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Los embajadores del grafiti colombiano

Para buscar mejores oportunidades para salir adelante con su arte o realizar estudios, algunos artistas urbanos nacidos en el país se asentaron en territorios como Alemania, España o Argentina, llevándose con ellos su talento en las paredes. Esto nos contaron Zurik, Era, Fernando León y Juan Camilo Alfonso sobre su trabajo en el extranjero.

Andrés J. López / @vicclon

La bogotana Zurik, diseñadora gráfica de la Universidad Nacional y grafitera desde hace 11 años, se fue en 2014 a España porque allá “tenía más oportunidades de aprendizaje en torno al grafiti de letras por la movilidad, la cercanía de países y una mayor oferta de festivales y oportunidades creativas basadas en lo que hago”. Esta tendencia de colombianos radicados en el exterior para hacer carrera no es nueva. Desde hace 50 años, aproximadamente, decenas de artistas urbanos de nuestro país han dejado su huella en los círculos artísticos de todo el mundo, logrando mayor visibilidad en sus respectivos lugares de residencia y también en la escena nacional y latinoamericana.

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Mural en Cataluña. Foto cortesía de Zurik.

 

Algunos de los referentes más antiguos que hay de grafiteros colombianos viviendo y trabajando en el exterior son Mico, Mani y PelUSA. Ellos comenzaron su carrera en Nueva York a inicios de los setenta con el crew Salvajes y se dieron a conocer por sus pintadas callejeras y en el metro, dejando consignas políticas como ‘Liberen a Mandela’, ‘Puerto Rico libre’ o ‘Cuelguen a Nixon’. En el caso de Mico, también es recordado por haber sido de los primeros en llevar el grafiti a las galerías de arte.

 

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Pintadas de Salvajes en Nueva York. Pantallazo del video hecho por Cartel Urbano en 2012, durante la visita de Mico a Colombia.

 

Con la llegada del grafiti a Colombia y más adelante la aparición de redes sociales, grandes exponentes empezaron a viajar por todo el mundo a dejar sus tags y muros. Este impacto del grafiti colombiano en el exterior, ayudó a visibilizar artistas, trabajos y eventos forjados en nuestro país y les abrió las puertas en otras latitudes. “En Alemania son muy conocidos personajes como Toxicómano, Guache y Stinkfish, quienes han venido varias veces a pintar en lugares representativos de Berlín (como el reconocido callejón del grafiti Haus Schwarzenberg). Acá también se habla mucho sobre la importancia que ha adquirido Bogotá como meca del arte urbano mundial”, dice Juan Camilo Alfonso, miembro de Mal Crew, radicado en la capital alemana desde 2015 para hacer una maestría en Arte en Contexto en la Universidad de Artes de Berlín (lea más sobre ‘El impacto del grafiti colombiano en el exterior’).

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​Mural hecho junto a Ark en Berlín. Foto cortesía de Juan Camilo.

 

Según Juan Camilo, intervenir un espacio en otros países no es tan sencillo como en Colombia y en Latinoamérica en general, donde los grafiteros pintan en cualquier lado sin permiso o hablan con el dueño del inmueble. “Acá [en Europa] los espacios de legalidad son más marcados mientras que en Colombia las zonas grises son mayores —explica—. Eso radicaliza la vuelta porque no hay un punto medio para hacer producciones grandes de manera informal”. Dichas producciones gigantes siempre se gestionan por alguna empresa, entidad o iniciativa privada. Por ejemplo, en Berlín, Urban Nation ha llevado a artistas de renombre internacional (entre esos Stinkfish, el venezolano Nicolás Sánchez y el brasileño Nunca) para pintar fachadas por toda la ciudad. Además, también cuentan con un museo de arte urbano contemporáneo de cinco pisos, cuya fachada es intervenida mientras en el interior se exhiben cuadros o instalaciones. Otra iniciativa similar es Street Art City, en la población francesa Lurcy-Lévis. En este proyecto, artistas de todo el mundo pintan las fachadas de las edificaciones abandonadas del lugar u organizan una micro-galería en alguna de las 128 habitaciones que hay en el Hotel 128. Representando el arte urbano colombiano han estado Zurik, Stinkfish, Yurika, Garavato, Empty Boy y Cazdos. En este video puede pillar cómo se realizó la intervención en este hotel.

