Motos Vespa (re)viejas que aún ruedan por el país
Ruedan solas o en parches por la ciudad. Rastreamos una selección de las más viejas y cuidadas que, con uno que otro engalle, siguen aferrándose al asfalto.
Un domingo cualquiera a las diez de la mañana, junto a la estación Universidades, se reunen 150 motonetas listas para emprender un recorrido por Bogotá. Algunas de esas motos están completamente modificadas o tienen la latonería desgastada intencionalmente tipo Rat Bike, y otras lucen intactas.
Dicen que a las motos Vespa las llaman así por cierta semejanza con las avispas y que el diseño de sus ruedas está inspirado en el tren de aterrizaje de un avión. Una píldora para la memoria: fue creada en 1946 después de la segunda guerra mundial y se hizo popular por ser un transporte práctico y económico.
Alrededor de estas motos incluso se han organizado subculturas como los “mod”, en la Inglaterra de los 50. Colombia tiene sus propios parches dedicados a la motonetas, como Vespa Club Bogotá.
Para algunos, tener una de estas motos es sinónimo de orgullo. Las de mayor antigüedad pueden ser consideradas verdaderas joyas. Estas son algunas de esas perlas que ruedan por Bogotá:
Lola-cola
Propietario: Juan Osorio (Bogotá)
Modelo: 94
Piezas originales: 95%
Hay algo obvio en todo esto: Osorio es coleccionista de objetos que tengan que ver con la Coca-cola. “En Instagram y Facebook es muy popular [esta motoneta]. Lo más bonito de estas motos es que se pueden personalizar como uno quiera: mi concepto fue Coca-Cola”, afirma Juan Osorio.
La Ratona
Propietario: Andrés Felipe Correa (Medellín)
Modelo: 62
Piezas originales: 0%
Todas las piezas de esta vespa fueron reemplazadas, por ejemplo, su anterior motor de 8.5 caballos pasó a ser de 22 caballos, alcanzando una velocidad hasta de 100 kilómetros por hora.
La Ratona, inspirada en las Rat Bikes, ha pasado de generación en generación por la familia Correa: primero la tuvo el padre en el año 62, después el hermano mayor y por último Felipe, quien piensa heredársela a su hijo. “Cada quien arregla la moto como quiera —comenta— y eso define la personalidad de cada conductor”.
RBD (Rebelde)
Propietario: Carlos Ávila (Ibagué)
Modelo: 73
Origen: España
Le dicen Rebelde porque no anda con menos de medio tanque de gasolina. Y tiene sus preparativos: antes de prenderla hay que darle tres patadas con el switch apagado y acelerarla tres veces con el motor apagado para que arranque.
“Hace 10 años mi papá me iba a regalar una moto de estas, me la dejó manejar sin haber montado una antes, la estrellé ese mismo día y me la quitó, desde ahí quedé con las ganas de tener una”, dice Carlos.
Bola 8
Propietario: Cristian Ruíz (Bogotá)
Modelo: 95
Piezas Originales: 20%
Tiene varias piezas de lujo como las defensas, la parilla, el velocímetro y hasta el casco de Ruíz, que parece sacado de TRON. “La tengo hace cinco años, en los cuales he conocido mucha gente y compartido momentos con ella. Aunque piden mucha plata y meterle algo nuevo siempre es un gasto”. Le costó poco más de 3 millones y medio y ya le ha invertido cerca de —otros— 4 millones.
La Rata
Propietario: Gerardo Rodríguez (Bogotá)
Modelo: 67
Origen: Colombia
“Llevo tres años con esta moto, la conocí cuando estaba desarmada y guardada en cajas. No fue muy larga su construcción: me tomó de un sábado desde las diez de la mañana hasta el domingo a las siete de la mañana”, afirma Gerardo, quien tiene su propio taller dedicado a la reparación de motos clásicas.
Gerardo decidió dejarle su pintura desgastada y su apariencia original. “Las Vespa antiguas son escasas, entonces es gratificante tener una viejura de estas. Entre más antiguas más costosas son”.
Pistona
Propietario: Andrés Roa (Bogotá)
Modelo: 96
“El que no se haya varado en una Vespa no es vespero. Las varadas con estas motos son únicas”, dice Roa.
Desde pequeño le tramaron las motos clásicas. Compró esta por 4 millones. El nombre Pistona se lo puso en homenaje a su ex gata, que era del mismo blanco de la scooter que hoy maneja. “Le he invertido más de un millón y falta ponerle más accesorios”.
The Snake
Propietario: Jairo Giraldo (Bogotá)
Modelo: 85
Inversión: 5 millones
Jairo ha tratado de que se mantenga original, excepto por sus cuatro espejos adicionales ubicados en el manubrio. “Me gustan mucho los espejos, son bastante prácticos porque le dejan ver a uno los puntos ciegos. Le puse también una pata lateral. El resto está original”.
The Snake lo ha acompañado en los últimos dos años y, según Jairo Giraldo, hay que dejar que “la gente se deleite viendo la moto”.
Negra
Propietario: Mario Hernández (Bogotá)
Modelo: 94
La rescató hace dos años después de estar abandonada por un buen tiempo en el garaje de un familiar. El precio de su rescate fue de tan solo 400 mil pesos. Sin embargo, le ha invertido 2 millones para ponerla bonita y al nivel de las otras motos que se cruzan en eventos como estos.
Lupjop
Propietario: Sergio Marín (Villavicencio)
Modelo: 94
Velocidad máxima: 80 km/h
La transportó desde Cali junto a otras cuatro motonetas. La restauración de Lupjop le tomó a Sergio ocho meses.
“Allá [en Villavicencio ] se nos varó esta moto y despinchar fue un video. Como la moto es pesada no podíamos alzarla bien y no teníamos gato, así que tocó con un tubo de PVC sostenerla para arreglarla”, recuerda Sergio.
Señorita Demencia
Propietario: Felipe Lara (Bogotá)
Modelo: 2001
Velocidad máxima: 115 km/h
Aunque es de este milenio y de antiguo poco se le abona, esta scooter ha sido modificada para que luzca como una moto de los años 70. De sus piezas originales solo queda el chasis y la cajuela, lo demás ha sido cambiado por Felipe, un restaurador de motos Vespa quien ya ha tenido ocho motos en su poder.
“Yo nunca me vi con una moto AKT, me gustan más las que tienen estilo. Con esta moto pasa lo mismo que con el Escarabajo Volkswagen, todo el mundo la conoce”. Su nombre se debe a que, según este hombre, la moto corre como demente.