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Tres fronteras, tres sellos más en mi pasaporte

En las ciudades frontera convergen culturas, idiomas y miles de historias. Esta es una de ellas. El testimonio de un fotógrafo que, viajando por Latinoamérica, saltó con facilidad de Leticia (Colombia) a Tabatinga (Brasil) y después a Santa Rosa (Perú).

Javier Campuzano

Me encontraba viajando por Latinoamérica en compañía de algunos amigos. En Bogotá supimos que no había caminos para llegar a Leticia por tierra, una ciudad del extremo sur de Colombia que definitivamente debíamos conocer. Decidimos tomar un avión y así llegar a la capital colombiana del Amazonas. Al llegar al aeropuerto Alfredo Vásquez Cobo nos pidieron certificados de vacunas contra la Fiebre amarilla. Después, unas caminonetitas nos transportaron al centro de la ciudad, un sitio lleno de calles sin pavimentar.

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Leticia mantiene un importante lazo comercial entre Colombia y Brasil, aunque se encuentre aislada de epicentros urbanos.
500-2_1.jpgCon una población de casi 43 mil habitantes, esta ciudad concentra un gran porcentaje de comunidad indígena.
500_0.jpgActualmente, existen vuelos diarios desde la capital del país que duran alrededor de dos horas, aunque también se puede llegar sobre las aguas del Gran Río; desde Perú el viaje en lancha dura poco más de 12 horas y desde Brasil 36.

Al llegar a Leticia, nos transportamos en mototaxi hasta Tabatinga, ciudad frontera entre Colombia y Brasil. El paso desde Leticia hasta esa ciudad es libre, cualquier persona colombiana, brasilera o extranjera puede pasar sin necesidad de identificaciones o difíciles papeleos. Estuvimos un par de días investigando cuál era la mejor forma de pasar a Brasil desde el Río Amazonas. Supimos que en esa parte del mundo convergen tres fronteras. Era víspera mundialista y había mucha expectativa sobre lo que iban a hacer los colombianos y los brasileros. Cuando los colombianos clasificaron, una avalancha de motocicletas recorrió la ciudad. La alegría duró un día entero: las dos fronteras se unieron para festejar que las dos selecciones habían pasado a la segunda ronda. Tabatinga es una ciudad alejada de Sao Paulo y de las grandes capitales brasileras en donde fácilmente se percibe la pobreza. Desde ese lugar puedes cruzar en lancha y conocer un pueblito peruano habitado por pocas personas: Santa Rosa.

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Tabatinga significa, en su lengua original, barro, y también casa pequeña.
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Originalmente, la ciudad fue una aldea fundada por jesuitas.
_mg_5194_2.jpgA pesar de tener una extensión de superficie de 3’225,064 kilómetros cuadrados, su densidad poblacional es de 16,21 habitantes por kilómetro cuadrado.

Llegamos a esta frontera peruana bajo un atardecer maravilloso. En Santa Rosa venden artesanías, chicha y la típica Inca Cola que tanto se ve en la televisión. Hay restaurantes adornados con tucanes vivos, los cuales se posan sobre sus techos y barandas a ver pasar el tiempo. Hay, también, gran cantidad de tribus indígenas sobreviviendo a punta de artesanías. Niños jugando, señoras lavando la ropa en el río.

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En Santa rosa, un paseo en lancha vale 2 reales, más o menos 2 mil pesos colombianos.
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La lancha debe tener, como mínimo, cinco pasajeros para que arranque. El recorrido dura 20 minutos y en él se pueden ver artesanías y pescadores.

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En Santa Rosa de Yavarí hay quienes mezclan el español y el portugués al hablar, esta adaptación de la lengua es conocida como portuñol leticiano.
En poco tiempo pude conocer las fronteras y las culturas de tres países. Claro, también acumulé 3 sellos más en mi pasaporte. 
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Mestre Acordeón y Mestra Suelly conversando sobre su largo viaje.

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