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“La prohibición ha fracasado”: una charla con el fundador de la primera sala de consumo supervisado de heroína

Colombia, además de productor, es un país consumidor que debe apostar por la reducción de riesgos y la salud pública. Para Jakob Huber, asesor internacional en gestión de política de drogas y uno de los conferencistas de la tercera Semana Psicoactiva, organizada por Acción Técnica Social, es inútil continuar con leyes que enriquecen a los grandes dealers y criminalizan a los adictos.

Sebastián Aldana Romero

A finales de los años 70, apenas el 5% de los adictos en Suiza se sometía a procesos de rehabilitación. En la década de 1980, a causa de la represión, todo suizo que estuviera enganchado a las drogas temía que la Policía lo persiguiera para encarcelarlo. Según cifras del libro Un mundo con drogas, de Emilio Ruchansky (2015), a finales de los 90 1 de cada 3 yonquis padecía VIH por el consumo imprudente de drogas inyectadas.

Los estigmas y la opresión lograron que muchos consumidores suizos se asentaran a lo largo del Kocherpark (en Berna), un parque público que llegó a ser considerado la segunda peor olla de drogas de toda Europa.

Fue en 1986 cuando algunos movimientos decidieron intervenir la escena abierta del Kocherpark. El más significativo fue Contact, dirigido hasta 2016 por Jakob Huber, conferencista de la Semana Psicoactiva 2018, celebrada la semana pasada en Bogotá.

Lo que en principio solo pretendía ser una labor social (atención médica y entrega de sándwiches, café, té, gaseosas, condones y jeringas desechables), poco a poco fue abriéndole camino a una nueva política de drogas en Suiza.

Al menos 50 usuarios se refugiaban de la Policía en Contact; más de 250 hacían fila afuera, esperando su turno para entrar. El primer desafío jurídico vino cuando los heroinómanos —que eran mayoría entre los adictos— comenzaron a inyectarse en los baños de la casa ofrecida por la organización.

Entonces, ¿qué iban a hacer? ¿Echarlos? ¿Devolverlos a la calle? ¿Denunciarlos?

 

 

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Vigas y carpas maltrechas conformaban la primera sala dispuesta por Contact en Kocherpark. Foto cortesía de Contact.

 

Siguieron refugiándolos. Dispusieron una mesa, cuatro sillas y material de enfermería para que se chutaran en un lugar seguro. “Para la Policía, todos éramos drogadictos”, recuerda Huber. La izquierda aprobaba este piloto de sala de consumo de heroína supervisado; la derecha, en cambio, se oponía. El lío, sin embargo, atravesaba la tormenta política. A finales de aquella década, el juez Hans Schultz sentenció que la “sala” no incitaba al consumo de drogas. Incluso comprometió al personal de Contact: la labor médica debía realizarse con el mayor profesionalismo, evitando a toda costa muertes por sobredosis.

Actualmente, Contact posee mecanismos más sofisticados. En el pasado quedó el Kocherpark, intervenido policialmente a principios de los años 90. Contact ha trascendido el plano de sala de consumo supervisado de heroína y ahora ofrece alojamiento y posibilidades de empleo, entre otros servicios.

(Le podría interesar conocer cómo funcionan los talleres de sustancias psicoactivas para familias en Bogotá)

80% menos muertos por drogas, 70% menos criminalidad, incluso, paradójicamente, la cantidad de adictos ha disminuido un 25%. Estas son las cifras, según Jakob Huber (un asesor internacional en gestión de política de drogas y lucha contra las drogas, así como reducción integral de daños, estrategia y desarrollo organizacional), que ostenta Suiza hoy en día.

Sin embargo, en el mundo hay 250 millones de consumidores de sustancias psicoactivas (de acuerdo con cifras de la Dirección de Política contra las Drogas y Actividades Relacionadas, del Ministerio de Justicia). Se han descubierto, asimismo, 739 nuevas sustancias psicoactivas. Colombia, según este organismo, ha pasado de ser un país productor a consumidor. Hay registrados 15.000 casos probados de usuarios de heroína inyectada. En consecuencia, ha incrementado la cantidad de casos de VIH y hepatitis C en el país.

