La narrativa fotográfica del estallido social latinoamericano
El fotoperiodismo ha jugado un papel fundamental en la confección de la narrativa del estallido social en América Latina. Hablamos con cinco fotógrafos de la región que han estado en la primera línea de las manifestaciones registrando con sus cámaras las tensiones de un continente que sigue ardiendo a pesar de la pandemia.
La fotografía ha jugado un rol primordial en la construcción de la narrativa del estallido social latinoamericano que comenzó en 2019. Junto a los manifestantes, muchos reporteros gráficos y fotógrafos de todo tipo han salido a las calles a registrar el día a día de las protestas, logrando exponer ante los ojos del mundo la crisis que se ha vivido en las calles desde diferentes perspectivas.
No es novedad que la fotografía acompañe coyunturas de este tipo, pues desde sus inicios ha sido un elemento clave para la escritura de la historia y la memoria colectiva. En este contexto en particular en el que se han cometido tantas violaciones a los derechos humanos por parte de los entes estatales y en el que los medios hegemónicos han demostrado parcialidad en el manejo de la información por seguir ciertas líneas ideológicas, el registro fotográfico ha sido fundamental para controvertir las versiones oficiales y dar a conocer la otra cara de la moneda.
Foto por Zoraida Díaz
Zoraida Díaz, literata, magíster en escrituras creativas y fotógrafa colombiana radicada en Baltimore desde hace seis años, es una de las grandes referentes nacionales y a nivel mundial a la hora de hablar de fotoperiodismo. Esta mujer, quien además fue jefe de la región andina de la agencia Reuters en Bogotá, jefe de la región sur con base en Buenos Aires y editora de fotos para América Latina en Washington, documentó una de las épocas más cruentas de la historia de Colombia entre 1987 y 1994. El terrorismo desatado por el narcotráfico, guerrillas, ELN, M-19, la represión militar y otros conflictos sociales y políticos fueron retratados por su cámara, trabajo que ha sido esencial en el proceso de construcción de memoria del país.
Fotos por Zoraida Díaz
En la época en la que Zoraida registró el conflicto colombiano se trabajaba con película de 35mm y para que una fotografía llegara a alguna de las agencias de noticias internacionales tenía que ser muy buena en términos informativos y estéticos. Luego había que pasar la foto por un transmisor de tambor a través de línea telefónica. Eso significa que el material que se difundía mundialmente era mínimo con respecto a la actualidad cuando, dice Zoraida, en 2013-14 se subieron a internet más fotos que las que se contaban en toda la historia de la fotografía.
Según cuenta, esta masificación de imágenes e información ha traído ventajas y desventajas para la reportería gráfica. Aunque hoy en día literalmente cualquiera pueda sacar una foto con su celular en cualquier momento, lo que ha hecho que el fotoperiodista ya no tenga la primicia –de hecho, cuenta Zoraida que hay Pulitzer ganados por amateurs–, esto también ha significado cabida para nuevas perspectivas. El monopolio de la información y de la noticia se le ha ido arrebatando de las manos a los medios oficiales.
Foto por Zoraida Díaz
“Hay manipulación de la narrativa porque cada medio tiene intereses, líneas ideológicas que quieren mantener, seguir o apoyar. Los medios en nuestra América Latina tienden a ser compañías en las que los dueños están conectados con los gobiernos”, agrega Zoraida al respecto. Sin embargo, también considera que los buenos fotógrafos logran traspasar esas barreras ideológicas con su trabajo. “Creo que no hay fotógrafo de prensa que no sepa que su trabajo en determinado momento es manipulado, pero uno como fotógrafo es dueño del encuadre. Eso también implica el análisis en el visor para plasmar lo que se quiere transmitir. Eso hace que no puedan manipular totalmente el trabajo”.
