Por Adolfo Zableh Durán

Acomoclitismo. Excitación por los genitales depilados. Entendible. Nadie quiere sacarse pelos de entre los dientes como si de hebras de mango maduro se tratara. Si la vida fuera justa, la alopecia existiría en el monte de Venus de las mujeres y no en la cabeza de los hombres.

Alorgasmia. Excitación proveniente de fantasear durante el acto sexual con otra persona que no sea la pareja. Esto quiere decir que todos los seres humanos, todos, sufrimos de alorgasmia. Yo no tengo sexo con mi pareja real de turno desde 1998. 

Alvinolagnia. Atracción sexual sólo por los estómagos. Vea una foto de Severo Correa, concejal de Bogotá, y entienda por qué es el ícono máximo de los que sufren esta parafilia.

Androidismo. Excitación con muñecos o robots de aspecto humano. Ahora entiendo por qué experimento una erección cada vez que veo una foto de Lady Noriega.

Automamada. Gusto por practicarse sexo oral. No existen noticias de que algún hombre sea capaz de hacerlo, pero el día en que ocurra se acabará el mundo tal como lo conocemos. Ningún hombre volverá a trabajar, nadie querrá salir con una mujer, pues no habrá necesidad. 

Dendrofilia. Deseo sexual que sólo se produce al frotarse contra los árboles. Nunca volveré a confiar en un ecologista.

Electrofilia. Excitación estimulada al aplicar suaves choques eléctricos durante la práctica sexual. Atacamos injustamente a Francisco Santos. Él sólo pedía amor.

Erotofonofilia. Placer sexual derivado de hablar por teléfono utilizando lenguaje erótico. Al fin le hallamos una explicación a la congestión en los call centers de empresas como Telmex y Comcel.

Knissofilia. Ponerse caliente al oler incienso. ¿Sostenían los Reyes Magos un romance con la Virgen María?

Gomfipotismo. Fetichismo por los dientes. Alan Jara ha sido violado infinidad de veces por quienes profesan este culto.

Harpaxofilia. Experimentar placer al ser robado. Por eso Transmilenio no da abasto en horas pico.

Somnofilia. Arte de acariciar y practicarle sexo oral a una persona dormida hasta despertarla. Se acerca mucho a la mujer perfecta. Lamentablemente, nunca he conocido a una somnofílica empedernida.