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El fotógrafo del rock and roll

Bob Gruen es un sobreviviente. Pudo haber corrido la misma suerte de varios de sus parceros de la vieja guardia del rock, que murieron de sobredosis. Pero acá está, hablando con Cartel Urbano sobre sus años dorados. Acá lo tenemos para ustedes, vivito y sonriente. El hombre que inmortalizó en imágenes ya míticas a la crema y nata del rock está emputado, porque sus fotos son usadas a diario sin su autorización. Pero como no hay empute que se resista a los buenos recuerdos, cambia la rabia por carcajadas al evocar las noches de juerga junto a John Lennon, Ike y Tina Turner, James Brown, Bob Dylan o Eric Clapton, entre muchísimos otros rockstars a los que retrató.

J. Ignacio Merlo

Especial para Cartel Urbano
Nueva York

Un hombre de crespos canosos deja que el sol de Nueva York le pegue en la cara y entrecierra los ojos. Sin quejarse, se percata de que es un día hermoso: “Otro gran día de sol de junio”, dice.

Bob Gruen vive y sobrevive en la ciudad donde nació hace 68 años. También allí, en 1974, hubo un antes y un después en su carrera como fotógrafo del rock n’ roll: “Nadie sabía que esas fotos iban a convertirse en el ícono de John Lennon”, explica, en referencia a la serie que tomó en la terraza del apartamento del ex Beatle, con éste posando con la mítica camiseta de New York City que el propio Gruen le había regalado un tiempo atrás.

Más allá de su vínculo amistoso y profesional con John y Yoko, Gruen tuvo el privilegio de haber fotografiado a artistas de la talla de Elvis PresleyFreddie MercuryGeorge HarrisonMichael JacksonBob MarleyPaul McCartneyDavid BowieKissThe Ramones… y la lista sigue: AerosmithJames BrownEric ClaptonBob DylanMadonna o Peter Gabriel. Gruen es un testigo presencial de la escena moderna del rock. Su cámara se movió por todos los rincones de Estados Unidos e Inglaterra cuando todo estaba por suceder.

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Tomaste algunas de las mejores fotos de la historia del rock. ¿Crees que es posible hacer algo que supere lo que ya hiciste?

Bueno… —hace una pausa, recorre sus labios con los dedos índice y pulgar, y piensa, mirando el techo—. Uno sabe que es difícil. Es muy difícil, pero pese a ello intento e intento. No puedo vivir sin tratar de hacer algo mejor, sobre todo si lo mejor que uno hizo pasó hace 40 años. Pero soy consciente de que hay mucha más gente haciendo fotos que en los setenta. Ese fue un periodo donde todo estaba dispuesto para ser explorado… Y yo estaba ahí con mi cámara viendo qué pasaba. Incluso el rock n’ roll es diferente a lo que era entonces. Todo cambió demasiado.

 

 

¿Cómo era el John Lennon que conociste?

 Era un tipo muy divertido. Hablar del talento de John es aburrido, porque lo dice todo el mundo y era mucho más que talentoso. Era un gran tipo. Muy inteligente, muy receptivo. Siempre estaba prestando atención. Yo lo conocí en una época complicada, pasaba todo el día —y toda la tarde, y toda la noche— tomando mucho, poniendo su vida en peligro. Pero después cambió. Cuando Yoko quedó embarazada de Sean, Lennon se limpió y se le veía increíble.

 

 

¿Cómo fue el día de las famosas fotos con la camiseta de New York City?

Habíamos estado conversando un tiempo largo. Él me pidió que le hiciera algunas fotos para la portada de Wall & Bridges y yo acepté con gusto. Era un día como hoy, despejado, aunque algo más fresco. Subimos a la terraza de su apartamento. Tenía una vista hermosa de la ciudad y le pregunté por esa camiseta —la de la foto—, que le había regalado un tiempo atrás. Fue a buscarla, se la puso e hicimos unas cuantas fotos. Habrán sido más de 40. A él le gustaba posar frente a la cámara. Había sido un Beatle y creo que muy poca gente ha sido tan fotografiada como un Beatle en los sesenta. Sabía cómo lidiar con eso. Así que le propuse hacer las fotos en la terraza. Fue una linda jornada de trabajo, muy amena.