Como lo comenta Zoraida y lo evidencian los diferentes cubrimientos fotográficos que han tenido lugar en Latinoamérica desde 2019, la fotografía juega un lugar muy importante en la representación de las luchas y en la manera en que estas son interpretadas por la opinión pública. Así, mientras los medios aliados con el poder se encargan de mostrar una perspectiva cómoda para sus intereses, los alternativos han sabido poner la mirada en quienes son estigmatizados, planteando preguntas sobre el oficio y la realidad.
Cuestiones como la objetividad, la relación entre activismo y fotografía, lo que queda por fuera de la foto y el peligro de lo que se encuadra, son algunas de las incertidumbres y cuestionamientos a los que se han enfrentado los fotógrafos que han cubierto las manifestaciones del continente. Para entender algunas de las preguntas que rodean el ejercicio del fotoperiodismo, reunimos las experiencias de cinco fotógrafos que salieron con sus cámaras a documentar lo sucedido durante el estallido latinoamericano que encendió el 2019 y que siguió dando de qué hablar durante todo el 2020.
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Ecuador
Las manifestaciones en Ecuador empezaron el 2 de octubre de 2019 y se extendieron durante casi dos semanas. El detonante en esta ocasión fue la eliminación de los subsidios a los combustibles, por lo que grupos indígenas y otros sectores sociales lideraron las protestas. Según BBC, al 11 de octubre se contaban al menos cinco muertos; además, al menos 50 periodistas, reporteros gráficos, camarógrafos y prensa en general fueron agredidos física y verbalmente, en su mayoría por policías.
Foto por Rafael Rodríguez Mayel
Rafael Rodríguez Mayel (29 años), quien estuvo cubriendo las manifestaciones en este país, es un fotoperiodista ecuatoriano con más de diez años de trayectoria. Inició en el desaparecido Diario Hoy, pasó por el Diario La Hora, Ministerio del Interior y de Salud y ahora es corresponsal de la agencia italiana NurPhoto, la agencia china Xinhua, Agenda Sur de Argentina, Mira-V de Colombia y algunas agencias de medio oriente, por lo que oscila entre México y Ecuador.
“Si te ligas a un medio tienes que ligarte a su línea editorial y político-periodística. Debes actuar bajo ciertos parámetros según te indique tu editor y luego poner tu pellejo para conseguir lo que ellos quieren transmitir, más no tus intenciones como periodista, fotoperiodista o reportero. Los medios, por lo menos acá en Ecuador, son las agencias de publicidad del régimen, solo hacen publireportajes”, comenta Rafael sobre la razón por la que decidió alejarse de los medios hace cinco años.
Cuenta que en uno de los diarios para los que trabajó le pidieron que manipulara una imagen en Photoshop para que se viera masiva una manifestación contra el expresidente Correa. Al negarse le exigieron su renuncia y ahí dice que se fue en contra “del gran monstruo que son los medios locales”. Desde entonces tiene la firme convicción de que es en las calles donde se forja el periodismo y que la razón de ser del mismo es devolverle la voz a quiénes han sido silenciados. “Fuera de los medios nosotros [fotógrafos independientes] venimos a ser fotocausas, somos los fotógrafos de las causas, hemos denunciado problemas sociales, crímenes de Estado, temas de DDHH”. Hoy en día a Rafael se le conoce en algunos círculos como el fotógrafo de la resistencia y grupos de oposición le piden que haga cubrimientos.
Foto por Rafael Rodríguez Mayel
Entre las anécdotas que le ha dejado su trabajo recuerda lo que pasó luego de haber fotografiado lo sucedido en una revuelta en la que Edison Cosíos, un estudiante de secundaria, sufrió un impacto en la cabeza que lo dejó gravemente herido y posteriormente le causó la muerte. El policía que disparó el artefacto quedó completamente identificado en el registro que hizo Rafael. Dicho policía se puso en contacto con él para pedirle que retirara el material de la fiscalía y lo hiciera desaparecer, a lo que Rafael se negó enfáticamente.