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Mural hecho junto a Franco en Berlín. Foto cortesía de Juan Camilo. 

 

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Mural hecho en Berlín junto a los colombianos Carolina Sanabria y Felipe Cespedes. Foto cortesía de Juan Camilo.

 

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Mural hecho en Paris. Foto cortesía de Juan Camilo. 

 

 

La policía de los países europes, como ocurre también acá, es enemiga del grafiti vandálico, pero curiosamente pueden multar a alguien no por encontrarlo pintando, sino por la popularidad que tenga su tag. Juan Camilo explica que dicha multa puede llegar a los miles de euros según el proceso judicial. Fernando León, bogotano de nacimiento pero criado en Holanda, cree que esa lucha contra la policía es necesaria para el grafiti, de lo contrario sería aburrido salir a pintar sin permiso. Eso sí, agrega que le quita chispa tanta permisividad porque “en Holanda ni siquiera puedes pintar tu casa del color que quieras y hacer un muro puede tomar hasta un año de charlas con los vecinos y la alcaldía”.

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​Mural hecho en Doetinchem, Holanda. Foto cortesía de Fernando.

 

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Murales hechos en Amsterdam. Fotos cortesía de Fernando.

 

 

Para Zurik, otra diferencia radical es la visibilidad que puede haber para un grafitero en Colombia o, en su caso, en España. “Colombia es un territorio muy extenso y con problemas de comunicación entre ciudades, lo que ha derivado a la centralización del arte urbano en Bogotá o Medellín, mientras que en otros lugares es más difícil tener demanda y oferta de artistas y hay carencia de recursos para crear una propuesta propia —cuenta—. En España las distancias son cortas y con varias ciudades principales donde la globalización permite que no solo españoles vivan allí”.

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Meeting of Styles Bélgica. Foto cortesía de Zurik.

 

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​Imágenes cortesía de Zurik.

 

 

Esta artista añade que el costo de los materiales influye en su adquisición y por ende en la experimentación de cada artista. “[La marca de aerosoles] Montana Colors es española, lo que hace que tener buen material a un coste bajo sea más fácil que en Colombia. El que es bueno lo es con dos o tres colores, pero cuando llegas a un nivel en el que una buena herramienta supone una oportunidad para aprender, definitivamente vale la pena conseguirla”.

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En cuanto a la experiencia en Latinoamérica, Era, de Bogotá pero criada en el municipio de Soacha, se fue a Buenos Aires, Argentina, hace seis años para estudiar Arte Terapia, una práctica para mejorar la salud mental y el bienestar social y emocional por medio del arte, y de paso aprovechó para aprender a tatuar. Desde que vivía en Colombia, esta artista se enfocó en hacer pintadas ilegales con su crew La Horda Esea, con el que estuvo en varios eventos junto a Rodez y Kochino. Al llegar a la capital argentina, ella volvió a enamorarse del grafiti. “Sin generalizar, pero en Colombia el grafiti tomó un rumbo diferente. Acá [en Argentina] he compartido con crews como ILS, 031, NAV o RS, entre otros, que se reúnen para hacer misiones de alto impacto contra el sistema, conservan las fotos en vez de subirlas a sus perfiles personales y no esperan vivir del grafiti pues deben cuidarse y mantener un perfil bajo. Experimentan el grafiti a su manera”. Ahora ella está en el crew Ladies on Top junto a Bitch, también bogotana, y entre ambas llenan sin permiso las calles con tags, letras y personajes. Era confiesa que han colaborado de manera clandestina con Skore, Taem o miembros de Vacs o Kav Crew cuando estos visitan Argentina.

