocar los instrumentos. Fue un gran maestro. Él es ahora el guitarrista oficial de Aterciopelados”, explica Santiago.
La Rebeca y la Bogotá de los noventa
A principios de los noventa, Bogotá experimentó una explosión de bandas influenciadas por el rock alternativo y también por la agrupación Hora Local. En pequeños bares, antros y locales de La Candelaria y Chapinero se veía un desfile de botas, redoblantes y jeans entubados. Jóvenes que sin ser músicos profesionales se subían a la tarima y cantaban lo que les viniera en gana.
El primer toque de ‘La Rebeca’ fue en 1993 durante un concierto de ‘Danny Dodge’, interpretaron tres canciones de cierre con los instrumentos de esa banda. “La gente del público mostró interés y desde ahí empezó una relación de amistad con los grupos que ya tenían más experiencia en la escena local como ‘Danny Dodge’, ‘Yuri Gagarin’ y ‘Marlohabil’. Felipe López -su baterista-, nos apoyó y enseñó muchísimo técnicamente”, recuerda Jairo.
Como no esperaban nada de nadie decidieron organizar sus propios toques: logística, tarima, cerveza y sonido. Ellos se encargaban de todo lo que se necesitara para tocar. Hicieron conciertos por todo Bogotá y Villa de Leyva, de donde los bajaron del escenario en la mitad de un toque por borrachos y desordenados. Cuando Bogotá les quedó pequeña organizaron el Caos Tour, trajeron a ‘LMP’ (Los Malparidos) de Cali, y con otras bandas que aparecieron se fueron de puta madre en el que fue el más grande festival de punk bogotano en la época. Nacía una escena.
Flyer creado por Juan Obando
La cercanía del skate-punk con la pequeña escena hardcore hizo que tocaran montones con los capos de ‘Sin Salida’. Sus conciertos -que en su mejor momento eran cada quince días- se llenaban de gente; "éramos pocos, pero esos pocos iban a todo, iban como 300 personas", cuenta Santiago. ‘La Rebeca’ empezó a tocar cuando no había ninguna banda similar en el país, sin querer serlo fueron los pioneros del skate-punk en Colombia.
1996: el año de la separación
En 1996, ‘La Rebeca’ estuvo en el estadio Olaya Herrera en una de las primeras ediciones de Rock al Parque. "Nunca habíamos tocado para tanta gente", recuerda Federico Bustillo, su guitarrista. Con lo que ganaron grabaron su primer y único álbum producido por Infinity Records. Sin embargo, haber participado en el Festival no resultó ser la gran cosa; muy ‘mainstream’ para el espíritu de la banda. Lo de ellos eran las casas abandonadas, los antros vaporosos, emborracharse y darlo todo en el escenario. De haber tenido plata hubieran roto sus instrumentos en cada toque.
Flyer creado por Juan Ríos
Sin internet, redes sociales o haber grabado una sola canción se convirtieron en una agrupación de culto a cuyos toques asisitían fanáticos que coreaban canciones que se aprendían de tanto seguirlos. Sus conciertos nunca pasaron desapercibidos para quienes fueron a verlos.
Juan Obando, baterista de Molotov (los criollos, no los mexicanos), recuerda en un artículo titulado La nueva escuela, que la primera vez que vio a ‘La Rebeca’ tocando en el ‘Splash’ –una casa en ruinas en la 116 donde se hacían presentaciones- casi se pone a llorar. La emoción de ver a unos pelados como él tocar Together on the sand de ‘NOFX’ lo impresionó tanto que decidió hacer una banda para tocar la música que le gustaba y de paso compartir tarima con ‘los Rebecos’.
Tal vez fue la mejor época como banda. Sin embargo, fieles al espíritu de Sid Vicious de “vive rápido, muere joven”, colgaron sus instrumentos en noviembre de 1996 ante un público de 500 personas que nunca se imaginó que los duros de la escena se estaban despidiendo. Los días del skate-punk de ‘La Rebeca’ habían llegado a su fin.
Cada uno siguió con sus intereses individuales, ninguno ha abandonado la música. Tampoco ha pasado un solo día sin que los cuatro protagonistas de esta historia recuerden que fueron skaters y que tocaron punk.
Esto ha sido de ellos: Camilo Velásquez (voz líder y guitarra) es hoy el guitarrista oficial de Aterciopelados; Santiago Villamizar (bajo) se ha dedicado a mezclar vallenato hardcore, merengue arrabalero y trance de pueblo en Melbourne, Australia; Jairo Vargas (batería) planea grabar algo pronto y Federico Bustillo (guitarra y voz) es productor musical y compositor de la banda de punk-rock ‘La Maldinga’.