El tema no quedó ahí. Poco tiempo después paradójicamente la misma policía tuvo que asignar un oficial para que lo cuidara debido a las amenazas que empezó a recibir. Además, vio como varias revistas le cerraron las puertas para trabajar debido a que empezaron a circular rumores sobre él para que nadie lo contratara.
Sobre el estallido social en Ecuador dice que fue a todas luces un suceso inesperado. “A todos nos cogió de sorpresa. En diez años que llevo en el fotoperiodismo no teníamos una manifestación social de esa magnitud. Un día los transportistas decidieron salir a paro, luego se retractaron, pero ya la mecha estaba encendida en la gente y no había cómo frenarlos. Comunidades indígenas entraron en Quito, los puestos cerraron...”, recuerda.
Según cuenta, el día más fuerte de las protestas que cubrió fue cuando quemaron la Contraloría. Recuerda que Lenin Moreno decretó toque de queda y él tuvo que pedirle posada a una amiga que vivía cerca porque no le daba el tiempo para llegar a su casa. Al llegar empezó a enviar el material que había recogido usando su celular como router cuando se percató que había por lo menos una veintena de motos de policía rodeando la entrada del apartamento. “¡Mierda! En un momento pensé: en últimas me voto de este tercer piso y lanzo todo al carajo, pero no entrego nada” En un momento de lucidez, apagó el teléfono y lo metió en la nevera para que se cortara la señal. Entonces, como por arte de magia, los policías se retiraron.
Fotos por Rafael Rodríguez Mayel
Las capturas que logró durante los días que estuvo encendida la llama de las protestas buscaban dar una visión equilibrada desde su óptica de lo que estaba sucediendo. Según cuenta, pocas veces retrató actos pensados como reprochables por parte de los manifestantes: “Casi nunca voy a mostrar brutalidad de la gente porque la gente de lo único que se arma es de piedras. Yo no soy de los que se echan a llorar por el patrimonio. Si quieren tumbar una casa y sacar de ahí las piedras yo no voy a hacer fotos de eso”.
Sobre la objetividad comenta que la ideología del fotógrafo siempre estará presente, razón por la que dice, no se puede hablar de objetividad al 100%. “Por ejemplo, el hecho mismo de buscar denunciar hace que ya vayas con una consigna, si no sería un registro simple. Somos seres humanos y somos políticos. Desde donde se pone la mira se puede ver la ideología del fotógrafo. Si mandas a dos personas a cubrir el mismo evento seguramente harán fotos muy diferentes”.
Rafael cuenta que en Ecuador se estaba encendiendo la llama tanto como en Chile pero la pandemia, los despidos masivos, la desigualdad y la falta de apoyos que se agravaron con su llegada tienen a la gente sumida en una especie de letargo. Sin embargo, confía en que el pueblo ecuatoriano va a volver a despertar y seguirá haciéndose escuchar en las calles.
CHILE
El 14 de octubre, luego de que el gobierno de Sebastián Piñera decidiera aumentar el costo del pasaje de metro en 30 pesos estudiantes chilenos se organizaron para evadir en masa el pago del mismo. A partir de ese momento las protestas fueron en crecimiento hasta el 18 de octubre, día en que se radicalizó tanto la manifestación en términos de violencia que el gobierno decretó el Estado de Emergencia. Desde entonces y a pesar de la pandemia, el pueblo chileno no ha parado de manifestarse en las calles aun cuando muchos manifestantes han perdido sus ojos y hasta la vida por cuenta de la fuerte represión de los carabineros.
Foto por Bastián Cifuentes
Bastián Cifuentes Araya, periodista y fotógrafo de profesión de 34 años con quince años de carrera ha documentado casi sin falta los acontecimientos sucedidos en el estallido social chileno desde el principio y hasta el día de hoy. Trabaja de manera independiente y también colabora para el medio nacional El Desconcierto.
