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Estos son los cultivos caletos de cannabis en Boyacá

El grupo Faricur Grower cree en el consumo responsable de la marihuana y en las posibilidades que ofrece la planta, por eso sus miembros buscan tierras ajenas para hacer cultivo guerrilla en las montañas de Tunja. Con su producto van a participar en la Copa El Copo, la primera copa cannábica de Colombia.

Juan Andrés Rodríguez / @juandepapel

Fabián Currea se levanta a las cuatro de la mañana para adentrarse en unas montañas cerca de Tunja, o pueblos aledaños. Salir temprano es clave para él y sus compañeros de Faricur Grower, un grupo conformado por algunos miembros del colectivo Tomas Herrera Cantillo de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC), que promueve el uso del cannabis a través del cultivo guerrilla, una práctica de siembra de bareta en terrenos baldíos o ajenos.

Salen temprano y sin hacer mucho ruido para buscar un lugar en donde cultivar: uno escondido en el que la planta crezca sin que nadie lo note, el cual prefieren mantener en secreto pues han sufrido muchos robos. En una ocasión perdieron 60 plantas que estaban listas para cosechar.

Aunque este método es usado con varias plantas tiene gran relevancia en el cultivo de marihuana ya que es una manera que tienen los consumidores para autoabastecerse, evadiendo las restricciones que puedan existir en cada lugar, región o país, como el de tener derecho de posesión de drogas en cantidades superiores a una dosis mínima o la producción ‘grande’ de estas.

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La Punto Rojo de Montaña, cultivada en Boyacá, es una de las variedades que planta este grupo. Foto: Fabián Currea.

 

 

Fabián, un estudiante de Biología de 25 años, supo del cultivo guerrilla gracias a sus investigaciones, principalmente con el libro Marihuana en Exterior, Cultivo de Guerrilla de Jorge Cervantes, un reconocido horticultor y escritor defensor del uso del cannabis. En sus textos explica cómo hacer crecer la planta de marihuana de acuerdo a las necesidades del consumidor o productor.

Para los miembros del grupo Faricur Grow, el cultivo guerrilla resulta ser el idea, pues Tunja es una ciudad de costumbres conservadoras en donde aún existe un fuerte estigma frente al cannabis.

En 2009 iniciaron con este ritual de madrugar y meterse en la montaña y cultivar en terrenos ‘prohibidos’. “Éramos novatos, ni siquiera llevábamos una pala”, recuerda Fabián. Su primer intento fracasó, pues no creció la planta. Entonces aprendieron a pensar en sus necesidades: echarle mucha agua y eliminar los riesgos que sufre al quedar sola, a merced de animales y algunas personas.

También aprendieron que los mejores días para trabajar son los de mercado en los pueblos, porque los campesinos se congregan en el casco urbano y dejan solos los terrenos. Hay menos gente rondando los caminos. A su vez entendieron que deben usar una vestimenta particular: prendas grises y verdes, como camuflado militar, para no llamar la atención de las personas que miran hacia el monte. Nunca siembran la semilla sino las plántulas -una planta que recién empieza a crecer- y así aumentan las posibilidades de supervivencia de la planta. Si todo sale bien podrán cosechar entre cuatro y cinco libras.

Durante las expediciones sortean los riesgos y la curiosidad de los campesinos. En una ocasión, Fabián y su amigo se encontraron con un militar mientras ellos llevaban una caja llena de plántulas para cultivar. “Se me subieron las aquellas a la garganta”, dijo. El susto pasó cuando se dieron cuenta de que era un joven militar que prestaba servicio militar. Solo les pidió un porro, pero ellos iban "limpios" por precaución.

Tome nota de esta táctica de cultivo guerrilla:

 

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Ilustración: Enka

 

 

El producto del grupo y del colectivo Tomás Herrera Cantillo, que existe hace dos años y toma su nombre en honor a un estudiante asesinado de la UPTC, será puesto a prueba en la Copa El Copo, la primera copa cannábica de Colombia que se realizará en Llanogrande (Antioquia). Allí llevarán una variedad de Montaña Sur.

Desde antes de unirse al colectivo, Fabián comenzó a producir medicinas a partir de la marihuana para su hermano, que sufre de dolores de espalda por una esclerosis idiopática. Pero tuvo que experimentar mucho para llegar a un producto que le sirviera. Experimentó con diferentes semillas: Double Jam, Nepal Jam y Ghana.

Varias de las semillas se las enviaron otros cultivadores de fuera del país, como Cannabiogen, con quienes entró en contacto luego de contar sus experiencias de cultivo a través de blogs y de la web Colombia Cultiva.

Esto llevó a que el colectivo se metiera en este cuento: fomentan el uso de ungüentos, lociones y gotas hechos a partir del cannabis. Además de vender los productos, le enseñan a cada persona cómo producir con la semilla que ellos mismos le regalan. Algunos miembros del grupo no fuman, solo están porque les interesa la marihuana terapéutica y sus avances.

Para financiar sus actividades, hacen ventas de pastelería cannábica. Todo hecho con una que otra planta hogareña y con la marihuana cultivada en las montañas.


Sobre la copa cannábica

Al igual que este colectivo, otros cultivadores que han empleado cannabis para usos distintos al recreativo competirán en la Copa El Copo. Uno de ellos es Nicolás Franco García que cumplirá en este 2016 cuatro años de producir Cannabis Shampoo, un producto único en el país, de origen natural que no contiene THC ni alcohol ni sal.

También estarán Shhorai, una rapera paisa y microbióloga, y Juan David Arango. Ellos están a cargo del proyecto social Flor Médica, que investiga las posibilidades terapéuticas de la marihuana. Una iniciativa similar a la que desarrolla Juan Pineda con su línea de productos Cannaderm, en los que se incluyen ungüentos, aceites y bálsamos.

Todos ellos, con sus copos, van por la copa.

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