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“Se subió la inversión a la guerra y a la educación no se le da nada”: jóvenes que marcharon por la educación pública

El 10 de octubre de este año será recordado como el día en que los jóvenes se tomaron nuevamente las calles para exigir un aumento en el presupuesto destinado a las universidades públicas. Ya fueran estudiantes de instituciones privadas o de pertenecientes al Estado, todos se unieron bajo una consigna en común: “Es importante defender la universidad pública porque es de todos”.

Julián Guerrero

Desde 2011 –cuando la marcha contra la reforma a la Ley 30– estudiantes, profesores y administrativos de las universidades públicas y privadas no habían vuelto a marchar juntos para exigir mejoras en la educación pública. Armados de las arengas tradicionales y la voluntad para aguantar el hostil clima capitalino, los marchantes llegaron hasta la Plaza de Bolívar para exigir al Gobierno un aumento en el presupuesto para educación del año que viene, además de garantías que lleven a una educación superior de mejor calidad.

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La situación de las universidades públicas del país es un tema crítico. El déficit de presupuesto y la deuda histórica que el Estado ha ido adquiriendo con la educación superior necesita de una inversión que no alcanza a ser superada por el presupuesto que el Gobierno destinó para 2019. Del presupuesto nacional de educación las universidades públicas apenas adquieren un 10% y, según comentan sus estudiantes, a pesar de que cada vez las universidades reciben más alumnos, su presupuesto aumenta poco. Hoy en día, instituciones como la Universidad Nacional apenas pueden acabar este año, pues necesita $60.000 millones antes de diciembre, y ese es solo un caso, similar al de muchas de las 32 universidades públicas del país.

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De ahí que los miembros de los distintos programas y facultades de las universidades públicas, llamaron al cese de actividades el pasado 10 de octubre con el fin de sumarse a una de las marchas estudiantiles más importantes de la última década. Como lo comentó Juanita Villamil, delegada ante la Unión Nacional de Estudiantes de la Educación Superior (UNEES) por la Facultad de Ferecho y Ciencia Política de la Nacho, el presidente propuso que el 70% del presupuesto que ingresa a las universidades públicas fuera de sectores privados y el 30% de dineros públicos. Sin embargo, la rectora señaló que debía ser un presupuesto partido por mitades y los estudiantes un presupuesto cien por ciento público. “Es importante defender la universidad pública porque estas universidades son de todos. Es importante que los y las estudiantes tengan una educación de calidad, que si no tienen dinero para pagar una universidad privada puedan entrar a una universidad pública que tenga la misma calidad de educación. No todas las personas tienen los recursos para ingresar a una universidad privada pero tienen que tener la garantía de la educación, pues a través de ella pueden acceder a mejor calidad de vida”, agrega Juanita. 

Como el de Juanita, estos fueron otros testimonios de jóvenes que ayer salieron a marchar:

 

David Gómez

Estudiante de Historia de la Universidad Nacional

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“Las problemáticas son muy variables. El estigma social es uno de ellos. Nos tildan de vándalos, de mamertos, guerrilleros, que es una experiencia bogotana. Pero el factor económico es fundamental. El principal problema de la educación superior pública es la falta de un músculo, de un recurso económico. En Bogotá eso es evidente: el estado de los edificios, las clases, que no hay suficientes instrumentos para que los estudiantes puedan estudiar de manera adecuada”. Para él, el caso de la Facultad de Arquitectura de su universidad, que por más de cinco años no ha tenido un lugar físico dentro del campus, es un ejemplo de este problema. 

 

La Manada

Colectivo feminista de la Universidad Nacional

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Para ellas, la institución se mantiene a punta de la extensión y los recursos que entran por la estampilla. La estampilla, dicen, representa un problema pues son recursos pensados para el futuro que se consumen en la actualidad y que abren la brecha de la desfinanciación y la deuda histórica. “La mala administración del dinero destinado a las universidades no sólo se hace evidente en la infraestructura y el pago de los maestros, sino que repercute también en los estudiantes que entran a los diferentes programas”.

Laura Guerrero, estudiante de Sociología de la universidad, y que hace parte de La Manada, se refirió a la presencia del colectivo en la marcha. “Es necesario que la lucha estudiantil sea feminista pues las universidades deben tener enfoques y políticas de género que aseguren a nosotras espacios justos y seguros. Eso también repercute en las personas que entran a los diferentes programas, por ejemplo, que en Enfermería la mayoría son mujeres y en Ingeniería la mayoría son hombres”.

 

Esteban Arias

Estudiante de la Licenciatura de Biología de la Universidad Distrital

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“Aquí se necesitan apoyos. Se subió la inversión a la guerra y a la educación no se le da nada y esa es la base de la sociedad. Nosotros como educadores tenemos que inculcar eso y hacernos sentir como pueblo. Es la necesidad de la educación lo que nos mueve a las calles”. Esteban agrega que en este momento la universidad vive un ambiente de mucha corrupción y poco apoyo por parte del Estado, que no reconoce su importancia en la formación de educadores.

 

Carlos Andrés Morales

Estudiante de Ingeniería Civil de la Universidad Distrital

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Para Carlos es importante luchar por la universidad pública, pues es el único escenario en el cual los estudiantes de bajos recursos pueden cumplir sus sueños. “El déficit es muy grande y ha habido muchas complicaciones en la contratación de profesores y eso afecta nuestro estudio. La universidad debe garantizar el aprendizaje de todos”.

 

Juan Esteban Ruiz

Estudiante de Teología de la Universidad Javeriana

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“Todos tenemos que unirnos en favor de  una educación de calidad para todos. Especialmente que no haya exclusión, que se aumenten los cupos, porque es el único modo para que la gente tenga una vida digna. No sé las universidades privadas en general, pero yo como religioso y estudiante de una universidad privada, quiero apoyar que la gente pueda alcanzar una vida digna y que los profesores tengan salarios dignos que se correspondan con el trabajo que hacen y que han hecho”. Juan Esteban agrega que las universidades privadas deben ayudar a concertar con el estado las garantías para lograr una financiación ideal de las instituciones. 

 

 

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