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LAS MUJERES BONITAS SOLO TRAEN PROBLEMAS

Cinestimulante

Por Diego González Cruz

Recuerdo que una tarde, hace catorce años, un viejo del barrio al verme chorreando la baba por una niña de pelo liso y ojos color miel, se me acercó en una ocasión y me soltó una sentencia: “cuidado muchacho, las bonitas solo traen problemas”.

Y así fue, por descrestar a ese desgraciado amor de la adolescencia, un día intenté robarme unos patines en un supermercado y terminé recibiendo una golpiza a cargo de tres vigilantes de más de 1.80 metros de estatura.

Al viejo una noche la policía le cayó a su casa, se lo llevó esposado mientras una turba enfurecida le gritaba: “viejo verde”.

En muchas ocasiones he visto cómo la belleza de una mujer puede ser la causa de que muchos hombres estropeemos nuestras vidas y quedemos marcados para siempre.

A mi las mujeres bonitas me han dejado en la quiebra; me han puesto los cachos; han hablado pestes de mí a mis espaldas; me han dejado esperándolas durante horas en la entrada de un cine; me han tildado de egoísta, borrachín, perezoso y mal polvo; me han bloqueado de su Facebook; me han lanzado sartenes, materas, zapatos y todo lo que han encontrado a su mano; me han terminado por las razones más estúpidas (como olvidarme de lavar la loza o salir de noche con mis amigos) y días después me han restregado en la cara a sus nuevas parejas.

En cambio, las feas siempre han sido complacientes, cariñosas, puntuales en las citas y pacientes cuando soy yo el que llega con dos horas de retraso. Las feas son buenas madres, buenas amigas y amantes no exigentes. Dan sin pedir nada a cambio. Y algunas, sin yo pedírselo, me han dado dinero y hasta han propuesto mantenerme con tal de que me dedique de tiempo completo a hacer lo que más me gusta, dormir.

Y aun así, sigo prefiriendo a las mujeres hermosas. Suena superficial, lo sé, pero no me avergüenza.

Sin embargo, valga la pena aclarar que la belleza no es más que un empaque del que tarde o temprano termina uno por aburrirse sino hay algo detrás que la anime. Llámenlo ardor, chispa, veneno, actitud, o cualquiera de esas palabras que usamos para decir que esa vieja aparte de bonita tiene lo suyo.

A veces no dejo de pensar que la belleza que tanto nos hace perder la cabeza está sobrevalorada. Por su culpa existen mujeres como Amparo Grisales que quieren seguir desplegando un magnetismo sexual que ya no poseen.

La belleza en algunas mujeres no es más que una fatalidad del destino o una triste casualidad, y no como decía Cervantes: "La belleza del cuerpo, muchas veces es indicio de la hermosura del alma."

La única belleza que vale la pena admirar es aquella que pasa desapercibida, y no la que se jacta de si misma.

Recuerdo a Fontanarrosa: “No hay completa belleza. El tigre es hermoso, pero su orín es pestilente”.

Y no soporto a las feas porque se entregan a cualquiera por temor a quedarse solas.

Frente a esto, no me queda más que agradecerle a dios la existencia del porno. Y mientras pueda pagar un internet de banda ancha seguiré viéndolo hasta que me salgan ampollas en las manos. 

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