Ud se encuentra aquí INICIO Historias Bienvenidos La Oficina De Asuntos Extraterrestres

Bienvenidos a la Oficina de Asuntos Extraterrestres

En el centro de Bogotá funciona una especie de laboratorio donde se estudia todo tipo de fenómenos relacionados con el mundo alienígena, así como los efectos que produce éste en nuestro planeta. Crónica de una visita a una oficina en la que no son astronautas quienes despachan, sino artistas que viajan con frecuencia por las constelaciones.

Sebastián Aldana Romero

Azael Valderrama, Jeison Castillo, Andrés Jurado y Andrés Casallas siempre han tenido una afinidad con el espacio exterior. Desde noviembre del año pasado se instalaron en esta oficina para profundizar en el tema. Cada conocimiento nuevo que adquieren en sus rituales lo expresan mediante el performance.

La palabra extraterrestre casi siempre evoca imágenes de platillos voladores, aliens, astronautas o naves espaciales. Sin embargo, a ellos les parece importante poner un límite al imaginario que nos han ayudado a crear la NASA o Hollywood.

Los astronautas no son los únicos que pueden llegar a percibir el espacio exterior. Desde siempre, explica Azael, el contacto con la naturaleza ha sido una “permanente relación con lo extraterrestre”. En este sentido, según él, las personas que se convierten en astronautas es porque alguna vez han formado parte de diferentes culturas ancestrales.

Hacia allá va el tema. Por eso la habitación está decorada con cuadros de pinturas de campesinos con rasgos indígenas, animales, páramos y frailejones. También hay cerámicas, cazadores de sueños colgados a las paredes, tabaco, aguardiente de la cultura Nasa y un sobre de helado para astronautas, entre otros elementos.

En realidad, ellos no ven estos cuadros como obras de arte, sino como “objetos de poder”, algunos de los cuales les permiten trascender y viajar, por ejemplo, hacia las constelaciones.

asuntos-extraterrestres-int-1.png
En la imagen, Chiminigagua, un "objeto de poder" pintado por Azael.
En el extremo de una pared, hay colgado un cuadro pintado por Azael, quien está próximo a graduarse en artes visuales de la Universidad Javeriana.

—En este cuadro trabajé la fertilidad —dice—.Hay dos vírgenes, está el maíz que siempre se siembra de a dos y que se eleva en forma de espiga hasta convertirse en sol. Ellas son montañas de alguna forma y el sol las ilumina. El ser humano tiene que entender que también es naturaleza. 

—Y ese cuadro, ¿también es suyo? —le pregunto. 

—No, es de Jeison (que también estudia artes visuales). El personaje del dibujo es un “taitica” del Putumayo que habla poco, es así calladito como en el cuadro. Cuentan los que lo conocen que él puede convertirse en pantera. Está sentado, y de un momento para otro se convierte y se va.

—¿Y qué relación tiene con el otro cuadro?

—Todo está relacionado con todo. Me lo imagino escondido por ahí en un pedacito de la montaña. Pudo haber pasado por ahí y le tomaron la foto que usó Jeison como boceto para pintarlo.

""La palabra extraterrestre casi siempre evoca imágenes de platillos voladores, aliens, astronautas o naves espaciales. Sin embargo, a ellos les parece importante poner un límite al imaginario que nos han ayudado a crear la NASA o Hollywood"


Los otros “objetos de poder” que ocupan el resto de la pared representan leyendas, mitos y personajes. Hay dos fractales y un cuadro de una luna que tiene pintado el rostro de una princesa Nasa —“de la verdadera NASA”—, dice Azael, autor de la imagen. 

Según Andrés Casallas, diseñador gráfico de Unitec, para emprender un viaje a esa luna, o a distintas constelaciones, estos fractales son de gran ayuda.

—¿Cómo se hacen esos viajes?

—Se debe tener la espalda recta, mirar al centro del fractal buscando mantener la mente en blanco —explica Azael—. Se debe respirar en cuatro tiempos, llenando el estómago de aire. Luego, el fractal, que es un mapa celeste, empieza a llevarlo a otros lugares. Con práctica, los viajes son cada vez más largos.

—¿Puede explicarme cómo han sido esos viajes a las constelaciones?

—Es muy difícil —me responde. 

Aunque sus viajes sean inenarrables, ellos aseguran que los han realizado, y que por tratarse de experiencias espirituales, lo máximo que se puede llegar a expresar es una idea, más no un relato completo.

—Hablemos de la importancia del oro en sus estudios sobre asuntos extraterrestres.

Andrés Jurado, profesor de artes visuales, dice que el oro es un elemento fundamental en los objetivos de la NASA.

—Los cascos de los astronautas —señala— y las naves espaciales están cubiertas de oro para reducir el nivel de radiación. 

Estos cuatro personajes realizan un ritual que consiste en devolver el oro que se le ha sido extraído a la naturaleza. Algunas personas que se han interesado en el proyecto les regalan pequeñas piezas de oro que ellos funden para esparcirlas en forma de polvo.

—Lo esparcimos en una laguna, cuyo nombre, por prudencia, no mencionamos, ya que allí está todo el tesoro —comenta Azael. 

♦♦♦
—Bueno, tenemos que cerrar el círculo de palabras —dice Jeison—. Se refiere a que es hora de dejar de hablar para probar los productos que ofrece La Oficina de Asuntos Extraterrestres: abrecaminos, destrancadera, cicuta y chinchiví.
asuntos-extraterrestres-int-2.jpg
Muestras de Mohan, el néctar que producen los integrantes de la Oficina de Asuntos Extraterrestres. Foto: Alejandro Clark
Cierran las persianas para que no entre la luz del sol. Unas velas iluminan el lugar. Los “objetos de poder” se tornan sombríos y la atmósfera escalofriante, no apta para nerviosos.

De repente, Azael saca una quena de un armario y empieza a tocar, acompañado de los sonidos de un capador que interpreta Andrés Casallas. Jeison, por su parte, saca del mismo armario una poción de abrecaminos.

—Bebe —me dice Andrés Casallas, luego de que Azael termina de bendecir el líquido con un péndulo que sacó de su mochilita—. 

Es un néctar poderoso. De muy buen sabor. Del celular de Andrés Jurado sale un sonido parecido al de la banda sonora de Los Expedientes Secretos X. Jurado acerca y aleja el teléfono de la cabeza del fotógrafo de esta crónica, para que el sonido ayude al efecto de la poción.


""Los astronautas no son los únicos que pueden llegar a percibir el espacio exterior. Desde siempre, explica Azael, el contacto con la naturaleza ha sido una 'permanente relación con lo extraterrestre'”


En esta oficina no se encuentran unos tipos vestidos de bata blanca hablando de la teoría de la relatividad de Einstein o del momento en que un agujero negro se trague todo esto. Tampoco se trata de alguien que habla de los cientos de avistamientos de ovnis en Nobsa (Boyacá), que conciernen a otras entidades. Sin embargo, durante cinco minutos, tiempo que dura el ritual, todo se siente como en una de esas películas gringas que tratan el tema.

Una bandera estadounidense que tienen arrinconada en un extremo, unas rocas que, según ellos, son restos de meteoritos, o un tótem que parece un extraterrestre, convierten el ritual en un viaje por las constelaciones. En las películas, los vencedores siempre son los seres humanos (o los gringos), y en este caso, no fue diferente: toda la tensión se apartó cuando uno de ellos abrió las persianas. Todo volvió a la normalidad.

Comentar con facebook