El poder de la imagen en los cortos experimentales de Damián Alquichire
El trabajo de este artista visual ha llegado a museos, galerías, teatros y cines de países en los que él nunca pensó que podría sonar: Kosovo, Rusia, Alemania, Rumania y varios más. A punta de carboncillo y papel, Damián ilustra piezas que luego anima hasta convertir en films de corta duración que tienen una historia por contar.
En su trabajo, Damian Alquichire se desenvuelve como director de cine, productor y animador. Pero todo empezó con un lápiz y un papel, dos elementos que han sido protagonistas en su vida desde que era muy pequeño, cuando dibujaba cuanto boceto se le pasaba por la cabeza. Con el tiempo, este artista fue un paso más allá y empezó a trabajar otras técnicas que le permitieron explotar sus capacidades y ver todo lo que podía dar. “Yo venía haciendo series de pintura bajo ciertos temas concretos, cada serie era de entre 20 y 25 pinturas, óleos sobre lienzos. Luego me cansé de hacer eso y quise hacer algo mucho más fuerte, incorporando más artes y fue ahí donde sentí ese llamado a realizar films”, asegura.
Así llegó al primero de los tres cortos animados que hoy tiene en su portafolio: Carbograma (2015). Basado en una canción de Santiago Jiménez, esta producción audiovisual es en realidad un viaje experimental que arranca con el baile improvisado de una chica, quien a través de su cuerpo transmite un sinnúmero de sensaciones expuestas por medio del carbón de leña sobre papel. El trabajo es tan pulcro que ha sido expuesto en festivales como el Festival Internacional de Videodanza de Chile o el Bucharest International Dance Film Festival, en Rumania, y otros más en Inglaterra, Alemania y Grecia.
Pieza de Carbograma (2015)
Para llegar a esto, Damian (22 años) tuvo que tomar decisiones como la de irse de su casa a los 17 años, y entender desde ese momento que si quería obtener algo importante no dependía solamente de la suerte o el talento. Más bien, a sus ojos, lograr triunfos era una cuestión de dedicarle el tiempo suficiente a su trabajo. Con ese objetivo trazado, empezó a desenvolverse en el mundo del arte desde lo visual y lo sonoro. En sus piezas no hay diálogos entre los personajes, pero cada animación tiene una historia por contar, razón por la cual puede entenderse en cualquier parte del mundo.
Piezas de Carbograma (2015)
“No importa el idioma, raza o cultura de los espectadores, aquella conjugación de imágenes y sonidos les produce ciertas conexiones de ideas en sus cabezas, de una forma parecida a lo que les produce la lectura de palabras en un libro o la escucha de diálogos en una serie, o quizás hasta de una manera más intensa. Esa es mi intención principal con el trabajo: explotar el poder de la imagen”. Al poco tiempo de terminar Carbograma, Damian se dedicó a 333 (2016), realizado tras “un proceso de creación de naturaleza cíclica: dibujar, tomar una foto del dibujo, borrar y dibujar de nuevo. Una imagen meticulosa y un trabajo sonoro entre una estructura en la que todo comenzó con el final”.
Dibujo realizado para 333
Al igual que el primer corto, este lo realizó utilizando carboncillos y papeles, y también le llegaron invitaciones para participar en festivales de países impensados como el Erarta Motion Pictures International Festival of Movies about Painting, en San Petersburgo, Rusia o el Linoleum International Contemporary Animation and Media-Art Festival de Kiev, Ucrania. “Fue una experiencia increíble ser invitado de honor en tremendo museo y conocer la ciudad joya de los zares”.
Piezas de The Chimerical Museum of Shifting Shapes
Aunque sus dos primeros proyectos han sido muy bien recibidos, en 2017 Damian le dio vida al que quizás es su trabajo más ambicioso: The Chimerical Museum of Shifting Shapes (El Museo quimérico de formas cambiantes). En su realización, el artista visual utilizó más técnicas que en los anteriores: carboncillos, vinilos, óleos y acrílicos en diferentes superficies, desde pequeños papeles (25 x 35cm), hasta grandes lienzos (150 x 120cm). “Trabajo con estas técnicas porque me interesa expandir los resultados plásticos de una pintura y dibujo en el tiempo. Además, con estas técnicas logro un resultado visual muy distinto a lo que la gente normalmente conoce como ‘películas animadas’, un resultado mucho más matérico y crudo, el cual a mí me interesa más”.
The Chimerical Museum of Shifting Shapes está compuesto por 3.000 pinturas y 1.500 dibujos, además el artífice de la pieza musical es Blas Atehortúa, uno de los mejores compositores académicos del país. Un trabajo en el que la multidisciplinariedad se enfoca en el resultado y no deja nada al azar. Gracias a este trabajo, Damian ha participado en el ANIMA Latina, III Festival de Cine de Animación Latinoamericano de Buenos Aires, Argentina y en el DokuFest de Prizren, Kosovo. Allí, en el festival de cine más grande de los Balcanes, Damian realizó la premier mundial de la producción y además se ganó el premio a mejor corto internacional.
El paso de los años le ha permitido a este artista visual reconocer la disciplina que exige el arte, el compromiso y la resistencia de cara a los obstáculos que se presentan en el camino. Ahora Damian espera que su trabajo les llegue a más personas que sienten pasión por la animación y el arte. Después de tomar una pausa tras tres años de trabajo fuerte, este artista visual ya tiene en mente su próximo objetivo: “Estoy preparando un nuevo film más ambicioso que The Chimerical Museum of Shifting Shapes. Tomará un poco más de tiempo, pero no me cabe duda que cuando salga a la luz será mi mejor trabajo, además espero crear un estudio/productora interesante que esté basada en Colombia”.
Si no le quiere perder la pista a los dibujos, pinturas y cortos de este artista esté al pendiente de su Instagram y su página web.