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Foto de Camilo Ara

La lucha indígena y campesina en el Catatumbo al beat de Motilonas Rap

Sol Ortega y Denis Cáceres son dos primas nacidas en Tibú, Norte de Santander, que han visto el lado más oscuro de la guerra en esta región fronteriza. Antes que preferir el silencio, ellas optaron por las rimas para mostrar la realidad y las problemáticas que afrontan los pueblos ancestrales y los sembradores de hoja de coca que allí habitan.

Andrés J. López / @vicclon

El temor, cuando no las balas, ha callado a muchos de los pobladores que han querido hablar en el Catatumbo, Norte de Santander. Otros, ante el abandono estatal y la presencia de diferentes grupos armados, han buscado alternativas en la música o en el arte para manifestarse. Las primas Sol Ortega y Denis Cáceres encontraron en el rap su voz para expresar las problemáticas y la suerte que corren los habitantes de esta región fronteriza, y que el Estado no quiere que se conozcan.

Hace diez años, cuando un vecino llegó al municipio de Tibú enfundado en ropa ancha y portando audífonos, ellas conocieron un estilo poco común en esta zona. Esa misma persona les habló del rap y les puso a escuchar una canción de los paisas Caña Brava, la cual les generó una inmediata atracción por su percusión. “En el rap encontramos un modo de expresarnos contra lo que no estábamos de acuerdo. Pasaban muchas cosas: familiares muertos, desplazados, y desde chiquitas veíamos todas esas atrocidades de la guerra. Entonces la música se prestó para denunciar, sacar lo malo y traer lo bueno”, comenta Denis, de 24 años.

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Sol Ortega.

 

 

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Denis Cáceres. Fotos de Daniel Sierra.

 

 

Ante ese descubrimiento, Sol y Denis fundaron Motilonas Rap, tomando el nombre de los Motilones – Barí o Barís, el pueblo indígena que habita en las selvas que rodean el río Catatumbo. Bajo este nombre, las dos jóvenes empezaron a componer, dejándose llevar por su instinto y sin haberse acercado a la historia de este género musical o a la figura de personajes como Tupac Shakur. Más adelante, en sus primeras salidas de Tibú se toparon con otras propuestas de rap en las que escucharon líricas dedicadas al sexo, a las mujeres, al bling bling y las drogas. Pero ellas sentaron raya con esas propuestas, alejadas de las problemáticas de su territorio, donde lo habitual es que maten a los campesinos sembradores de coca.

 

En vez de adherirse a esa fórmula, muchas veces asociada a la generalidad del rap, Motilonas Rap se dedicó a reivindicar al pueblo Barí, cuya existencia es desconocida en los cascos urbanos y en las escuelas.  “Queremos rescatar la fuerte lucha que ellos llevan en el territorio, de dónde venimos y quiénes somos, sabiendo que ellos fueron y son los nativos y dueños de esta tierra”, explica Sol, de 20 años. Por eso en algunas de sus canciones cambian su nombre por alguno en Barí, como hizo Denis al interpretar el tema ‘Poemas desobedientes’, haciéndose llamar Bioora Micdara, que en lengua barí significa “mujer que canta”. “De esta manera nos apropiamos de nuestra lengua, porque ha sido víctima de un exterminio total durante la historia por no visibilizarla ni reconocer su lucha —dice Denis—. Al usar este nombre también despertamos la curiosidad de la gente”.

 

Gracias a su música han podido acercarse a líderes indígenas interesados en su propuesta, pues para ellas el rap no es ajeno a las culturas ancestrales y se puede adaptar, ya que llega al territorio y en vez de imponer alguna costumbre foránea, se permea de su entorno para crear algo nuevo. “Con el rap alabamos a los dioses y les agradecemos a la Pachamama, al territorio y las personas que lo habitan”, agrega Denis. La idea es que sobre todo los jóvenes indígenas se acerquen a esta música y la usen para reivindicar su cultura. El abandono de las culturas ancestrales es una problemática a nivel nacional, por eso etnias de otras latitudes como los Emberá (Pacífico), Guayaberos (Orinoquía) y Nukak Makuk (Guaviare) se han interesado en la labor de Sol y Denis. Con ellos han intercambiado saberes, costumbres, y los han acompañado en distintas movilizaciones para dar a conocer su existencia y el riesgo de extinción cultural que enfrentan.