“Yo soy un testigo, un ojo de lo que está pasando, pero también soy parte de esto porque estoy en contra de todo lo que ha hecho mal el Estado por más de 40 años, desde la dictadura de Pinochet. Desde mi punto de vista tengo que mostrar la violencia y la injusticia, ayudar desde mi registro. He dejado de lado las manifestaciones artísticas para mostrar y denunciar la represión, sobre todo desde que Sebastián Piñera le ha dado más apoyo a carabineros. También para documentar la resistencia, que la gente sigue apoyando y dando la batalla en las calles. A pesar de que tenemos un Apruebo listo para cambiar la constitución, no hemos ganado aún”, cuenta Bastián sobre el papel que ha tenido en el cubrimiento de la movilización social en su país.
Foto por Bastián Cifuentes
Los puntos de vista que Bastián ha retratado han sido muy variados. Ha puesto la mirada sobre las mujeres en el estallido social, la represión policial e incluso llevó a cabo un proyecto artístico sobre los encapuchados que se congregaban en la Plaza de la Dignidad y otro sobre los ojos de las personas donde “se muestra la tristeza y la rabia que los envuelve”.
Además, ha hecho registros de los perros que acompañan a los manifestantes, esto con el fin de que la gente y los veterinarios independientes ayuden a estos animales que también han sufriendo las consecuencias de los gases lacrimógenos y los perdigones. Una de sus fotos más reconocida es justamente una en la que sale un manifestante con un perro aguantando el chorro del guanaco (así se les llama popularmente a las tanquetas en Chile) en uno de los sectores más complejos de las manifestaciones. Se ve también la bandera mapuche y la de Magallanes. Aparecen algunos jóvenes protegiéndolos y el perro en pie de lucha junto al manifestante.
Foto por Bastián Cifuentes
“La reportería gráfica de la manifestación social ha sido muy importante en la construcción de memoria, sobre todo de los medios independientes porque han demostrado que los medios tradicionales no muestran la realidad y menos ahora que han sido desplazados por los mismos manifestantes –opina Bastián– Desde el 18 de octubre hubo algunos medios oficiales que estuvieron cubriendo como CNN, Chilevisión, Canal 13...no pudieron seguir y ahora tienen infiltrados grabando en las protestas como si fueran independientes. Los medios de comunicación manipulan la información.”
Como ejemplo, cuenta el caso de un canal que se presenta como “el canal de todos los chilenos”, el cual emitió por televisión nacional el programa "Informe especial" con respecto a las manifestaciones en Chile. En este reportaje se hacía referencia abiertamente a los manifestantes como vándalos, además, afirmaron que los estudiantes son personas que tienen demasiado tiempo libre, que se alcoholizan y que lo único que hacen es provocar a carabineros.
Foto por Bastián Cifuentes
“No se habló de los más de 500 traumas oculares graves causados por carabineros en Chile, por ejemplo –dice Bastián–. La prensa oficial encubre al estado. Las mismas siete familias millonarias que manejan este país son dueñas de los medios de comunicación, de las aguas del país, de las carreteras, de los supermercados, de todo”.
BOLIVIA
Los 21 días de resistencia en Bolivia iniciaron el 20 de octubre de 2019 luego de que se proclamara a Evo Morales como ganador de las elecciones sin necesidad de segunda vuelta. Tras varias veedurías realizadas por la oposición se denunció fraude electoral y el candidato Carlos Mesa convocó a la ciudadanía a concentrarse en La Paz. A partir de entonces iniciaron las fuertes confrontaciones de manifestantes entre sí y con la fuerza pública.
Foto por Sara Aliaga Ticona
Sara Aliaga Ticona, comunicadora social, fotoperiodista y fotodocumentalista de 31 años, fue una de las reporteras que salió a las calles de La Paz a cubrir las manifestaciones. Sara trabaja de manera independiente y actualmente también está desarrollando proyectos fotográficos con National Geographic y Amazon RJF entre otros. Su trabajo generalmente se ha enfocado en torno a temas de identidad cultural y pueblos indígenas, así como en revalorizar la imagen de la mujer boliviana y latinoamericana.
