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Fotos por Enrique Díaz

“El otro año esto no se sostiene”: Los calibradores de las rutas de los buses

Juber, Marcos y Jorge se paran todos los días, muy atentos al reloj, para registrar los tiempos de cada una de las rutas que pasan por la 68. El oficio de calibrador, que les ha dado de comer por años, está pronto a desaparecer.

Redacción Cartel Urbano

Antes era muy común ver cómo los conductores de los chetos recibían, por la ventanilla y durante la espera de un semáforo o al acercarse al andén, información de unos hombres que miraban y miraban el reloj. Un intercambio brevísimo de palabras que finalizaba con un pago en monedas, realizado por el conductor.

Este oficio, el de los calibradores de rutas que bien podrían confundirse con analistas de datos de la Fórmula 1, hoy está a punto de desaparecer a causa de la inminente unificación del Sistema integrado de transporte público y la desaparición de los servicios de transporte independientes. Quienes aún participan de esto son los conductores de los buses del SITP Provisional.

Como parte de la guerra del centavo, los calibradores nacen de la necesidad de los conductores de saber qué tiempo de diferencia lleva su ruta con respecto a la anterior y poder determinar si la mejor estrategia es acelerar para pasarlo y tomar sus clientes o reducir su velocidad esperando que nuevos clientes aparezcan en la calle.

Juber, Marcos y Jorge son calibradores. Se parchan en una de las avenidas que tiene más servicios provisionales activos, la carrera 68. Esta avenida es un eje clave para entender este oficio y sus dinámicas.

Guerras por los puestos y las rutas, fronteras invisibles, afecciones respiratorias y mucha incertidumbre económica, son algunos de los obstáculos que deben enfrentar estos sujetos. El barranquillero Juber Bodin cuenta que “el ingreso es bueno porque ahí se rebusca uno lo de la papita y lo de la casa”. Él, al igual que muchos otros calibradores de la 68, están a la expectativa de la alcaldesa o alcalde electo en las elecciones de este domingo. Para ellos, el futuro de su oficio pende de un hilo ya que con la eventual troncal de Transmilenio las rutas que transitan por esta avenida desaparecerán, además de 2.600 buses que aún siguen funcionando bajo el rotulo de Provisionales, según la Veeduría Distrital.

Jorge Gómez describe su trabajo de la siguiente manera: “A mí me pagan básicamente por las ‘llamadas’: por calibrar el tiempo del que viene adelante con el que viene atrás para que pasen siempre con la misma frecuencia”. Mientras come el almuerzo que le trajo su hermano, Jorge habla de las tensiones que existen entre calibradores por los puestos de trabajo: “por ser un trabajo de la calle, a uno le toca pararse duro por lo de uno. Yo no sé si usted sepa, pero aquí debajo del puente calibran otros y yo por eso no puedo meterme allá”.

Por su lado, Marcos Guio, que lleva 17 de sus 44 años calibrando en el puente de Venecia con 68, habla de la cantidad de problemas que este oficio les ha traído a él y a su hijo, con quien trabaja a diario: “Yo recuerdo que hace como 4 años eso era UPJ tras UPJ, porque supuestamente este trabajo es ilegal y uno no cuenta con el apoyo del gobierno, solo cuenta con lo que uno hace”.

“Yo creo que ya el otro año esto no se sostiene. Ya lo que hicimos es lo que tenemos y debe ser suficiente”, dice Marcos, quien trabaja desde las 7 de la mañana hasta las 6 de la tarde “todos los santísimos días, menos el domingo porque toca dedicárselo a la señora”.

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