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Guía para el marihuanero clandestino

 ¿Qué puedo hacer si vivo con mis papás y quiero evitar la fatiga de salir a trabarme en la calle?

Paula Osorio

Existen dos tipos de personas: los humanos libres como el viento y aquellos que todavía viven con los papás. Es posible que los jóvenes que asumen la complicada tarea de la independencia del hogar estén leyendo este artículo con un porro en la mano, tranquilos. A los otros, los hijos que persisten en la casa paterna, les toca inventar tácticas creativas para poder echarse unos plones.

Aunque fumar marihuana es una de esas cosas que no deberían hacerse a escondidas, siempre hay excusas creíbles para pegarlo discretamente: pasear el perro o comprar el pan y volver a casa como si nada hubiera pasado.

¿Qué puedo hacer si vivo con mis papás y quiero evitar la fatiga de salir a trabarme en la calle?

Embarcarse en esta intrépida aventura significa arriesgarse a ser expulsado del hogar o someterse a una charla reflexiva sobre por qué usted ha decidido hundirse en —lo que algunos padres creen que es— el infierno de las drogas, pero guiados por la prudencia podemos acercarnos a la gloria de la quema hogareña de cáñamo.

Una recomendación previa casi obvia: ni se le ocurra prender un bareto dentro de la casa, es prácticamente imposible dominar esa humareda que puede tornarse volcánica y borrar sus rastros por completo del entorno. El secreto de mantenerse en el anonimato como un ninja es medir la cantidad de marihuana que se consume.

 

Sploof: canalice el pizquero

Un truco que ayuda a disimular el característico perfume de la marihuana quemada es la elaboración de un sploof: rellene el tubo vacío de un rollo de papel higiénico con una o dos toallas de papel previamente impregnadas de ambientador. Cubra uno de los extremos del tubo con otra hoja y sujétela con una banda de caucho. La idea es que usted expulse el humo por el extremo hueco del rollo de papel y el pizquero se camufle con la fragancia del ambientador.

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Enjabone la traba

Exhale a través de un pitillo el humo de la marihuana dentro de una botella de jabón líquido. El aroma, después de pasar por el líquido, será el de un rozagante amanecer en el campo, o floral, o a talco de bebé.

Lo más importante es siempre recordar que se trata de exhalar, no de chupar. No termine tomando detergente por estar pegado.

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Piloto certificado de fumas en el baño

Hay un lugar en todas las casas que está diseñado para que aromas indeseables se vayan de forma rápida: el baño. Pruebe fumar antes de tomar una ducha caliente. El vapor sumado a los perfumes del jabón y el champú se encargarán de camuflar y eventualmente eliminar los vestigios de la fuma, mientras usted disfruta feliz y trabado de un buen baño.

No obstante, salir turro de la ducha y tener la casa llena es una odisea. Usted debe convertirse en piloto certificado de fumas en el baño, que por lo general suelen ser más intensas: use gotas para los ojos —muy de vez en cuando— y evite tortearse frente a los demás.

Si actúa como un paranoico terminará levantando sospechas, así que relájese, confíe en sus habilidades como piloto. Recuerde que los nervios son traicioneros.

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El satélite tutti-frutti

Deshágase de los porros a medio gastar o patas y esconda las pipas y los cueros (y, obvio, la yerba). En la mayoría de los casos, la evidencia es lo que hace que nos descubran como “marihuanos caletos”. Para evitar dejar pistas es recomendable hacerse una pipa orgánica y desechable con una manzana, una papa, una zanahoria, etcétera, o un bong con una sandía o una piña. Si se siente muy creativo intente mezclar todos los ingredientes y ármese un satélite tutti-frutti que lo lleve hacia galaxias tropicales.

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Y hablando de evitar las evidencias, unos tipos en YouTube aseguran que se puede fumar directamente de un cogollo que no esté muy prensado, como lo proponen en este video.

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En todos lo casos, es recomendable prenderle una vela a la virgen del santísimo marihuanero clandestino y pedirle de manera muy especial que no nos agarren.

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