Ella cuenta que salió a las calles a cubrir las manifestaciones motivada por la necesidad de poder entender a través de la fotografía lo que estaba viviendo su país en lo que, en sus palabras, fue un punto de inflexión histórico para Bolivia. “Era poder entender algo tan nuevo para nuestra generación porque las generaciones anteriores han vivido golpes de estado, dictadura y conflictos más fuertes. Todo el tiempo pasaban cosas inesperadas y fue muy intenso cubrir. Nos cambió incluso la manera en que nos acercamos a este tipo de situaciones como periodistas”.
Sara también tuvo la oportunidad de cubrir algunas de las protestas en Chile a finales del año. Dice que esto le sirvió para ver las similitudes que hay entre territorios latinoamericanos, “cómo se organizan, cómo hay esta unión de cuerpo, que ya no es sólo uno, sino que es una masa. Pude ver también las diferencias en la represión. Aquí yo no vi que la policía fuera tan represiva como en Chile”.
Así mismo, recuerda que salió a cubrir sin ubicarse del lado de ninguno de los actores porque no entendía bien lo que estaba pasando. “No entré con un precepto hecho porque eso distorsiona la capacidad de captar la gran gama de cosas y situaciones que pasaban. Yo quería ver todo lo que estaba sucediendo aquí y allá, en la zona sur y en la periferia. Quería mostrar desde una percepción de ciudadana”, cuenta.
Fotos por Sara Aliaga Ticona
Para ella lo importante no era concentrarse en los actores políticos que dice, es donde suele estar la atención de los medios. “Yo procuraba retratar las emociones de las personas que estaban atravesando ese momento histórico en sus vidas como manifestantes, transeúntes o vendedores callejeros. Quería mostrar cómo lo estaba viviendo la gente fuera cual fuera su ideología. Esa es la manera que elegí para contarlo. Para mí no es sólo mostrar, la fotografía es un instrumento social. De qué nos sirve sólo mostrar si no vamos a tratar de hacer reflexionar, de cuestionar o generar debate con la imagen”.
Acerca del rol de los medios de comunicación tradicionales Sara cuenta que una cosa era lo que se vivía estando ahí y otra muy diferente la que presentaban los medios. “Es un secreto a voces que aquí hay medios que apoyan a ciertos sectores y eso es un tema que se nos escapa de las manos a los periodistas –y agrega–, Creo que es momento de poner ese tema en debate y defender la libertad de prensa, que la información no sea censurada o manejada por la política. Yo creo que la aparición de más y más colectivos y medios independientes, esa necesidad de agruparse para contar otras cosas, responde a eso”.
Foto por Sara Aliaga Ticona
Sara define el estallido social boliviano como el despertar de los jóvenes. “Los estallidos latinoamericanos no van a parar, ya le tocó a Perú, por ejemplo. Yo creo que América Latina necesita darse una sacudida para reestructurarse, por lo menos para despertar, palabra que ha sido un referente del estallido latinoamericano”, concluye.
COLOMBIA
El 21 de noviembre en Colombia será recordado por la afluencia masiva –como no se había visto en décadas–, de personas de todas las esferas sociales, edades e ideologías tomándose las calles en todo el país para rechazar las políticas de gobierno de Iván Duque, el asesinato sistemásticos de líderes sociales y la ruptura de los acuerdos de paz entre otras problemáticas económicas, políticas y sociales. La convocatoria al llamado Paro Nacional inició semanas antes y se vio fortalecida por el ejemplo de las demás naciones latinoamericanas.
