El banco de semillas del Jardín Botánico y la lucha ecológica bogotana
Hace más de una década llegó a Colombia la fiebre agrícola de las siembras genéticamente modificadas (GM). A esto se ha sumado una serie de problemáticas ambientales ligadas al desenfrenado avance urbanístico y a proyectos como la Avenida Longitudinal de Occidente. Sin embargo, como una posible garantía a la supervivencia de la biodiversidad, el Jardín Botánico José Celestino Mutis de Bogotá fortaleció durante el último año el único banco de semillas especializado en especies nativas y silvestres del país.
A diferencia de los otros bancos nacionales de semillas que están centrados en la agrobiodiversidad y lo potencialmente comestible, el banco de semillas del Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis (JBB JCM) es el único especializado en especies nativas y silvestres de ecosistemas alto andino y de páramo del país. Aunque el banco existe hace más de una década, Laura Victoria Pérez, líder del programa, y Manuela Calderón -ambas biólogas de la subdirección científica del Jardín- explicaron que durante la actual administración los proyectos que se han venido desarrollando han tenido una notoria evolución. Hoy son más de 80 científicos quienes trabajan en la subdirección del jardín. El invernadero inaugurado hace tres semanas conserva los frutos que ya germinaron, y empiezan su crecimiento, floreciendo así sus primeros centímetros.
Foto: Cortesía de Carlos Hernán Forero Chadid
“No existen simientes genéticamente modificados dentro del banco”, aseguró Pérez. Por más que la introducción de esta clase de semillas al campo ha demostrado unas ciertas ventajas frente a las plagas que acechan las cosechas, estudios como el del biólogo francés Gilles Eric Seralini, advierten sobre el impacto negativo que puede llegar a tener el consumo de alimentos GM en la salud; no en vano el segundo tribunal europeo impidió el cultivo y comercialización de la Amflora, una papa transgénica.
Es importante resaltar que Colombia ocupa el puesto número 18 (de 28) en la lista de naciones adoptantes de cultivos biotecnológicos, como lo indicó en su informe de 2014 el Servicio Internacional para la Adquisición de las Aplicaciones Agrobiotecnológicas (Isaaa). De acuerdo con Agro-Bio, organización dedicada a la promoción de biotecnologías y organismos GM en la región andina, Tolima cuenta con 18.500 hectáreas de maíz GM, situándose como el departamento número uno en producción de este tipo de semillas en el país. A la fecha, solo se permiten cosechas modificadas genéticamente de algodón, maíz, claveles y rosas azules.
En resumidas cuentas, la función principal del banco es recolectar e identificar la mayor cantidad de semillas de especies altoandinas, examinar sus propiedades y evaluar su reingreso al ecosistema, garantizando así una reserva poblacional de plantas de la región. Es un proceso dispendioso si se agrega que cada semilla es una muestra que contiene un material genético distinto. Manuela Calderón explicó que se colecta hasta un 30% de las semillas de las especies para no representar una amenaza para la especie o el ecosistema.
Al banco del Jardín han ingresado más de un millón de semillas, un anuncio que se hará oficial cuando concluya la extrapolación entre peso y tamaño -siendo esta la única manera de contabilizar la cantidad de posibles frutos, ya que de lo contrario sería imposible contar pepita por pepita, sobre todo si se tiene en cuenta que hay semillas milimétricas como las Melastomataceae o Hypericaceae; o simientes de frailejón, una de las plantas endémicas de la región andina, conocida también por sus propiedades medicinales y antiinflamatorias-.
“Realizado el estudio microscópico del espécimen, se puede conocer el tipo de semilla y la morfología de sus frutos, así como determinar si el embrión está vivo para ver la posibilidad de proceder a su conservación”, añadió Calderón. Las semillas son conservadas a temperaturas de 4 a - 20 grados centígrados, para lo cual el Jardín dispone de unas cuantas neveras tradicionales y de un cuarto frío.
Aunque en las instalaciones del Jardín Botánico existen muestras de Cannabis, así como de otras plantas medicinales con propiedades psicodélicas y psicotrópicas, el banco aún no cuenta con lotes de semillas de marihuana, la cual fue legalizada en nuestro país el pasado 22 de diciembre con fines terapéuticos.
Pérez explica que el banco prioriza las especies endémicas que están ubicadas en las zonas rurales de Bogotá, las cuales, aunque no hagan parte del paisaje citadino cachaco, abarcan casi el 70% del territorio de la capital, principalmente de la localidad de Sumapaz. Esta localidad, que alberga el páramo más grande del mundo, es el hábitat endémico del Pino Colombiano, árbol que actualmente se encuentra a puertas de una posible extinción, según la Organización para la Educación y la Protección Ambiental. Dentro de las reservas del banco de semillas del Jardín José Celestino Mutis solo existe un lote del Podocarpus Oleifolius, nombre científico del arbolito que ha sufrido el paso de la ganadería, la contaminación del agua, la polución del aire, la minería, la extensión agrícola, y, claro, la deforestación y sobreexplotación a causa de su fina madera.
La función del banco es identificar las semillas, para luego conservar cada individuo, examinar sus propiedades y evaluar su reingreso al ecosistema.
La líder del proyecto habló sobre el crecimiento poblacional de Bogotá y cómo esto ha impactado directamente en la vegetación. Zonas de páramo cercanas al casco urbano, como Usme y los Encenillales de Pasquilla (Ciudad Bolívar), y también las zonas altoandinas y de humedales, como los bosques de la alta cuenca del Río Fucha (San Cristóbal), son relictos de bosque que se conservan en éstas áreas.
Otro caso es el bosque Las Mercedes (Suba), humedal ubicado en la Reserva Thomas Van der Hammen (la misma que Petro planeó como el bosque urbano más grande de Latinoamérica y que Peñalosa, nuevo alcalde electo, pretende urbanizar) donde habita La Margarita de Pantano (Senecio carbonelli), una planta declarada extinta por el Instituto Alexander von Humboldt en el año 1997, la cual, afirma Pérez, fue redescubierta por ‘Restauración Ecológica’, otro de los programas del José Celestino Mutis. Hoy el banco del jardín, al conservar semillas de esta especie, podría garantizar su supervivencia. Para Pérez, la biodiversidad que circunda Bogotá es una ventaja que ha mitigado naturalmente los cambios climáticos.
Por otra parte, el marco jurídico y las peleas políticas no son un escenario alentador. El Decreto 364 de 2013 de la Secretaría de Ambiente, por medio del cual “se modifican excepcionalmente las normas urbanísticas del Plan de Ordenamiento Territorial [POT] de Bogotá D. C." (lea aquí el decreto completo), se encuentra suspendido provisionalmente por el auto 624 de 2014, emitido por el Consejo de Estado. Vale la pena resaltar que con este decreto se extendieron 274 hectáreas de humedales, como el Jaboque en Engativá o La Conejera, este último uno de los que más se vería afectado con la construcción de la ALO (Avenida Longitudinal de Occidente), una de las propuestas con las que Enrique Peñalosa busca descongestionar la ciudad.
Mientras la fauna y flora es devorada por la ciudad a pasos agigantados -y sustituida por sus pares genéticamente modificadas-, las semillas conservadas en el banco germinan en un invernadero como una reserva de los ecosistemas y como una posible garantía de supervivencia frente a los problemas agrícolas del nuevo milenio, este milenio urbanizado y transgénico.