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Ocho creadores urbanos que piden pista en el país

Todos son menores de 30 años y con sus pintadas en muros de las diferentes ciudades le apuntan a mostrar la biodiversidad de Colombia, nuestras tradiciones o las cotidianeidad de los más jóvenes. Pille esta selección de pelados que, a pesar de su corta edad o experiencia, se ganan su lugar en el arte callejero.

Daniel Fandiño / @sinsecuencia

El arte urbano y el grafiti no se entienden sin el trabajo de los más jóvenes. Tipos como Jean Michael Basquiat, cuya obra se posicionó cuando él apenas tenía 20 años de edad, o Blek le Rat, quien a sus 27 años invadió París influenciado por el esténcil propagandístico de Benito Mussolini, son ejemplos de un derroche de talento prematuro. El espíritu de la juventud también se ha sentido en los grafitis del metro de Nueva York y, ciertamente, en cada ciudad del mundo donde el arte urbano es una expresión cada vez más aceptada.

En Colombia, incentivar las prácticas de los artistas urbano se ha empezado a volver una necesidad desde las entidades privadas y públicas. Para 2018, el Distrito se propuso entregar 179 becas por un monto de $15.503 millones de pesos, articulado a todas las entidades del sector: el Instituto Distrital para las Artes (Idartes), Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC), Fundación Gilberto Alzate Avendaño (Fuga) y la Orquesta Filarmónica de Bogotá (OFB).

No obstante, una de las discusiones sobre estos incentivos está centrada en que las oportunidades de aplicar son muchas, pero las de ganar se reducen a aquellos creadores que tiene un portafolio amplio. Por eso, muchos artistas que están emergiendo se limitan a trabajar bajo la bandera de la autogestión y levantan su voz, y su arte, para que los entes encargados pongan los ojos en su camello. Estos son algunos representantes de las nuevas generaciones del arte urbano nacional que están pidiendo pista:

 

Sancho

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Hace ocho años, con apenas 15 de edad, este artista arrancó con el grafiti vandal y firmando sus pintadas clandestinas como “San”. Las hacía rápido y así evitaba inconvenientes con la Policía. Del “San” pasó a firmar como “Sancho” y hoy en día es uno de los artistas urbanos más virtuosos del Pacífico colombiano, una región en la cual busca la belleza de su naturaleza y biodiversidad para expresarla a través de su obra.

 

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“Tengo una conexión con las plantas y los animales; trato de meterle un concepto positivo, lleno de color y que muestre vida. Cuando hago rostros, ya sean aborígenes o retratos, lo hago mostrando una sonrisa para que conecte con los transeúntes”, cuenta este diseñador gráfico de 23 años y nacido en Cali, donde tiene todo tipo de anécdotas. “Una vez, por ejemplo, estaba haciendo un mural en el centro de la ciudad y pasó una pareja que al parecer iba de afán. Sin embargo, al verme pintar, la señora se puso a llorar”, recuerda el artista. En esos momentos, dice, se da cuenta que lo que hace puede ser especial para algunas personas, a pesar de las dificultades que encuentra por la falta de recursos o apoyos.

 

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Pero ante eso, él no saca excusas para continuar con su camello y así ha tenido experiencias gratificantes. Una fue en La Paz, Bolivia, a donde fue invitado por Mi Teleférico, la empresa del sistema de transporte por cable aéreo de ese ciudad, para intervenir unos muros en las estaciones. Otra vez, en Toribio, Cauca, trabajó con la comunidad indígena Nasa junto a otros artistas nacionales e internacionales. “Los indígenas compartieron su agradecimiento. Allí hubo mucho conflicto pero estaban contentos porque ya no escuchaban los disparos que se escuchaban antes”, recuerda.  

 

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Este caleño además ha expuesto su arte en Bogotá, Medellín, Ibagué, Cúcuta, Pamplona, Pasto y otros espacios que le han brindado la oportunidad de llenar de color los muros.

 

Santa Gross

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El seudónimo con el que firma sus intervenciones es una unión de su apellido, Santamaría , y la palabra “gross”, que significa “repugnante”. También, dice, es un juego de palabras en referencia a Santa Claus. Aunque su fuerte es la ilustración digital, desde hace dos años este bogotano de 25 se le mide al arte urbano. Sus aptitudes y talento artístico los fortaleció estudiando diseño gráfico en la Universidad Jorge Tadeo Lozano.

 

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Sus obras no tienen un objetivo específico, simplemente le apasiona ilustrar. Además hace stickers, prints, pinturas a mano y muros en gran formato. La pintada que más le trama es una que hizo en Cali junto a Calidoso, Enka y Juan sin Miedo porque el resultado fue muy bueno y ese muro les permitió conseguir nuevos proyectos. Su trabajo los ha llevado a Cali y a Silvania, pero Bogotá es el lugar en el que ha desarrollado la mayor parte de su obra.

