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¿Cuáles son las fallas de Hip Hop al Parque?

El festival de hip hop más importante del país celebró a sus 20 años y las inconformidades siguen latentes. Hablamos con personalidades de la movida para que nos contaran qué es lo que tanto les molesta. Idartes se defiende.

Andrés J. López / @vicclon

A lo largo de sus 20 años, Hip Hop al Parque ha complacido a los raperos colombianos al tener en escena a monstruos como Public Enemy, Canserbero, Immortal Technique y Xzibit. Si bien el festival más importante de la escena ha servido para mostrar algunos de sus grandes exponentes, ha habido obvios lunares: un menor de edad muerto en 2014, un miembro de logística capturado con un kilo de marihuana y robos y peleas con cuchillo dentro y fuera del Simón Bolívar han dejado en evidencia que este evento aún tiene cosas por arreglar.

El hecho de que el festival sea gratis le molesta a personas como Meco Saldaña, director de Zona 57 y uno de los principales detractores de Hip Hop al Parque. Para él, el que no se pague por una entrada perjudica a la escena en general: “El cáncer del hip hop son los eventos gratuitos; ahora nadie paga por una boleta. Esto ya parece una fundación violentada por el propio estado. En esto se convirtió el hip hop y ahora les patrocinan hasta festivales en las localidades”.

Según Idartes, la creación de los Festivales al Parque se hizo cuando aún no había una oferta periódica de conciertos masivos en la ciudad. En el caso de Rock al Parque, esto ayudó a una consolidación del género y al aumento de eventos privados, como Estéreo Picnic y Jamming Festival, y esperan que ocurra lo mismo con Hip Hop al Parque.

Además de esto, la gerente de música de Idartes, Giovanna Chamorro argumenta que como parte de un programa de política pública se busca beneficiar a todos los sectores de la ciudad, por lo que habría que considerar distintos factores antes de desestimar su gratuidad.

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Sobre el hecho de que este festival perjudique la asistencia a otros eventos, Giovanna comenta: “La Secretaría de Cultura y la Cámara de Comercio de Bogotá vienen desarrollando el proyecto ‘Observatorio de Economía de la Música en Bogotá’, que analizará la circulación de música en vivo y grabada en la ciudad. Los primeros resultados —que se esperan para finales de año— mostrarán el impacto de los festivales gratuitos y permitirán tomar decisiones sobre políticas que generen un crecimiento económico en el sector musical”.

Otro raye que se presenta anualmente es el cartel. “No sé quién se encarga de la selección de los artistas, pero a veces parece que la hicieran raperos y otras veces quinceañeras que no están pendientes de lo que sucede en la escena. ¿A quién no le gustaría ver a Redman o a Joey Bada$$?”, comenta Ziro de Gordo Sarkasmus, un dúo paisa que aunque parezca ser uno de los más escuchados en la actualidad nacional, aún no han tenido la oportunidad de participar en Hip Hop al Parque.

Nanpa Básico, invitado distrital el año pasado, coincide en este punto e insiste en que si se cobrara por la entrada las agrupaciones serían mucho mejores. A esto hay que añadirle la diferencia abismal que tiene junto a Rock al Parque en cuanto a la cantidad de escenarios y el número de días.

Respecto a las bandas, Idartes exige que los concursantes tengan al menos cinco años de formación, que no hayan ganado el concurso Premio Festivales al Parque en la categoría Hip Hop, no haber sido invitados al festival el año anterior y que tengan soportes (recortes, al menos una producción discográfica, videos, links a redes sociales, rider técnico, etc.) que demuestren su actividad constante.

“Rock al Parque se ha ganado un espacio en el corazón de la ciudadanía —comenta Giovanna— al punto en el que el Concejo de Bogotá lo ha nombrado Evento de Interés Cultural y se ha convertido en un referente por su programación, inclusión, diversidad y convivencia ciudadana. Por esta razón el festival cuenta con más inversión del Distrito y aportes de empresas privadas. El crecimiento de Hip Hop al Parque depende de la mejora en la percepción por parte del público, los medios y el sector comercial”.

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A la selección del cartel se le suman los horarios de los artistas. DJ Blanko se siente inconforme con el hecho de que los disc-jockeys distritales siempre estén antes del medio día, cuando hay muy poca gente. Para él estos son “horarios de relleno” y no le dan tanta importancia al tornamesista.

La respuesta de Idartes es que “el festival ha contado con espacios de participación sectorial en donde se hacen acuerdos sobre los criterios de programación, acá se determinó que las agrupaciones distritales fueran acomodadas respecto a los puntajes obtenidos”. A esto añaden que la participación de los DJs este año fue muy baja; solo pasaron cinco de los diez que se presentaron y los que quedaron tuvieron puntajes inferiores a los MCs.

Las drogas, junto con los robos, se han encargado de estigmatizar el festival. Según Nanpa Básico, esto ha causado “repudio entre muchas personas, las cuales dejan de ir por miedo a la clase de gente que se puedan encontrar”. Meco añade que el problema ha llegado al punto en el que entre los propios raperos se discriminan: “Los fotógrafos se asustan a la hora de hacer un cubrimiento porque mientras están trabajando hay unas pintas atrás de él, en pleno VIP, que están trabados”.

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Santacruz Medina de Gotas de Rap no está de acuerdo con Meco y defiende a los asistentes, que sea como sea hacen parte de la movida: “La gente se encarga de menospreciarlos y tildarlos de ñeros. Los robos y el consumo de drogas están en cualquier evento, del género que sea, y aunque acá sea más marcado, su control debería ser responsabilidad de la Policía”.

Idartes reconoce que pese a las prohibiciones que establece el Código de Policía sobre el consumo de alcohol y sustancias psicoactivas en lugares públicos, en el festival siempre están presentes. “Desde la organización del evento enviamos mensajes permanentemente, a través de los presentadores y los artistas, para desestimular el consumo e invitar a los asistentes a hacer conciencia sobre el cuidado de espacios y la sana convivencia”.

Sobre la inseguridad ellos declaran que, además del papel que ejerce la Policía dentro del festival, organizaciones de Hip Hop, como la Fundación Ayara, están trabajando en espacios que creen una convivencia sana dentro de las futuras generaciones de raperos.

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Finalmente, Meco se queja de que Hip Hop al Parque ha hecho que los raperos colombianos se queden en una “zona de confort”, en donde presentan sus proyectos únicamente en época de festival. “Esto ha hecho que gran parte del rap nacional no tenga calidad y no logre pegar en otros países”.

El festival se defiende y dice que la “zona de confort” es simplemente “la obligación del Estado de proporcionarle un estimulo a la creación artística, así como ocurre con géneros como la salsa y el jazz”. Agregan que si bien Hip Hop al Parque es una herramienta poderosa de difusión y reconocimiento, es claro que un producto de calidad depende de la demanda y consumo de un público exigente, de la circulación en medios de la movida local y de eventos y lugares que sean constantes con la exposición del hip hop. “La creación de este ecosistema es un proceso que el Estado no puede desarrollar solo”.

 

  

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