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La lista de músicos que pasaron y posaron frente a la lente de Gruen es inmensa. Blondie, los New York DollsLou ReedPatti Smith y la lista sigue. Con Ike & Tina Turner salió de gira en los setenta y el registro de aquellos momentos —en pleno conflicto marital, violencia incluida— se convirtió en On the road’s, un documental producido por el propio Gruen que muestra la intimidad de la pareja.

 

 

¿Qué te proponías con On the road’s?

Hay un momento de tu vida en que, si estás en el mismo auto que Ike y Tina Turner mientras se ríen, se insultan, se besan y se pelean, no tienes más opción que agarrar tu cámara y llevarte un registro de eso. Un testimonio. Bueno, pasé tantas horas con ellos que el testimonio se convirtió en un documental que retrata los años del inicio de Tina y del fin de la pareja.

 

 

¿Alguna vez te has sentido una estrella de rock?

Estuve de gira con Green Day hace un par de años, en 2010, y Billie Joe Armstrong me decía: “Eres uno más de la banda, pero tu instrumento es la cámara; ni siquiera hay que afinarla”. Pero no puedo decir que sea una estrella de rock, sino un sobreviviente del rock. Pude haber corrido la misma suerte que mis amigos muertos de sobredosis pero, por alguna razón, sigo acá.

 

¿Cómo ves la manera en que la gente se relaciona con la fotografía en el siglo XXI?

Todo ha cambiado mucho. Demasiado. Todos llevamos una cámara e Instagram en el bolsillo, incluso yo. Me parece divertido, aunque pone en peligro la esencia de la composición fotográfica, porque es un momento en el cual uno se detiene a pensar planos y tomas. Pero, de todos modos, es grandioso ver que la gente se saque tantas fotos sonriendo, disfrutando de la vida, pasando buenos momentos. No sé si lo creo por completo, pero al menos es visualmente atractivo.

Han pasado cuarenta años desde las últimas fotos que Gruen le tomó a John Lennon. Dice no tener nada nuevo para mostrar: “Ya no quedan cosas que no se hayan visto. En todos estos años el material suyo se fue asomando y no hay nada nuevo”. Pero ser el dueño de una de las imágenes más reproducidas en la historia lo vuelve vulnerable.

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¿Cómo te llevas con la idea de copyright? Tus fotos de Lennon fueron reproducidas millones de veces.

Es un robo. La palabra que mejor describe qué pasa cuando alguien cobra por una foto que no tomó, es robo. Cada vez que alguien usa esa imagen, mí imagen, está robándome, tan simple como eso.

 

Pero hay un momento en que la exclusividad de una foto tan famosa se vuelve incontrolable…

Se vuelve incontrolable —interrumpe— porque la gente la difunde a través de internet y hace que el robo sea más fácil. Yo quiero que se me pague por mi trabajo, es bastante sencillo de entender, ¿no?

Pero no es tan sencillo. Los tiempos cambiaron y no son muy parecidos a los años de desmanes en los que Gruen salía de gira con Led Zeppelin, Sex Pistols, Elton John o se sumergía a disfrutar de Woodstock, el mítico festival de rock. “Woodstock fue una locura. En cada rincón había un dealer vendiendo toda clase de drogas. Todas las que había escuchado o probado estaban dando vueltas por ahí. Incluso algunas que no conocía hasta entonces”, recuerda a carcajadas.

Ahora, refugiado en New York, sale poco de gira y se dedica a cimentar viejas amistades, como la que conserva con Yoko Ono desde los años setenta. Pese a ello, cada 23 de octubre festeja su cumpleaños rodeado de estrellas. “Es una noche de reencuentro entre los que sobrevivimos”.

 

¿Cómo es Yoko Ono?

Es brillante. Es la clase de mujer de la cual se enamoraría John Lennon. ¿Te dice algo eso?

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Bob Gruen no se imagina al margen del mundo de la fotografía: “Es lo único que hice en toda mi vida, no sólo no me imagino hacer algo distinto, sino que no sabría hacerlo”, explica con risas interrumpidas por una tos que lo acompañó durante toda la entrevista, como una marca que han dejado los excesos.

Se define como un amante de la música: “Yo no imaginaba tomar fotos como una carrera, ni un trabajo; sólo quería estar metido en el mundo del rock n’ roll, porque es lo que siempre me ha gustado. Así, relajado en su sillón, no parece ser la clase de hombre que vivió demasiado, que sugiere escuchar The Strypes (“Una banda de pendejos fiesteros que me recuerda a The Clash. ¡Me explota la cabeza cuando los escucho!”)

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