Foto por Luis Carlos Ayala
Luis Carlos Ayala de 35 años y con 14 de experiencia en el medio de la fotografía se dedica principalmente a la reportería en las calles y a proyectos de corte documental. Sus capturas enfocadas en la protesta social en Colombia le han dado la vuelta al mundo. Su trabajo es por sobretodo independiente, pero eventualmente vende fotografías a agencias europeas como Europa Press o DPA. Durante este año desarrolló un proyecto documental en el “Sanber”, un barrio del centro de Bogotá con problemáticas muy particulares y actualmente trabaja en un nuevo proyecto con los indígenas del Cauca, sumergido en sus territorios.
Para Luis Carlos el papel de la fotografía en la construcción de memoria de un país es un granito de arena de muchos. Hacer parte de esa construcción, narrar la historia no oficial a través de sus fotografías es quizás lo que más satisfacción le deja. Para él ha sido muy gratificante darse cuenta de que muchos se informan a través de las imágenes que comparte en sus redes sociales. “Que la gente se tome el tiempo de reparar en detalles, de mirar, de entender, de leer… me parece que ahí está mi papel como fotógrafo, en lo que entrego al público que sigue mis historias”, cuenta.
Según cuenta Luis, aparte de los “clichés” que muchos salen a buscar en las marchas “por los que todos pasamos en algún momento”, él trata de poner el ojo en situaciones que no se vean normalmente. Es por eso que generalmente se vale del gran angular para estar cerca de la acción y se enfoca en mostrar detalles tales como las tensiones que se generan en la piel de las personas, en el rostro, el cuello, en la corporalidad del manifestante.
De otro lado, Luis cuenta que alguna vez con un colega se hacían la pregunta sobre por qué en Colombia no hay una imagen icónica del estallido social como sí las hay en otros países y recuerda la fotografía del caballo del monumento a contraluz, con un fondo cálido de un Santiago de Chile en llamas y las banderas ondeando. “La conclusión a la que llegamos es que a los medios no les interesa que haya una imagen icónica de las manifestaciones en Colombia porque en el momento en que algo se vuelva icónico va a motivar y va a generar otras dinámicas”, cuenta.
Foto por Luis Carlos Ayala
A esta reflexión suma su posición sobre la imparcialidad, que para él no existe, aun cuando muchos periodistas se incomoden cuando lo dice. En cada fotografía está impregnado el ser y el pensar del fotógrafo, opina. Más allá de la imparcialidad, para Luis Carlos lo verdaderamente importante es que haya unidad entre el hacer y el pensar, ser consecuente con lo que se enuncia. “Uno tiene que desarmarse de un montón de conceptos, lo que llaman deconstruirse. Soltar conceptos morales, éticos, políticamente correctos y ver las cosas de una forma mucho más general. La clave es escuchar y entender al otro”.
El mantenerse firme a sus convicciones en sus retratos del Paro Nacional le ha traído varias amenazas durante este año de convulsión social en Colombia. “Me han amenazado muchas veces –cuenta Luis Carlos–. No he experimentado censura, pero amedrentar es querer censurar para que uno no siga haciendo lo que hace. El año pasado no sabía nada de chalecos antibalas, ahora sé mucho. Ya no puedo salir solo, no puedo salir en la noche...tengo que avisarle a la FLIP y a DDHH dónde estoy, qué voy a hacer y a qué horas vuelvo. Al mostrar esa otra historia uno se convierte en enemigo, uno se prepara para que lo maten. Es Colombia ¿no?”.
Fotos por Luis Carlos Ayala
Para este fotógrafo, el hecho de que 2019 haya sido el año del estallido social latinoamericano es el resultado del sistema que opera en la región, de los modelos económicos que agotaron a los pueblos hasta producir el estallido. Lamenta que justo cuando se llegó a ese nivel de efervescencia haya chocado con la pandemia.