A futuro tiene en mente hacer exposiciones y proyectos a futuro con TRQ, parche con el que ha crecido su proceso junto a otros artistas.

 

Juan sin Miedo

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Su seudónimo se lo debe a la canción ‘No tengo miedo’ de la banda española de punk rock El último ke zierre. “Me sentí identificado desde que escuché la canción. Es lo que quiero ser: quiero medírmele a lo que salga y enfrentarlo sin miedo”, asegura este diseñador gráfico de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.

 

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Hace un año y medio, este man de 25 años, tomó la decisión de trabajar murales, arrancando con el vinilo pero después pasándose al aerosol. En la ilustración digital, su fuerte, y el muralismo, Juan sin Miedo intenta trabajar temas cotidianos y personajes del común, como las borracheras o el Chocoramo. “Me gustaría trabajar más la parte social porque la gente es muy agradecida y el hecho de que un niño llegue y le ayude a uno es muy lindo”, dice Juan, quien también recuerda la vez que los manes de Alcolirykoz lo vieron pintar junto a su parche y se quedaron.

 

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Una de las pintadas que más le ha gustado a este bogotano la hizo en el marco del PDV Fest, en donde participaron muy buenos artistas que él admira. A parte de sus pinitos en el muralismo, hace stickers, carteles y ha trabajado hasta con artistas musicales.

 

PODRI2

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Mientras estudiaba Licenciatura en Artes Plásticas en la Universidad Pedagógica de Colombia, en Tunja, este man empezó a desarrollar trabajos audiovisuales y fotográficos para reivindicar los derechos humanos, todo en torno al conflicto armado. “PODRI2 nace como un reflejo de todo lo que estaba mostrando: niños reclutados, torturas, conflicto armado, niños en la guerra,” asegura.

 

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Nacido en Sogamoso, Boyacá, este artista de 24 años le trabaja al arte urbano desde 2010. Cuando estaba en el colegio empezó a hacer plantillas con cuadrícula, reproduciendo imágenes populares como la del Che Guevara o Marilyn Monroe. Tiempo después, para graduarse de bachiller, realizó el proyecto ‘Arte urbano: ¿crimen o legalidad?’, a partir del cual se metió de lleno en esta disciplina. De ese ejercicio nació su primer mural, un ataque a las políticas norteamericanas.

 

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La técnica en la que más se ha afianzado es el esténcil. “Desde chiquito siempre tuve interés por esa magia que ocurría al recortar una imagen y luego poder reproducirla muchas veces”, cuenta. Podri2 recuerda especialmente un muro que elaboró en la Carrera Séptima, en frente de la Universidad Javeriana, en Bogotá, pues se enfrentó al estrés de trabajar con mucha gente viéndolo. “Otra vez estaba pintando y un señor se me acercó a preguntarme si me faltaban materiales.Yo le dije que me faltaban unos vinilos y el man se fue al almacén y me los llevó; son cosas que no pasan siempre pero es una señal de que esas expresiones están siendo bien aceptadas”, dice.

 

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Para él, el hecho de expresar las ideas y comunicarlas se ha vuelto una tarea muy difícil, reducida a youtubers o tuiteros, pero también valora que mucha gente que no tiene acceso a estos medios de comunicación, se refugia en el arte urbano para manifestarse. “Desde un sticker o un cartel, ya uno puede sacarle copias y reproducirlo, esa es una buena forma de comunicación”, explica.

 

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A futuro, Podri2 planea realizar unos murales en Sogamoso -un municipio en el que tienen presencia empresas que han afectado la agricultura- para resaltar el trabajo de las personas que están en la zona industrial, y no tienen buenas condiciones de salud y vivienda.

 

Caverna

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Este artista bogotano lleva cuatro de sus 19 años haciendo grafiti. Su trabajo, netamente empírico, ha sido expuesto en Cali, una de las ciudades que mayor aceptación ha tenido hacia el arte urbano y el grafiti en Colombia. Para él, hay momentos y coyunturas que merecen ser narradas a través de ejercicios artísticos. A todas sus pintadas les guarda el mismo aprecio por igual, y asegura que cada una le ha dejado experiencias enriquecedoras para posicionarse en la movida.

 

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En su obra destacan los distintos formatos en los que lo ha expuesto: serigrafía, muros, stickers y cuadros al óleo o acrílico. Además, sus letras evocando el wild style, una forma compleja del grafiti que permite el juego y la modificación del estilo de letra. La obra de Caverna juega con su nombre, pues trabaja su letra como si fuera en piedra y su firma ya hace parte del paisaje urbano capitalino.

