Bestiärio: folk-punk de mandolina, acordeón y lavadero

Cuando comenzaron a improvisar, ninguno, con excepción de Daniel, el contrabajista, sabía tocar bien su instrumento. Aprendieron, como dice David, el hombre del banjo, “gracias al profesor YouTube”.

Y así empezó Bestiärio, banda de inconformes a cuya alineación pertenecen también Kometo, en el lavadero; Fausto, en la mandolina, y Jimmy, en el acordeón. Su principal referente, el ejemplo que los inspira a la hora de ensayar y despotricar del sistema, es la banda californiana Blackbird Raum.

Hace unos meses grabaron Este infierno, su primer álbum, que entró recientemente en proceso de masterización y verá la luz mientras esta revista se esté imprimiendo.

Fieles a la impronta más auténtica del espíritu del punk tercermundista, los integrantes de Bestiärio prefieren tocar en la calle. Se han presentado en andenes del centro bogotano y en la plaza de Usaquén, donde a punta de talento han logrado reunir la plata para financiar su proyecto. “El 90% del dinero que usamos para la banda lo recogimos tocando en la calle”, asegura Daniel.

Sus letras disparan mensajes contestatarios, de contenido abiertamente político, acompañados de coros y gritos desgarrados. “Ofrecemos un fraseo pegajoso para que la gente se sienta cobijada”, dice Kometo. Lo que se complementa con la influencia folk, que supone bajar los decibeles y puntear las cuerdas más que rasguearlas.

Esta agrupación bogotana es un parche de bestias que no quieren crecer, lo cual les agradecemos, porque sin el malestar adolescente que los caracteriza quizás estarían vistiendo corbata, contribuyendo a entristecer al mundo y no entonando contundentes estrofas como esta:

¡Y ahí están!
¡Los puedo ver!
Aunque se intenten esconder
Tras los pilares del poder
Tras fachadas o cuartel…