 

(Lea también ‘Dancehall raizal, rap indígena y rimas en palenquero: la cultura se preserva cantando’)

 

Así como su propuesta musical se acerca a los indígenas, también lo hace con los campesinos, pues tanto Sol como Denis tienen ancestros que trabajaron la tierra. Contrario a lo que ha sucedido con los indígenas, los campesinos no han sentido la misma atracción por la música de Motilonas Rap, pero sí se identifican con las letras y tejen redes con ellas al reconocer que las problemáticas se replican en otras veredas. “Después de un toque dicen sentirse más sanos con lo que hemos dicho, porque su realidad llega a los oídos de otras personas. Eso nos hace entender y nos convence de que lo que hacemos está bien”, dice Sol.

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​Foto de Daniel Sierra.

 

Para fortalecer su labor, han trabajado con organizaciones que luchan por la reivindicación indígena y campesina frente a los grupos armados, el olvido estatal y el establecimiento de empresas que explotan los recursos mineros y energéticos. Con la ayuda de estas organizaciones se enteran de las diferentes situaciones y necesidades de cada uno de los diez municipios del Catatumbo. “Con ellas se fortalece el tema artístico de los jóvenes y adolescentes, pero también toda esa organización campesina que se manifiesta por el cultivo de coca, que ha sido muy azotado en el territorio —explica Denis—. Los acusan [a los campesinos] de narcotraficantes cuando ellos la cultivan porque el plátano y la yuca no se los compran al precio que es, les dan unas migajas”.

Con la difusión de su mensaje de apoyo y reivindicación quieren acabar con la desinformación en y sobre la región. Aseguran que, a modo de burla, en redes sociales y fuera del Catatumbo constantemente las señalan de guerrilleras o comunistas. Debido a eso, ellas en Tibú tratan de no entrar en ese tipo de asuntos, porque aseguran que allá existe un total desconocimiento de la historia del país y sus habitantes ya están cansados de tanta violencia y no les importa saber quién hizo qué. “Los medios de comunicación también nos han vendido otra idea, entonces nuestros enemigos son otros y no el Estado, pues él siempre nos ha protegido”, agrega Cáceres.

 

La iniciativa de ambas raperas hizo que el Centro Nacional de Memoria Histórica las incluyera en el informe Catatumbo, memorias de vida y dignidad, publicado el pasado 15 de noviembre. El documento interactivo muestra su historia, la cosmogonía de los Barís, la labor campesina, un recuento por los actos violentos en la región, testimonios (de sobrevivientes, miembros de la comunidad LGBTI, indígenas, mujeres y niños) y las alternativas encontradas por los jóvenes en el grafiti, las escuelas y el rap para alejarse de la violencia.

 

El lanzamiento del informe se hizo en Bogotá y durante esos días, Sol y Denis aprovecharon para presentarse en la VI edición de El Callejón del Hip Hop – Hecho Mujer, en Suba, junto al chileno Incógnito y otros 12 grupos y escuelas locales. También estuvieron en Kennedy, en el Hip Hop Ecológico XII con Artesano, del Catatumbo, H.A, de Villavicencio, y tres MCs bogotanos. Varios de los asistentes a ambos eventos se acercaron a ellas para felicitarlas y demostrarles su apoyo, pues ambas localidades cuentan con una alta población de desplazados.

A Bogotá llegaron para promocionar su primer EP de seis canciones que lanzaron el año pasado, Ishtana, que significa “territorio” en lengua barí. De sus diez años de trayectoria llevan grabando apenas dos, ya que en el Catatumbo no es sencillo acceder a equipos, por esa razón creen que su rap no suena tanto en las ciudades. La productora venezolana Zerox 276, radicada en Medellín, las ayudó para registrar sus temas. Curiosamente, ellas no viajaron hasta la capital antioqueña sino que los productores fueron con equipos de grabación hasta Tibú. Allá, además del disco hicieron otras canciones sueltas, como ‘Líderes’, dedicada a los dirigentes sociales asesinados.

 

El nombre de Motilonas Rap ya ha figurado en eventos, investigaciones y entre las propias comunidades campesinas e indígenas. Ahora se están preparando para que la movida mainstream del rap colombiano, puntualmente Altavoz y Hip Hop al Parque, sepa de ellas. “Cuando llegamos a un sitio a presentarnos, la gente se queda escuchando. Por eso tenemos que estar en estos lugares, porque seguramente algo se le quedará a las personas”, concluye Sol.

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