“En Colombia no sé si continúe. A veces uno piensa que sí, que la gente se va a levantar, que está cansada, pero también hay mucha gente que está resignada a comer mierda, a estar mal. Eso es muy triste. El colombiano que se supone pujante, feliz y toda esa vuelta que han vendido parece más resignado al fracaso. Eso desanima”, concluye.
PERÚ
El estallido social peruano ha sido de matices variados con respecto a lo sucedido en 2019 en otros países de la región. La ola de indignación que sacudió América Latina el año pasado llegó a Perú en 2020, con todo y pandemia a cuestas. El 9 de noviembre el congreso peruano destituyó a Martín Vizcarra por corrupción y entregó la presidencia a Manuel Merino. Esto fue considerado por muchos como un golpe de Estado, razón por la cual el pueblo se volcó multitudinariamente a las calles. Las manifestaciones que se extendieron por varios días se tornaron violentas, dejando como saldo centenares de personas heridas (entre ellos varios periodistas) y al menos dos muertos.
Foto por Renzo Salazar
Renzo Salazar es un fotógrafo peruano de 25 años que actualmente trabaja como reportero gráfico para el Diario El Comercio y recientemente, durante las revueltas, colaboró con la agencia estadounidense Getty Images. Su experiencia se extiende por más de seis años en los que se ha mantenido enfocado en el fotoperiodismo y la fotografía documental. En 2019 recibió el Premio Nacional de Periodismo en Perú en la categoría Foto por su fotografía del “conazo” a Carlos Tubino. La calle y las marchas han sido su escuela.
Antes de los sucesos desatados por de la destitución de Vizcarra cuenta Renzo que las marchas en Lima eran el pan de cada día, aunque no eran tomadas en serio por la desorganización y la falta de apoyo que tenían entre la gente. Si bien las marchas del “No a Keiko Fujimori” (2019) o las marchas en contra de la “Ley Pulpín” (2015) lograron convocar cierto número de personas y alcanzaron alguna efectividad seguían siendo menores en comparación con los estallidos en América Latina.
Dice Renzo que las razones por las cuáles Perú se mantenía en una calma tensa mientras Latinoamérica ardía tienen que ver con el conformismo que él ve en sus conciudadanos, la mentalidad de que pase lo que pase nada va a cambiar y los políticos van a seguir robando. “Aquí en Perú suceden tantas cosas que creo que es absurdo que la gente no reclame. Nos atropellan nuestros derechos, en las zonas mineras la gente muere todos los días porque las aguas están contaminadas... Aquí a la gente no le importa, no se interesan en sus derechos”.
Sin embargo, casi como un presagio, este fotógrafo decía semanas antes de que iniciara la convulsión en noviembre que el estallido iba a llegar pronto: “Definitivamente no tenemos una organización al nivel de Chile, estamos lejos de eso pero cada vez menos. En una de las últimas marchas que hubo y que se llamó "Que se vayan todos" (septiembre de 2020) ya se notaba un cambio”, contaba sin saber que al poco tiempo sería testigo de una coyuntura de tales magnitudes.
Fotos por Renzo Salazar
El 9 de noviembre el vaso finalmente se rebosó y ante los ojos y la cámara de Renzo desfilaban situaciones que hasta entonces habían sido inimaginables para él. Algunas de las cosas que más le llamaron la atención fueron ver como personas con ciertos privilegios que jamás en sus vidas habían participado de una protesta gritaban en las calles; o cómo la indignación se regaba por toda la ciudad rompiendo los acostumbrados límites de la Plaza San Martín. “Ahora que las marchas se han descentralizado, han marchado hasta en los distritos adinerados de Lima, en Arequipa, Cusco, Ayacucho, Trujillo y otras zonas”, cuenta.
Renzo, al igual que en marchas anteriores, salío a las calles pensando en cómo podía hacer la diferencia con sus fotos, sobre todo ahora que todo el mundo puede registrar con su celular. El reto para él era sumarle a sus retratos ese elemento que lograra hacer reflexionar a las personas, lograr captar el interés y que esa fuera la puerta para que buscaran informarse al respecto, más allá de hacer imágenes meramente ilustrativas.
