Ud se encuentra aquí INICIO Opinion Una Inocente Diatriba Contra El Cancionero Nacional
Cartel Urbano
M

UNA INOCENTE DIATRIBA CONTRA EL CANCIONERO NACIONAL

Desde el ombligo

Por Gonzalo Valderrama

 

En 1999, RCN & Sonolux editaron un paquetaco de 5 CD’s atrevidamente titulado Las Cien Canciones del Siglo. No tengo nada en contra del grupo Ardila Lülle (Ellos hacen ricas cervezas y gaseosas… y me pagan un cheque quincenal), ni siquiera en contra de mi gente linda-bella-colombiana, pero sí lo tengo todo en contra de las canciones que nuestros ancestros nos han querido meter idiosincráticamente por las orejas de la conciencia desde tiempos memorables.

El problema es haberse tragado el cuento de que dichas canciones representan lo que somos, que en sus líricas está la esencia de la tal colombianidad. Ergo: yo no soy colombiano/La colombianidad es sinónimo de insania.

Tomemos algunos ejemplos:

Soy Colombiano (Rafael Godoy): La primera línea nos introduce ante el mundo como una banda de alcohólicos: A mí deme un aguardiente, un aguardiente de caña. Probablemente la musa inspiradora de este beodo verso fue la payola subterránea de la licorera paisana del autor. El hombre, más adelante, se queja de la supuesta mala calidad del licor foráneo…y de su alto costo: No me den trago extranjero, que’s caro y no sabe a bueno. Se nota  la ausencia de gusto y de mundo, y el bajo presupuesto de este viejito anisero. Por último, elogia las bondades de la santísima trinidad que le dan sentido a su vida: Muchachas, música y trago… ¿Qué otra cosa puede ser esto más que una paráfrasis tercermundista del legendario Sex, Drugs & Rock’n’Roll?

Guabina Chiquinquireña (Alberto Urdaneta). Yo, sinceramente, prefiero el descarado I wanna fuck you like an animal de Trent Reznor; incluso el andrógino I want your sex de George Michael, a soportar la represión sexual que no puede ocultarse en las voces de nuestros Simon & Garfunkel criollos: Garzón & Collazos…Ven, ven, niña de mi amor/Ven a mi ranchito, que te’spero con ardor. Niña de su amor, yo de usted no le hacía caso a este par. Mejor quédese en su casa, porque tras las puertas de esa cabaña boyacense la espera de una lasciva noche de satirismo enruanado.

El Sanjuanero (Anselmo Durán). El dúo Calzón Icollantas vuelve a atacar con una nueva apología del licor: sírvame un trago de a 5. Sírvame uno de a 50. Sirva y sirva sin descanso, hasta que pierda la cuenta. No hay mesura en esta canción… Las reinitas que bailan esto en el legendario concurso tolimense, le están rindiendo un tributo inconsciente a Dionisos... Y después se ponen bravos porque Andrés Calamaro confiesa humildemente que se va al parque a fumar un porrito.

Faltan 5 Pa’ Las 12 (Oswaldo Oropeza) Colombia no se jodió cuando mataron a Gaitán. Se jodió cuando se compuso esa canción, la más inductora al suicidio de toda la lista. Tanta alharaca genera, cada vez que suena todos los 31’s de diciembre a las cero horas, que el ebrio júbilo de fin de año no les ha hecho caer en cuenta de la incoherencia cronológica... ¿Cómo es eso de que las campanas de la iglesia están sonando cuando faltan 5 pa’ las 12? Según la leyenda, las campanas esas suenan a la medianoche (00:00), durante los 12 primeros segundos del año, para que uno se trague las 12 uvas mágicas. Nunca suenan faltando 5 minutos para el lacrimógeno momento Kodak (23:55). ¿Quién cucús está allá arriba en el campanario? ¿Cuasimodo de Notredam, embalado por la cocaína santafereña? Dato curioso: Oropeza era venezolano y fue el autor de otra joya tétrica del siglo XX: Mamá, ¿dónde están los juguetes? No es broma.

Los Guaduales (Jorge Villamil) Ni Morrison ni Hendrix ni Joplin se pegaron la traba que se pegó Mr. Villamil aquella tarde otoñal en la ribera huilense. Un coctel de boñiga con telaraña con cabezas de fósforo y pega de arroz Florgüila le produjeron a este señor las más delirantes ilusiones audiovisuales del siglo: ante los ojos de este prolífico folclorista, unas estáticas guaduas comenzaron a llorar, reír, danzar y lanzarse al río Magdalena, al ritmo trancero de mirlas y cigarras… ¡Tremendo viaje psico-tropical! De seguir así, hubiera alucinado con hombres-caimán, arañas peludas, iguanas cafeinoadictas o gatos voladores.

La lista es más larga… pero el espacio editorial, limitado.



[email protected] 

Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Cartel Media S.A.S. 

Comentar con facebook