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El Validadero Artístico

Aquí no se viene a validar. Este es un laboratorio artístico en el que se reflexiona con cierta ironía sobre la academia, la institucionalidad y el mercado del arte en Colombia. 

Fernando Salamanca

Al apartamento de María Stella Romero, que hace las veces de salón de clases, sala de exposiciones y área social de El Validadero Artístico, se llega después de subir a pie cuatro pisos. Los subí junto a Christian Cely, con quien coincidí en la entrada del edificio. Él fue uno de los doce artistas que expusieron en “El Ascensor”, la primera muestra organizada por este colectivo que nació a mediados de 2014.

Validar, ese verbo con sentido peyorativo que en el lenguaje popular bogotano se usa para denominar a la educación exprés de dudosa calidad, fue el detonante para que dos artistas plásticos crearan El Validadero Artístico.

—Es el primer proyecto con el que me atrevo a entrar en el mundo del arte –dice María, mientras corta las letras de un aviso en su mesa de trabajo–. En verdad, es un atrevimiento.

Para Federico Daza, cofundador de El Validadero, esta iniciativa tiene  toques de ironía, de humor negro, que van desde la pomposidad del título que les otorgarán a sus estudiantes (maestro en Artes Relacionales con énfasis en Diplomacia y Relaciones Internacionales), hasta la puesta en escena de la exposición.

—Mientras organizaba las obras estaba escuchando un disco de Alci Acosta y se me ocurrió jugar con una canción suya, La copa rota, y con dos obras: unas copas rotas que tenían vino tinto servido y el dibujo de una pareja de novios desnudos. Los coloqué juntos. Eso es arte relacional.

Esta iniciativa entiende y aborda el arte como espacio social. Si bien en Colombia prevalecen la creación y la gestión artística dentro de los cánones tradicionales, en los últimos años han surgido otras dinámicas que llevan a la producción colaborativa y a una redefinición de los circuitos no oficiales del arte, como es el caso de El Validadero Artístico, que se apropia de esa palabra con mala reputación para convertirla en un proyecto de formación.

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El Validadero formará a sus alumnos en temas relacionados con la socialización de la obra, tales como la relevancia de la crítica, la participación en convocatorias, las habilidades para la autogestión y el trabajo en equipos independientes, entre otras competencias para sobrevivir en el competido mundo del arte contemporáneo.  

Según María, esta es una formación complementaria a la de la academia. Enseña “herramientas sociales” que un “artista nuevo debe tener y saber usar a su favor en el medio del arte”.

Carlos Fino, profesor de Arte en la Universidad Nacional de Colombia y amigo del proyecto, explica que, efectivamente, estas competencias no se enseñan en los pregrados universitarios, pero enfatiza en que no se deberían enseñar.

—Es un conocimiento que se obtiene de la interacción de los artistas en el campo artístico, pero no es un quehacer artístico propiamente dicho. Así, ambos espacios, la academia y El Validadero, no compiten. Además, que quede claro: El Validadero Artístico no es una escuela de formación artística, pues su programa no ofrece cursos de historia ni de teoría, ni talleres de técnica –agrega Fino.

Sobre este tema, Guillermo Vanegas, quien dictará el componente de crítica en las artes, señala que las iniciativas no formales “configuran nuevas academias, cronologías y tradiciones. Es simple renovación por aburrimiento”.

La obra que más me impactó de la exposición fue Voces de la periferia, de Christian Cely, una construcción de grandes bloques que sirven de base para una pequeña casa hecha con ladrillos diminutos y ordenados que no están adheridos unos a otros. Se sostienen por la inercia, pero una brisa o una corriente de agua podría tirarlos abajo. Tal como sucedió en septiembre de 2014 con doce casas en el barrio El Espino, una zona de alto riesgo en Ciudad Bolívar, donde Christian tiene su taller, su pequeño apartamento y su laboratorio de arte móvil, Alto Riesgo Creativo.

"Que quede claro: el Validadero Artístico no es una escuela de formación artística, pues su programa no ofrece cursos de historia ni de teoría, ni talleres de técnica."

María Romero, quien al igual que su abuela y su madre se gana la vida en un taller de confección y fabrica la ropa con la que se viste, levanta la voz para decirme que El Validadero no es un espacio diplomático ni pretende proclamarse como un territorio independiente. Es una carrera que tiene pénsum de laboratorio artístico. Relaciones críticas, Vehículos curatoriales, De la teoría a la práctica, Procesos y relaciones expositivas, Salidas pedagógicas, Diplomacia artística y Como por arte de ocio son los módulos de un plan de estudios que se propone contribuir a formar artistas profesionales en un año, y a prepararlos para enfrentarse al campo de batalla del arte contemporáneo.

Por ejemplo, si quienes toman el curso aprenden a participar en residencias, curadurías y premios internacionales, es posible que su visibilidad en el medio mejore, así como también sus oportunidades de participar en exposiciones y, por ende, su nivel de ingresos.

Para Guillermo Vanegas, “El Validadero Artístico es un proyecto saludable, pero como en todo proyecto formativo los resultados se ven a largo plazo”. Dice que para su especialidad –la crítica de arte– es importante esta iniciativa, porque el artista comprende que es una práctica aliada y no enemiga. Por su parte, Carlos Fino considera que para los galeristas también es positivo, porque no tendrían que estar a la caza de nuevos artistas, sino que éstos podrían asumir una actitud activa a la hora de curar y visibilizar su trabajo.

A juicio de María Romero, “el punto débil del proyecto es el número de alumnos inscritos: tan sólo 17 hasta el momento. Esto dificulta la viabilidad financiera de la iniciativa, pues los $800.000 que cuesta la matrícula apenas cubren el pago a los profesores, y el resto de gastos corre por cuenta de los gestores.

—El Validadero es una obra de arte. Es un juego que nació del ocio – explica Marí–. Vamos a participar en ArtBo con nuestra obra, que es la ceremonia de graduación de nuestros estudiantes. Y como es validadero, los vamos a graduar por ventanilla.

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