 

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“Actualmente ando trabajando en un proyecto que se llama Taller 108, que es un colectivo de ilustración digital y análoga, de serigrafía y de murales. Ese es el proyecto que ahora me trazo a mediano y a largo plazo” cuenta.

 

Cale

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Desde pequeño, a Cale le gustó la pintura, la ilustración y el dibujo, siempre apuntándole a replicar los dibujos animados. En 2013, cuando se graduó del colegio, se hizo amigo de un rapero y empezó a callejear un poco más. Ese mundo del rap lo llevó directamente al grafiti y a la reproducción de stickers. Convencido del poder de la imagen, ese mismo año hizo sus primeros dos murales. De hecho, uno de esos murales es el que más aprecia, pues por este creó un lazo con sus parceros que sigue intacto hasta hoy.

 

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“No tengo muy claro por qué me quedé con ese seudónimo… el nombre de la cédula me lo pusieron mis padres y el Cale me lo pusieron mis parceros”, cuenta este artista plástico de la Universidad del Bosque. En su trayectoria ha visto que los grandes patrocinios llegan siempre a los artistas que llevan muchos años en la movida del arte urbano, los cuales cree necesarios también para los artistas emergentes. Los formatos que este artista ha explorado son el grabado en linóleo, aguafuerte, carteles, stickers, murales, serigrafía, estampados y pirograbado.

 

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Mientras le llega la oportunidad de trabajar con comunidades, este bogotano ha participado en festivales como el Latino graff, celebrado en 2017 y gracias al cual expuso su obra en París y realizó una pintada en Toulouse. “Hay momentos en los que es inevitable no aprovechar el poder que uno tiene en la calle y poner su opinión para hacer reflexionar a las personas por momentos” explica.

 

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“Como proyectos a futuro quiero hacer murales a gran formato y viajar mucho, además fortalecer el Taller 108, un espacio que conformamos hace varios meses con unos parceros desde distintas disciplinas”, cuenta.

 

Snorky

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Hace casi cuatros años empezó a trabajar con el colectivo Tag Tabú de Engativá, pintando en proyectos con la Alcaldía y también haciendo bombing en las calles de la capital. Después de ver una entrevista que le hicieron al artista urbano Franco en un canal institucional, se motivó a hacer arte urbano. Apenas estaba en octavo de bachillerato.

 

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A sus 23 años, y tras haber estudiado Diseño Gráfico en la Universidad los Libertadores, ha desarrollado aptitudes en el manejo del aerosol y el vinilo, la base de su obra en los muros capitalinos. “Cuando se trata de letras es dejar una marca de mí en muchas partes, pero cuando pinto personajes, que casi siempre son animales, es por representar la diversidad y las actitudes de las personas que habitan la ciudad”, explica.

 

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Con su obra también intenta resaltar el carácter de las mujeres dentro del arte urbano, que hoy en día cuenta con bastante presencia femenina, logrando acabar ese estigma que liga este tipo de expresiones únicamente a los hombres. “Intento desprenderme de mis cosas y pensar en los demás; trato de hacer cosas para que la gente se sienta identificada. He trabajado con comunidades en proyectos autogestionados, con artistas de otras localidades que lo invitan a uno, por ejemplo el Museo Libre en Ciudad Bolívar”, asegura.

 

(También le puede interesar ‘Survamos: resistencia artística en Ciudad Bolívar contra la minería y la estigmatización)

 

En mente tiene pasar convocatorias a las que ha aplicado y seguir pintando mucho y viajar con su obra para poder establecerse con disciplina dentro y fuera  de la movida del arte urbano y el grafiti capitalino.

 

Liman Zuñiga

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De sus 26 años, este artista valduparense lleva cuatro años pintando en las calles, tiempo en el cual ha visto la evolución de su obra y ha intentado plasmarla en diferentes espacios. Con su trabajo quiere resaltar el papel de los animales y entrelazarlos con figuras humanas, lo que él llama “seres híbridos”. Asegura que el contenido social se lo puede dar quien vea la obra y el paso del tiempo.

 

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“La naturaleza tiene una gran importancia dentro de la ciudad pero no lo vemos así, intento crear seres híbridos que resalten la cotidianidad y la unión entre los animales y nosotros” explica este artista plástico de la Universidad del Atlántico que también ha expuesto su obra en postales, calcomanías y carteles.

Como próximo proyecto, Liman tendrá una exposición en la Alianza Francesa de Barranquilla y se propone exponer a final de año obras nuevas en la ciudad de Valledupar y en el Country Club en Barranquilla. La idea es llevar esos proyectos a grandes formatos en las calles.

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