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El dos caras sí existió

¿Qué tan incómodo puede ser dormir todas las noches de lado porque se tiene una cara adicional detrás de la cabeza? Cada vez que Edward Mordrake se tocaba la nuca, lugar donde tenía un rostro femenino extra, culpa de un raro fenómeno llamado gemelo parásito, corría al consultorio de sus médicos por ayuda. Pero desafortunadamente debía aprender a vivir con esa anomalía.

La historia de este hombre es considerada por muchas personas como un mito, un caso terrorífico imposible, pero algunos hallazgos médicos y libros como Anomalías y curiosidades de la medicina, de George M. Gould y Walter L. Pyle, la han alejado poco a poco de la ficción.

Edward nació en Inglaterra en el siglo XIX y, aunque estaba destinado a ser el único heredero de un noble linaje inglés, se suicidó a los 23 años, atormentado por aquella enloquecedora rareza (o maldición, para ponerle más terror al asunto) llamada gemelo parásito.

La formación humanoide, que es bastante inusual (una en medio millón de nacimientos en el mundo), no tenía órganos internos y resultaba perjudicial para la salud de Mordrake, ya que se alimentaba de su cuerpo.

Se han registrado varios casos similares en la historia de la medicina, y es justo aquí donde el mito empieza a perder fuerza.

Mordrake, quien, desesperado e influenciado por la religión, aseguró que su gemelo parásito susurraba palabras demoniacas mientras él trataba de conciliar el sueño

En enero de 2012, los médicos del Hospital Docente Las Mercedes de Chiclayo, en Perú, extirparon del vientre de un niño de tres años el feto de su gemelo inerte, que ya tenía brazos, piernas y hasta columna vertebral, pero ningún órgano interior.

Por otro lado está Workitu Dababam, una chica de Etiopía que vivió 17 años con un par de piernas y brazos extras pegados al abdomen, y quien hasta hace pocos años fue operada.

En mayo de 2014 se registró el nacimiento de una bebé con dos caras, una al lado de la otra, en Sydney, Australia. Podría pensarse que es este el hallazgo con las características de mayor semejanza, pero el caso es distinto. Las niñas, porque realmente son dos, sufren de otra rareza médica llamada diprosopia, es decir, comparten el cuerpo y los órganos, pero los rostros y cerebros son independientes aunque están conectados por un solo tronco cerebral.

Los matices fantasiosos de esta historia se dan por las supuestas declaraciones del mismo Mordrake, quien, desesperado e influenciado por la religión, aseguró que su gemelo parásito susurraba palabras demoniacas mientras él trataba de conciliar el sueño.

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Justo después de cumplir 23 años, Edward consultó a sus médicos por última vez y rogó para ser descocido de aquella “gemela diabólica”. El diagnóstico fue negativo, ya que operarlo sería firmar su sentencia de muerte. Edward Mordrake debía aprender a vivir con ella.

Una versión afirma que el hombre, después de esta consulta, bebió veneno en el cuarto de un hotel. Por otro lado Tom Waits, el premiado cantante californiano de voz tan áspera como una lija, en su canción Poor Edward, asegura que se ahorcó en dicho lugar.

Esta historia, al igual que Edward, tiene dos caras, una creada a partir de hallazgos médicos y la otra por un confuso misterio, y sin ellas, al igual que una moneda, el relato, tal vez, perdería su valor.

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