Su búsqueda en las calles se ha enfocado principalmente en mostrar temas sociales y denunciar hechos que considera injustos o arbitrarios, vistos desde la corporalidad. “En las marchas me gusta mucho la acción del ser humano, siempre incluyo personas en mis fotos: una sombra de alguien o una presencia donde se vea la relación de la persona con su entorno. Trato de que cada foto hable por sí sola, que tenga la suficiente información. También empaparme bien de lo que está sucediendo para que contenga elementos que hagan entrar en contexto a quién las ve”.
Así mismo, en vista de que se enfoca tanto en las personas es muy importante para él no atentar nunca contra la dignidad o la seguridad de nadie, no importa quién sea o qué haya estado haciendo, por eso hay momentos en los que prefiere bajar la cámara o eliminar el registro. El respeto es para Renzo lo más importante.
Sobre su papel como fotoperiodista es consciente de la responsabilidad que tiene de mostrar la realidad lo más fielmente posible, pero sabe que "la fotografía no es la realidad misma sino la realidad del fotógrafo. Por ejemplo, si cerramos el encuadre en una marcha fácilmente podemos decir que había tres personas aunque hubiera mil o dos mil… eso va a depender mucho de la intención del fotógrafo”.
De otro lado, sobre su rol en este tipo de cubrimientos, reconoce el valor que puede tener el compartir sus registros. “Hay muchos amigos que no consumen televisión ni noticias por ningún medio… abunda la gente que no se informa. Muchos de ellos se enteraran de lo que pasa en las calles porque lo ven en alguna de mis redes. Lograr eso para mí ya es bastante. Al final mi material va a llegar a todos los que consumen el diario pero en lo personal comparto en mis redes lo que quiero que llegue a mi círculo más cercano”, dice.
También, sabe que portar una cámara y una credencial de prensa le da el poder de intervenir de algún modo en situaciones de violencia o injusticia, sólo con el gesto de ponerse en frente y levantar la máquina. “Por ejemplo –cuenta Renzo– en las manifestaciones cuando se están llevando jóvenes la policía hace círculos para que nadie vea lo que están haciendo y por dentro los golpean. Cuando algún reportero se mete paran. Es muy probable que no le hagan caso a otros manifestantes o detenidos pero cuando uno como prensa interviene la cosa cambia”.
Foto por Renzo Salazar
Dice Renzo que en Perú por lo general la fuerza pública no es tan violenta como en otros países aún cuando los antimotines son “bastante salvajes”. Sin embargo, en esta coyuntura del 2020 han resultado varios fotoreporteros heridos. “Ha habido bastante violencia por parte de la policía, disparos a quemarropa de todo tipo de proyectiles, balas al aire, perdigones, han encontrado canicas en el cuerpo de la gente. A un colega también de El Comercio le sacaron una canica de la espalda que casi le cae en la médula. Esto no se veía en otras marchas como en estas últimas semanas de manifestaciones”. También recuerda que el primer día de manifestaciones a él mismo unos policías lo tumbaron al piso y lo golpearon.
Varias organizaciones de periodistas y DDHH se han unido con el fin de reunir todas las denuncias sobre los abusos que ha sufrido la prensa durante los cubrimientos de las protestas, ya que en los medios tradicionales poco se ha hablado de eso.
Para finalizar, lo que Renzo recoge del estallido social peruano es en primer lugar la ruptura de ese inconformismo que estaba encarnado en la gente. También, el hecho de que hayan sido principalmente los jóvenes, “la generación del bicentenario”, los promotores de tan necesaria sacudida. “Sí va a haber un cambio de aquí en adelante en la forma de protestar y en la forma en la que la prensa cataloga este tipo de eventos. Los ojos del mundo están sobre el Perú, es el momento de aprovecharlo”.