
PUTAS Y SEXO EN TODAS PARTES
Por Gabriela Santamaría
@gabystama
La prohibición de la pornografía y la prostitución son temas que dividen al feminismo radicalmente. A diferencia de un debate como el aborto, en donde la gran mayoría te dará su apoyo para que la mujer sea dueña sobre su cuerpo, las estrellas porno y las putas no parecieran despertar empatía o compasión. Se les trata de víctimas, de manipuladas, de patriarcales. Se amenaza con prohibir sus profesiones. ¿Será que alguien se molestó en preguntarles qué opinan? ¿Quieren que se acaben ambas prácticas? ¿Son felices?
La posición de quienes están en contra plantea asuntos válidos, entre ellos está el hecho de que el cuerpo de una mujer se trata como mercancía para ser explotado. Se muestra el sexo como algo agresivo y en una sociedad en donde la violación ya no es noticia eso es complicado. Sin embargo, creo yo que aquello que ocurre en una pantalla de computador o en un motel, es al final una actividad consensual (sin importar cuál sea el cliché que lo rodee) y por ende mucho más libre que lo que ocurre en situaciones de acoso sexual, por ejemplo. Además, al igual que en todos los trabajos, estos acarrean vender un servicio que proviene del cuerpo. Un psicólogo vende intimidad e incluso es posible rentar un útero para que alguien tenga sus hijos. Pero vender sexo, por alguna razón inexplicable, está mal.
Yo apoyo ambas prácticas, básicamente porque tienen que ver con entretenimiento. Decisión que se sustenta en la libertad de expresión y el libre ejercicio de la sexualidad, para mí es mucho más constructivo que la tauromaquia, por ejemplo. La persona que decide ver porno o contratar una trabajadora sexual lo hizo porque quería hacerlo, porque tenía un deseo sexual y quiso encontrar una manera sana de cumplirlo. El porno además democratiza el cuerpo, el sexo y los fetiches. Cada quien puede encontrar su lugar sin imponérselo forzosamente a alguien.
Las mujeres y hombres que trabajan en la industria del porno o la prostitución no siempre están obligados a trabajar en eso. También hay quienes se ocupan en esos campos por voluntad propia, porque les gusta, porque son buenos, porque les pagan bien. Por las mismas razones por las cuales un abogado, un médico o un periodista ejerce su carrera. Esa decisión voluntaria y libre debe ser respetada, así no estemos de acuerdo.
Tampoco niego la realidad, hay personas que son obligadas a trabajar en esos oficios. Pero es precisamente por eso que lo lógico no es que se lleven a la clandestinidad estos trabajos sino que se regulen. En el caso de la prostitución estamos hablando de un negocio de servicio básico: uno paga y recibe algo a cambio. Si la prostitución tuviera algo más que zonas de tolerancia y se legalizara toda la práctica se podrían hacer sindicatos. Así nos aseguraríamos de que los trabajadores tengan acceso a pensiones, salud, asesoría psicológica. Sería más seguro y tendría menos riesgos de salud para ambos; el cliente y la prostituta.
Lo mismo aplica para la industria del porno, pues genera cientos de empleos y grandes cantidades de dólares en ganancias. Si se regulara no sólo los actores estarían más protegidos de enfermedades de transmisión sexual, adicciones y violencia sino que la economía podría disfrutar más libremente de los impuestos generados por ellos. Las condiciones laborales mejorarían enormemente para ambos campos.
No se debería debatir sobre si se prohíben las putas y el porno. Tener sexo no está mal. El entretenimiento pago tampoco. Mientras ambas actividades se realicen de forma consensual son seguras y divertidas.
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