
PORNO PARA AMAS DE CASA
Blasfémina
Por María Ximena Pineda
@anacaonax
El boom de la “literatura erótica” para amas de casa sigue en auge. Al parecer la puerta que abrió E.L. James con sus Cincuenta Sombras de Grey desató el hambre de las lectoras domésticas quienes no han podido superar a Christian Grey.
Las librerías ofrecen varias novelas que prometen entretener a las seguidoras de Grey que ya se acabaron la trilogía. Entre esas novelas se encuentran “El libro de Jade” de Lena Valenti, lleno de escenas eróticas entre vampiros y hombres lobo, “No te escondo nada” de Sylvya Day, del que se ha dicho que copia la estructura narrativa de Cincuenta Sombras de Grey para presentar un romance con un trauma infantil de por medio y “La Sumisa Insumisa” de Rosa Peñasco, que cuenta la historia de una treintañera que se inicia en el mundo de los chats eróticos.
Al parecer la moda, el fenómeno masivo desatado por E.L. James o la general insatisfacción sexual de miles de mujeres han provocado el alza de millonarias ventas para la industria del best seller sexual para damas: un nicho exclusivo en el que no caben los amantes de la literatura ni los hombres, pues los primeros se ofenden con el género y los segundos no lo entienden.
El fenómeno de la trilogía del romance entre Anastasia Steele y Christian Grey ha sido tal que las mujeres le han puesto a leer el libro a sus parejas. Recuerdo que hace unos meses un amigo, a quien su novia le había impuesto la lectura, me dijo: “no sé cuál es la maricada de esperar 90 páginas para un polvo” ante lo que otro amigo respondió “sí, si lo que nosotros queremos es una revista SOHO para encontrar un par de tetas en la página 5”.
Y claro, luego de este par de comentarios masculinos ante la desatada porno literatura femenina que hoy se impone en las librerías de todo el mundo, me di cuenta de que el problema entre hombres y mujeres es la falta de comunicación. Caballeros, nosotras necesitamos esas 90 páginas de juego previo para poder acercarnos al orgasmo. Sepan que si ustedes se calientan con los ojos en menos de un minuto, nosotras nos calentamos por los oídos y nos toma más tiempo.
Y sí, aunque estos best sellers eróticos no sean de la mejor calidad literaria -para algunos sería una herejía incluso considerar que son literatura- son, al parecer, un espacio de liberación para la mujer contemporánea que se empieza a conocer, que empieza a experimentar otras dimensiones de su sexualidad, que le pierde cada vez más el miedo a encontrar un hondo placer sin recriminaciones morales.
Además, gracias a estos ejemplares eróticos, la industria editorial no para de generar ventas. Si un cuarto rojo para prácticas sadomasoquistas fue capaz de quitarle la corona a la varita mágica de Harry Potter en ventas, entonces el negocio del best seller va por el camino de la pornografía para mujeres.
Quiero aprovechar esta columna para decirles a mis honorables maestros de literatura que me pienso dedicar a escribir pornografía para amas de casa, siento que mi pluma podría hacer una gran labor social empuñándose para describir esos momentos íntimos que tantos maridos no logran recrear. Estaré contenta cuando los índices de frustración de tantas mujeres mal comidas bajen un poquito y, además, le haré un favor al panorama literario nacional restándole una posibilidad más de gestar una mala novela urbana que, vergonzosamente, abundan en las repisas de las librerías acumulando polvo.
Al diablo Zolá, Sade y Anaïs Nin, que vivan estas nuevas escritoras de best seller porno, sucias, literales, casi fotográficas en su descripción y reinas del negocio editorial. Que para encontrar el Punto G toca llamar las cosas por su nombre y editar tanta metáfora.
Desde hoy mismo empezaré a trabajar en mi novela pornográfica para amas de casa, les prometo erotismo, sadomasoquismo y hasta voyerismo, quizás no encarnado en un multimillonario apuesto sino en un semental criollo letrado en las artes amatorias, potentado y paciente para, en nombre de la ficción, complacer a las amas de casa frustradas de todo el mundo.
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