La memoria biocultural del campo en las fotos de Lucas Rodríguez
Las manos llenas de tierra y las mechas reventando son algunos detalles que abundan en el trabajo de este fotógrafo sogamoseño de 30 años, así como los paisajes coloridos y estrellados. Con su cámara capta los saberes campesinos y pretende reivindicar el árido trabajo en la ruralidad colombiana y de otros países latinoamericanos. El 18 de agosto dictará un taller en el Lago de Tota y tenemos un cupo para rifar entre nuestros lectores.
“Para crear imágenes hay que caminar, porque lo que entra por los pies sale por la cámara” es la frase que se repite Lucas Rodríguez, un fotógrafo sogamoseño de 30 años que con su lente les da voz al campo y a su gente. Los paisajes rurales, las problemáticas y los rostros de los campesinos, así como sus pensamientos y oficios, son el terreno en el que este maestro en Artes Visuales de la Universidad Javeriana se siente a gusto, en familia.
“Andando es que se va entendiendo una forma personal y colectiva de asumir el territorio. La mezcla de fotografía con otras formas de conocimiento –todas empíricas- como la cartografía, el saber campesino, la historia, la antropología y la sociología, además de lo que uno se va cruzando en el camino, nutren el ejercicio”, explica este fotógrafo con diez años de trabajo encima.
Lucas entiende la fotografía y la comunicación en contextos rurales como una disciplina con la que se puede llegar a generar reconocimiento. Por eso, las ruanas, el tejo y las manos llenas de tierra son algunos elementos que se pueden encontrar en su trabajo. Al hacer esto, Lucas lucha contra un proceso que, dice él, ha ido normalizando el campo hasta el punto de silenciarlo, negando así nuestro pasado y la construcción de memoria.
“Es bueno dejar de lado tanta selfie y fotos e información que carecen de sentido y muchas veces solo son una expresión del ego o la individualidad, y más bien comenzar a mirar al otro con curiosidad, con cariño, con ganas de aprender y colaborarnos. Seguro así llegamos a respuestas más productivas para nuestra vida y tal vez trascender colectivamente”, afirma este tipo, quien además ha incursionado como ilustrador y muralista.
Uno de los referentes más importante de Lucas al momento de accionar el disparador es el fotógrafo peruano Martín Chambi, considerado como el pionero de la fotografía de retrato de Perú, un artista que consiguió a través de su cámara reflejar el universo cotidiano y mágico de la cultura andina. Además de Chambi, el trabajo de Luis Benito Ramos, Leo Matiz, Richard Avedon, Flor Garduño o Edward Weston también son un punto de referencia para este sogamoseño. A la hora de tirar sus fotografías, Lucas no anda sin sus Nikon D800 y D610, aunque también utiliza drone para hacer foto aérea en 360º y todo el tiempo está tomando fotos con el celular, por practicidad.
Sus retratos e imágenes han sido expuestos en diferentes formatos como calcomanías y libretas ilustradas, que a la vez han servido para decorar la estética de lugares que comparten ese llamado a no dejar de lado la tradición. Es el caso del bogotano Café Aluna, en el cual Lucas también intervino con un mural. Dentro de su faceta como muralista también se destaca una pieza realizada en Girardot, Cundinamarca, con la intención de concientizar a la población. El muro tiene la frase: “Sin maíz no hay raíz”.
Además de esto, Lucas ha diseñado imágenes de apoyo para algunos procesos como el ll Foro Tejiendo Páramos, un espacio en el que se habló sobre la importancia de la resistencia para el territorio. Este tema resulta vital para él, pues considera que antes no se le daba la misma importancia a la comunicación visual en estos contextos, y ahora se convirtió en una forma fundamental para llamar la atención de quienes están interesados en estas temáticas.
La idea de Lucas es invitar por medio de la imagen a estos procesos, con el objetivo de que el mensaje tenga mayor alcance y no se quede en ciertos círculos. Uno de los resultados que ha alcanzando en esta búsqueda es un Manual de Comunicación Alternativa, que es un proceso visual en territorio a través del cual se hace pedagogía y sirve como su guía en algunos talleres que dicta en municipios de Boyacá, Cauca, Cundinamarca y los Montes de María.
Dentro de su camello también se deja ver el Diccionario Campesino, una idea que surgió durante este año tras escuchar palabras y sonidos en lenguas Nasa, Wayuunaiki, Nam Trik, Quechua y diferentes expresiones en español con diversos significados para cada comunidad. El fin del diccionario es mostrar una mezcla de épocas a través del lenguaje, pues hoy en día existen algunas palabras y demás aspectos culturales que permanecen ligados a ese pasado ancestral.
“He estado poniendo algunas de esas palabras y expresiones con su definición o ejemplo y resultó que a más de una persona le recuerda o lo remite a su cotidianeidad, a esa relación con los abuelos y abuelas, al campo, a sus recetas, oficios, palabras, chistes y cuentos”, explica Lucas.
Durante su proceso, este boyacense ha llegado a conocer y compartir con comunidades en trece departamentos de Colombia y algunas poblaciones de México, Perú, Bolivia y Chile. “La viajadera y el acercamiento a la gente en cada lugar, me ha hecho muy consciente de mi pasado, de esa genética montañera, el pasado de mi familia y el lugar de donde vengo, la importancia del paisaje, la montaña, los animales, las plantas, los saberes campesinos y la cultura andina. Cada viaje hace más entrañable la tierrita donde nací”, dice.
“En Perú, estando en Huamachuco, un pueblo de alta montaña, nos fuimos al Festival de la Vicuña y allá llegó gente campesina de todas partes. Tímidamente comencé a tomar fotos, tratando que no se dieran cuenta. Después de un rato imprimí las fotos y se las di. Fue increíble, empezaron a llegar familias, hijos, tíos y me comenzaron a pedir fotos, las truequeamos y fue interesante la situación. Termine compartiendo y charlando con varias personas, y la foto fue lo que nos acercó.”
En este momento, Lucas se prepara para meterle el diente a un proyecto documental al que le viene dando forma desde hace seis años, y en el que aborda problemáticas ambientales de la provincia de Sugamuxi y otras zonas de Boyacá. Con su trabajo quiere ponerle el dedo en la llaga a la minería a cielo abierto y mostrar aquellos ecosistemas naturales en los que se realizan actividades que generan afectaciones ambientales, sin tener en cuenta la memoria biocultural.
También, entre el 18 y el 20 de agosto de este año, Lucas ofrecerá el taller ‘Fotografía y Territorio’ en el Lago de Tota dirigido a personas con o sin experiencia fotográfica y para cualquier tipo de cámara, desde la más compleja hasta la del celular. “Hablaremos de cómo crear una imagen y de técnica fotográfica. Haremos recorridos en los que compartiremos formas de acercarnos a las personas e historias del campo, entre otras actividades”.
Para participar en el taller dictado por Lucas se puede apartar el cupo enviando los datos al correo [email protected] y tiene un costo de $300.000, que incluyen estadía y participación en las actividades. Entre los lectores de Cartel Urbano rifaremos un cupo para participar en el taller: revise el evento en nuestra agenda cultural y siga las instrucciones para que aprenda de la mano de este duro de la fotografía en territorio.