Proyectos piloto como los Centros de Atención Médica a Drogodependientes (Camad), de la alcaldía de Gustavo Petro, o el Proyecto Cambie, liderado por Acción Técnica Social (Ats), han buscado acercarse a lo que era Contact en los años 80. Incluso, tienen el mismo palo en la rueda de ese tiempo: la política y su conveniencia. Hace poco, desde el Centro Democrático propusieron crear salas de consumo supervisado de sustancias psicoactivas. Hoy, su candidato a la presidencia pretende eliminar la dosis mínima de marihuana.

Y es que históricamente, son pocos los políticos colombianos que se han metido en terrenos que pretendan reencaminar nuestra política de drogas. Ernesto Samper, Gustavo de Greiff, Álvaro Gómez Hurtado… eso sí, difícilmente puede uno poner las manos en el fuego por ellos.

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En épocas de campañas electorales y de cara al posconflicto, es importante mirar este espejo suizo. Por eso hablamos con Jakob Huber en su paso por Bogotá, quien, dicho sea de paso, asegura que en su país tienen mucho que aprender de América, en donde en varios países y ciudades la marihuana ha sido despenalizada.

(Lea también El CAMAD no reparte marihuana)

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¿Cuál es el caso de rehabilitación satisfactoria que más recuerda?

Hay muchos, pero recuerdo el de una chica de 25 años que, luego de haber consumido durante mucho tiempo, se sometió a un programa de sustitución de metadona por heroína. Te hablo de hace unos 15 o 20 años. Ella se rehabilitó y, a través de convenios que tiene Contact con distintas empresas, consiguió emplearse como mesera en un restaurante. Aunque tiene VIH, cuenta con el tratamiento indicado y vive contenta. Se ha reintegrado satisfactoriamente a la sociedad. Es dueña de su vida.

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El servicio ofrecido por Contact se ha expandido a otras comunas del Cantón de Berna, como Biel e Interlaken. Fotos cortesìa de Contact.

 

 

¿En qué le falta avanzar a Suiza en política de drogas?

Todavía se criminaliza a los consumidores. La adicción a las drogas es una enfermedad crónica, que no tiene per se nada que ver con la criminalidad. Por supuesto, los adictos cometen delitos porque necesitan dinero para comprar más droga. La prohibición ha fracasado totalmente. Lo único que produce son más drogas, más muertos y más crimen organizado.

 

¿Qué se debe hacer para superar estas circunstancias?

En primer lugar, conservar lo que tenemos en términos de financiamiento y política. Afortunadamente, contamos con el apoyo de distintos frentes: la sociedad y la Policía, por ejemplo. Si las personas ven que el espacio público es seguro es más posible que apoyen intervenciones como las que hace Contact.

Y, en segundo lugar, lo que se quiere es cambiar las leyes. Se debe regularizar la producción, distribución y también el consumo de todas las sustancias psicoactivas. No hay otra opción. Ese es el gran desafío de la política suiza.

(Le podría interesar esta charla con el neuropsicólogo Juan Daniel Gómez, el gurú colombiano de los psicoactivos)

 

Menciona a la Policía, el peor enemigo de cualquier consumidor. ¿Cómo ha sido la convivencia de Contact con la Fuerza Pública?

La Policía, por supuesto, reprimía a los consumidores. Pero, ¿sabes?, estaban cansados de atrapar adictos. De enviarlos a la cárcel y que al poco tiempo estuvieran delinquiendo otra vez. La Policía estaba encerrada en un camino sin salida. No tenían otra alternativa que permitirnos intervenir las zonas de consumo. Nosotros los de Contact, además, éramos “bravos” (risas). Actualmente, la Policía es uno de nuestros principales aliados. Lo que se hizo fue revolucionario.

 

Pero, ¿para triunfar en política de drogas hay que desobedecer la política tradicional y el estricto margen legal?

En Contact dijimos: Tenemos que abrir nuevos caminos, ver si es posible convencer a la sociedad de que esto funciona, ver hasta donde nos deja llegar la ley. Al principio, muchos dijeron que lo que hacíamos era ilegal, pero sorpresivamente fue desde el Ministerio de Salud que se dijo: Bueno, vamos a ver si esto es legal o no, lo que ellos hacen tiene éxito. Finalmente, un famoso juez de esa época sentenció que la intervención no era ilegal, que la supervisión medica que ofrecíamos priorizaba la salud de las personas… y la salud de las personas va primero. Nos dio la firma oficial.

