Cuando la cocaína curaba el dolor de muelas
Retronaut, un sitio web que vive desempolvando documentos históricos, halló cuatro artículos de medios gringos del siglo XIX en los que se habla de las bondades curativas del polvo. Esta es la prueba de cómo esta sustancia tiene más de un siglo enloqueciendo a los americanos.
“El descubrimiento de la cocaína es casi tan importante y maravilloso como el de la electricidad”, sostenía el neurólogo norteamericano Leonard Corning en 1886. Un año antes, la sociedad estadounidense había encontrado en esta droga el remedio de muchos malestares como la fiebre del heno (un tipo de alergia), el catarro y el dolor de muelas. Incluso, cuenta un artículo del New York Times de 1885, se estaban haciendo pruebas para saber si calmaba el mareo.
Foto: Lee Morley
Cuenta el artículo que la demanda de cocaína aumentó rápidamente. Los boticarios se llenaron los bolsillos de dinero, pues la comunidad científica había establecido, además, que la droga también funcionaba como anestésico a pesar de que eran evidentes los síntomas de dependencia hacia la sustancia. Si a un niño le dolían los oídos, entonces de inmediato la mamá acudía al frasco de cocaína.
Ese mismo año, London Lancet, el prestigioso periódico de medicina, reseñó el éxito de un profesor de laringología del Hospital Medical College, quien logró curar por completo a un paciente con asma espasmódico, empleando únicamente cocaína. Al año siguiente, el periódico Manufacturer & Builder relató que una joven de 18 años recibió seis cucharadas del medicamento y recobró las fuerzas al instante. Por esa fecha, los médicos también anunciaron que la droga era efectiva para tratar el cólera asiático.
Pero los usos terapéuticos de la cocaína no acaban aquí. Un artículo del Sunday Herald anotaba en 1884 la efectividad de la droga para enfrentar el alcoholismo. Y de igual manera, comentaba que durante seis meses en un asilo para enfermos mentales se adquirieron 2.000 dólares de cocaína. “Un oficial del ejército —señala el artículo— empezó a manifestar deseos de autodestrucción. Se la pasaba todo el tiempo en la cama. Se le inyectó un grano de cocaína y el efecto fue instantáneo. La melancolía se fue por completo”.
