Traidores del viejo pacto de los roles de género
Entre teatros, grabaciones, “trepes” y presentaciones alucinantes, este es un paseo fotográfico íntimo de la mano del primer colectivo drag de Medellín.
Hace un tiempo seguí al colectivo Cultura Drag Medellín a través de discotecas, shows, vestidores, camerinos y apartamentos. Los vi cambiar su piel, llenarse de poder para enfrentar espectáculos oníricos donde lo que menos importaba eran los roles de género, espacios donde se podía ser todo, afirmarse a sí mismo a través de la extravagancia, de las plumas, de la transformación travesti.
Cultura Drag es el primer colectivo de Medellín de esta naturaleza. Nacido en 2016, inicialmente integró muchos artistas de la ciudad pero gradualmente se fue condensando hasta tener 7 participantes, Jano Von Skorpio, Dalila Velvet, Santa Putricia, Daph D’ Bones, Barbara Queen, Megan Way y Ciara Katherina. En su manifiesto declaran: <<Nosotros somos unos traidores, pertenecemos a un movimiento que ha traicionado y roto el viejo pacto que la sociedad hizo con los conceptos de normalidad, de género, de identidad y esa necesidad de pertenecer a un mundo que te corta las alas justo cuando se están abriendo>>.
Sus integrantes construyen sus personajes partiendo de una pulsión de contar ese ser femenino y transgresor que los habita, algunos vienen del teatro y las artes plásticas, otros del mundo de la moda y otros de búsquedas empíricas, lo importante ha sido contarse de otra manera, subvertir el género. Jano Von Skorpio, líder del colectivo, construyó su personaje a partir del dios de enero: “Ni mujer ni hombre, pero dios ante todo, cósmico y sobrenatural”. Así se siente caminar entre estos seres imponentes que dejan su nombre de crianza atrás para vestir uno nuevo, uno propio, uno que se enfrenta con la tradición del género y explora otros sentidos, otras sensibilidades.
A pesar de que la Corte Constitucional ha expedido alrededor de 120 sentencias, el Congreso de la República cinco leyes y la rama ejecutiva dos decretos que amparan los derechos de la población LGTBIQ, en Colombia entre 2015 y 2019 se cometieron 542 asesinatos contra esta misma población, según el informe El Prejuicio No Conoce Fronteras, de la organización Colombia Diversa, demostrando así que la ley no es garantía de protección y que diferir del binarismo cisgénero todavía puede ser una sentencia.
Medellín, tal vez la ciudad más conservadora y reaccionaria de toda Colombia puede ser muchas veces un territorio hostil para la comunidad LGTBIQ que lucha diariamente por consolidar una voz pública y celebrar su identidad. Son notados los casos donde retardatarios que se apropian de la cultura antioqueña, destruyen las banderas del orgullo y rezan por días para extirpar el supuesto veneno en la cultura que puede significar expresar la propia identidad.
(Pille también “El mariconeo es reivindicar lo que ha sido clasificado como inapropiado”)
La colectiva se ha convertido en un referente en el Valle de Aburrá para personas que quieren experimentar con lo drag. Lentamente empiezan a surgir otros grupos que los toman como referente y se han creado circuitos de discotecas y eventos donde la performancia drag es el acto principal, desde el voguing hasta los balls, esparciendo así la semilla de la diferencia, mostrando a la cultura antioqueña hegemónica que quienes habitan el territorio no solamente saltan entre la posibilidad de ser mujer o ser hombre, si no que hay un montón de posibilidades en entre ese binarismo. Cultura Drag Medellín ha ido creando espacios seguros de expresión y aunque la ciudad sigue siendo un lugar de riesgo para quien se ve diferente del común denominador, como grupo logran minimizar la amenaza de posibles ataques.
Ser drag en Colombia es aún un acto de rebeldía y resistencia. Lo que proviene de lo drag se ríe de la normalidad, desestabiliza los conceptos tradicionales y abre campo a las luchas queer que tratan de hacer visibles múltiples realidades que no son aceptables para un tumulto que marginaliza todo lo que no se les parece.
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Jano Von Skorpio en el Camerino de Alta Gama, discoteca gay del Parque Lleras. Define su drag como andrógino y fluido.
LeDuq esperando en el Camerino de Cultura Drag durante La Mordaza, la primera fiesta de la colectiva que reunió a varios artistas no binarios del Valle de Aburrá.
Sharllott Zodoma. Por un tiempo fue parte de Cultura Drag. Tiene tatuados los logos intervenidos de Coco Channel y Louis Vuitton.
Cultura Drag durante un Lip Sync. Muchas empiezan imitando lo que ven en concursos como Rupaul´s Drag Race, pero lentamente en Latinoamérica se empiezan a encontrar maneras propias de expresión. Cultura Drag es la primer colectiva en Medellín y una de las primeras en Colombia.
Santa Putricia, Sharllott Zodoma y Ciara en el Camerino del Teatro Metropolitano durante los premios Jovenes Talento. Ser drag es un ejercicio artístico que a través de la construcción de un personaje cuestiona los roles de género binario.
Barbara Queen en el teatro Porfirio Barba Jacob. Barbara construyó su personaje para una obra de teatro y nunca lo dejó ir. Es la host de un show que se llama Desconectados con Barbara Queen, en el que las drags hablan de sus procesos creativos, de sus motivaciones y de la construcción de sus personajes.
Dalila Velvet durante la grabación del documental Paraíso en el Hotel Nutibara. Para este documental se alquiló la suite principal del hotel y una limosina que llevó al colectivo por toda la ciudad.
Daph D’ Bones durante la grabación del documental Paraíso. Daph es activista queer de la comuna 4 de Medellín. “Ser drag es mucho más que el maquillaje o el trepe, es una forma de expresar un mensaje y cuestionar las predisposiciones a ser hombre o mujer”.
Dalila Velvet maquillándose antes del Ball Medellín en Llamas. Dalila se define así misma como “la perra más alta de Colombia”. Su personaje es la reina del ridículo y la exageración.
La colectiva trepándose antes de la Ball Medellín en Llamas. El “trepe” significa literalmente subirse en los tacones y hace referencia a todo el proceso de transformación para convertirse en el personaje drag. “El drag duele de pies a cabeza, desde la peluca que aprieta, el corsé que no te deja respirar o los tacones que aporrean los pies”, expresa Dalila Velvet.
Santa Putricia trepándose antes de un performance en La Licuadora, un espacio autogestionado de música y erotismo. Santa Putricia no se define como drag, si no como activista política en contra de los estereotipos de los cuerpos y las casillas que se imponen de nacimiento. Sus actos trastocan los símbolos de la religión católica como el Divino Niño o la Virgen María.
Ciara Katherina antes de un performance en La Licuadora. Ciara era fiel seguidora de Cultura Drag en redes sociales y pudo integrarse a la colectiva después de ir a varios eventos y conocer a las otras drags.
Dalila Velvet antes de un performance en La Licuadora. Dalila tiene uno de los estilos más arriesgados, muchas veces construye su trepe con artículos de la cultura popular, como banderas de Atlético Nacional o placas de taxi.
Cultura Drag abriendo la presentación del Ball Medellín en Llamas. Los Ball son fiestas y competencias al mismo tiempo, donde unos jurados dan trofeos a las drags según el trepe y la performance.
Phiore Del Río fue parte de la colectiva. Por un tiempo fue host en Chiquita, uno de los bares más representativos para la comunidad LGTBIQ.
Jano Von Skorpio durante un Desconectado con Barbara Queen. Además de ser drag es DJ, maquillador y fotógrafo. Su drag comenzó como un proyecto de maquillaje.
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