El tipo de trabajo varía radicalmente según el estilo de cada artista: Era escribe su nombre, el de su parche y hace personajes femeninos; Zurik combina rostros con letras más cercanas al dibujo abstracto; Fernando dibuja personas y animales de una forma que define como “colorida, simplista y alegre”; y Juan Camilo hace trabajos fantásticos pero también cercanos a nuestras comunidades indígenas, la fauna y hasta la cotidianidad en la ciudad. “Colombia y otros países como México, Argentina, Brasil y Perú han hecho un gran aporte a nivel visual, con texturas. La temática indígena con rasgos y elementos propios, rescata el valor y la importancia de la naturaleza y la vivacidad en los colores. En todos estos aspectos se fijan las personas cada vez que llega un latino con propuestas frescas”, dice Zurik.

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​Pintadas cortesía de Era.

 

Su trayectoria ya los ha hecho participes en festivales como Latino Graff, Locombia (ambos en Francia), Meeting of Styles (México, Italia, Bélgica y Francia), Urban Arts (Alemania) o Zaragoza Ciudad (España), entre otros. Por su cuenta también han tenido iniciativas propias: Juan Camilo organizó entre abril y julio de 2016 un proyecto basado en la historia oral de Bernau-Süd, una población a las afueras de Berlín, y puso a los niños del lugar a pintar sus reinterpretaciones. Esto hace parte de su idea de fomentar más pintadas autogestionadas y de gran formato con vinilos, rodillos o cualquier material que explote la recursividad que en Colombia sobra. En Argentina, Era creó hace cuatro años la marca de ropa hip hop Fly5 y desde el año pasado hizo la primera fiesta de la marca llamada SoFly, que cada miércoles y un fin de semana al mes reúne a bailarines de dancehall, salsa, MCs, DJs y aficionados para forzar lazos entre la comunidad hip hop de ambos países.

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​Mural de MasPaz junto a Chelove en Washington. Imagen tomada del Facebook de MasPaz.

 

pEllos son solo algunos connacionales radicados afuera. Otros ejemplos son MasPaz (Washington DC), Vane MG (Londres) y YonQui (Escocia). Vane MG estuvo en eventos como El Antídoto y Lavamoatumbá, y en Londres se ha enfocado en resaltar la importancia de la mujer colombiana con pinturas, murales y hasta proyectos de realidad virtual. MasPaz se ha esforzado por llevar el skate a más personas, por eso todo el tiempo pinta tablas para vender en su tienda oficial y ayuda a la construcción de skateparks, como este de Providence (Rhode Island) en 2016.

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Mural de Vane MG en Toulouse, Francia. Imagen tomada del Facebook de Vane MG.

 

 

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Mural de YonQui en Copenhague, Dinamarca. Foto tomada del Facebook de YonQui. 

 

Varios de ellos han vuelto al país desde que se fueron: Era regresó en 2015 para la primera versión de El Antídoto, organizado por Cartel Urbano, y luego para tatuar y hacer pintadas ilegales; Juan Camilo estuvo en diciembre durante la restauración del mural de Jaime Garzón en la Calle 26 que hizo Mal Crew (‘Mala Memoria’: el cortometraje que repasa la historia del mural de Jaime Garzón); Fernando regresó por primera vez a comienzos de 2017 y recorrió el país durante tres meses, pintando en Palomino, Medellín y Bogotá, uno de esos en el barrio Minuto de Dios con el apoyo del Museo de Arte Contemporáneo; MasPaz estuvo en 2016 y pintó en Chía, Itagüí, Medellín, Bogotá (junto a Guache y DJ Lu) y visitó La Casa de la Madre y el Niño, el orfanato donde vivió antes de ser adoptado y al que le dona el 5% de lo recibido por cualquiera de sus proyectos. Estos artistas se encuentran lejos de donde nacieron pero no han olvidado sus raíces y saben que gracias a la influencia latina su trabajo los ha puesto en el mismo lugar, junto a otros grandes del grafiti mundial, como les pasó a Mico, Mani y PelUSA hace medio siglo en Estados Unidos.

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