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Miguel Otálora y su toque clásico en Rick and Morty

A este diseñador gráfico de la Nacho lo que lo enamoró fue darle vida a sus dibujos, tal y como veía durante horas en Thundercats o los Supercampeones. Su trabajo le significó un Lápiz de Acero en 2009 y hoy en día es el lead animator de una de las series más duras del momento.

Tomás Tello

Miguel Otálora creció, como muchos, pegado a un televisor. Los domingos se levantaba a maratonear (cuando ni existía tal término) los clásicos que ofrecía la tele nacional: Cuentos de los hermanos Grimm, Patoaventuras y Thundercats. Entre semana, después de pintarrajear el pupitre de su colegio en Tunja, volvía a casa a ver Supercampeones y Dragon Ball Z. No solo la cogía con el pupitre, también dibujaba en las hojas que le sobraban del cuaderno, en las maletas y hasta en los zapatos.

De rayar en cuanto objeto se le atravesaba, Miguel pasó a ser, hoy en día, el lead animator de la tercera temporada de Rick and Morty, una de las series animadas más importantes del momento. En su cargo es una suerte de “filtro” entre los animadores y el director de animación.

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Para este tipo de 33 años todo arrancó estudiando Diseño Gráfico en la Universidad Nacional, pero sus primeros pinitos dándole vida a dibujos se dieron tardíamente en Canadá, a donde viajó en 2009 para estudiar Animación Clásica en la Vancouver Film Institute. Ese año también realizó su primer corto animado, The Bet, el cual presentó como proyecto de graduación y le tomó cuatro meses de trabajo y lo hizo en papel, con colorización digital. Este corto, lleno de sangre y humor negro y que evoca al video de Freak on a leash de Korn, le valió premios en diferentes eventos, como en el Shortsnonstop (Canadá, 2010) y en el Big Cartoon Fest (Moscú, 2011).

 

También, en 2009, ganó el concurso de diseño de imagen del XII Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, con una propuesta minimalista en honor a Fanny Mickey, exdirectora del festival y quien había fallecido el año anterior. Ese trabajo, además, le valió el Lápiz de Acero, el premio más importante del diseño nacional.

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Ilustraciones para Cartel Urbano y El Malpensante

 

Lo que lo saca de su rutina en los estudios Bardel Entertainment, donde trabaja en Canadá, son los encargos que hace para la revista El Malpensante. No solo lo saca de la rutina sino que lo pone a pensar en cosas nuevas. Para esta publicación ilustró la portada del número 116 y, confiesa, lee varias veces el artículo que debe ilustrar y después piensa en una idea que adereza con humor. Por esa dedicación, Miguel tiene un espacio dedicado en el libro de ilustración que conmemora los 20 años de esta publicación y su concepto de ilustración editorial. Incluso en Cartel Urbano hemos tenido el placer de contar con el trabajo de este duro cuando ilustró uno de los artículos incluidos en el número 39 de nuestra edición impresa.

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Ilustraciones interiores de Otálora para El Malpensante

 

 

Paralelo a estos encargos, desde 2014 Miguel se dedica a Las Crónicas Elefantiles, un proyecto personal de animación documental que ideó en un almuerzo con su amigo Carlos Riaño, también ilustrador. Miguel dirige y produce esta serie web, en la que invita a un ilustrador o animador para cada episodio, y se preocupa porque cada capítulo tenga una identidad definida, tanto estética como narrativamente. Al ser documental, el principal insumo son las historias sale de las entrevistas que realiza con niños. De las respuestas de ellos, depende el tipo de animación que quiere.

 

Para este proyecto, Miguel usa animación cuadro por cuadro, o sea, una secuencia de dibujos que, puestos unos tras otros generan la ilusión de movimiento. Aunque estudió animación “clásica”, afirma que eso no quiere decir que sea una técnica de animación antigua. Por el contrario, él ve que el método cuadro por cuadro ha evolucionado con la tecnología.

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“Lo que sin duda se está acabando es el papel”, afirma Miguel con algo de melancolía. En papel solo ha animado el corto Mi Abuela pues el proyecto pedía un toque artesanal. A pesar de esto, no cree que haya nada a favor de esa técnica frente a otras como el cut-out de papel, cuyo referente más claro es South Park o la extinta Ángela Anaconda o el cut-out digital y que es algo así como animar marionetas digitales.

Lo que sorprende es que Rick and Morty también se anima con cut-out. De hecho, según Miguel, la mayoría de las series actuales están animadas así porque ahorra muchísimo tiempo. Lo que ocurre, y es la razón por la que Rick and Morty se ve distinto a South Park, es que algunas de estas marionetas son mucho más complejas que otras; además, para Rick and Morty se sigue animando mucho, cuando los títeres no bastan. Es por esto que a la serie se le nota un toque clásico.

Un toque clásico con el cual creció una generación que consumió muchos dibujos animados, a la cual pertenece este animador, y que ahora, ya adultos, quieren y pueden seguir viéndolos. Por eso, Miguel cree que es el momento preciso para la animación. Aunque no cree que haya un boom en las propuestas para adultos, ejemplos como Vampiros en la Habana o Persépolis se ve que los dibujos animados no están destinados solo a un público infantil. Más bien, sostiene que esa distinción se da por la maquinaria de grandes productoras como Pixar o Disney, que “hacen producciones con una enorme resonancia y es difícil librarse de la sombra que proyectan esas compañías”. 

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