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Las máquinas expendedoras de jeringas desechables también han ayudado a prevenir el contagio de enfermedades venéreas en Suiza. Foto cortesìa de Contact

 

 

Y en cuanto a la aceptación por parte de la ciudadanía…

Yo pienso que alrededor del 75% de la población suiza está a favor de las salas de consumo supervisado. De hecho, desde hace bastante tiempo, se dicen cosas como: Bueno, tenemos un problema, tenemos que ser pragmáticos para resolverlo y no perder tiempo con cuestiones morales e ideológicas. Si el piloto sirve, lo dejamos, si no, lo desechamos.

 

Colombia está próxima a elegir presidente y la política de drogas ha sido un punto importante en los debates. Desde la experiencia suiza, ¿qué tiene por decirnos?

Colombia podría ver la posibilidad de crear unos proyectos piloto para explorar y mejorar su propia realidad. Mejorar quiere decir que la gente es más saludable y consume con menos riesgos, y que además disminuye el crimen organizado. Desde la perspectiva suiza lo que se piensa es que no se debería seguir con políticas que únicamente enriquecen a los grandes dealers, lo que importa es la integración social, que el Estado pueda responder satisfactoriamente por su ciudadanía. El Estado debe hacerse preguntas como: ¿En qué medida es posible instaurar programas de sustitución de metadona por heroína?

 

Aquí uno de los candidatos hace poco apoyaba un proyecto para abrir salas de consumo supervisado y ahora quiere penalizar la dosis mínima de marihuana. ¿Cómo puede la ciudadanía evitar caer en la conveniencia política?

Tiene mucho que ver con los ciudadanos mismos… Son más de cincuenta años de ser educados bajo la prohibición. Y los políticos solo juegan a favor de lo que piensa una mayoría. Los ciudadanos también deben preguntarse cosas como: ¿Estamos de acuerdo en discutir la posibilidad de apoyar la reducción de daños en lugar de la prohibición?

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Centro de atención móvil destinado a atender la mayor parte de su tiempo a trabajadoras sexuales adictas a sustancias psicoactivas. Contact también ha impulsado el drug testing. Fotos cortesìa de Contact.

 

 

 

Otro de los candidatos, durante su período como alcalde de Bogotá, inauguró los Camad. La experiencia, que solo incluía atención médica y remisión a tratamientos de rehabilitación en hospitales, fue satisfactoria. No obstante, con el cambio de administración estos centros desaparecieron…

Desde la experiencia suiza, si una intervención promueve la integración social, lo que se hace es extenderla a los municipios, a la provincia. Una vez esta adentro del sistema de nuestro país, no es fácil eliminarla de ahí.

La política es difícil. Pero si algo funciona bien, entonces es responsabilidad de la ciudadanía el expresar: “Nosotros queremos esto de nuevo, nosotros hemos tenido buenas experiencias con esto”. Es en ese nivel en el que funciona la política.

(No deje de leer este testimonio de un joven heroinómano colombiano y su proceso de desintoxicación)

 

Hace poco fue intervenido el Bronx bogotano. Fue un operativo policial muy fuerte. ¿Se podría trazar un paralelo con Kocherpark?

No es beneficioso para una ciudad, desde mi experiencia, mantener escenas abiertas de consumo. Lo que se busca es que los adictos estén con sus familias y vayan al médico cuando lo requieran.

Y una cosa más: sí debe haber una lucha contra las drogas, pero dirigida a los grandes traficantes. Eso es algo que ha cambiado en Suiza: hace 30 años, la Policía perseguía a los consumidores. Hoy en día no es así. Se han dado cuenta de que no tienen la energía suficiente para trabajar en dos frentes. Sobre todo, porque es innecesario. De ahí la necesidad de ofrecerles a los consumidores otras posibilidades diferentes a la del mercado negro.

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Sede actual de Contact, en Berna

 

 

 

¿Cómo percibe el proceso que lleva el mundo en cuanto a la política de drogas?

Es un momento especial. Organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se han dado cuenta de que es tiempo de darle un giro a la política de drogas. La prohibición no nos ha llevado a nada bueno. Se puede seguir pensando en erradicar las drogas con represión individual y comunitariamente, o podemos aceptar que hay y siempre habrá sustancias psicoactivas.

En Suiza, tenemos 5.000 muertes anuales por los efectos del tabaco y apenas 100 a causa de la heroína. Yo soy un pragmático-optimista: pronto vamos a reflexionar sobre el foco central de este asunto.

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