
FÚTBOL, FÚTBOL, FÚTBOL
Por María Ximena Pineda
El 2014 será el año del circo. Además del risible espectáculo político que nos deleita con una lista de candidatos a la presidencia floja, anticonceptiva y apocalíptica, para colmo de males se nos cae un bulto de fútbol encima que pesa como un yunque.
Los caballeros estarán felices y gran cantidad de damas también por el goleador acontecimiento, pero quienes odiamos este placebo con guayos venimos resintiendo el monotema que acapara los periódicos, la televisión, las redes sociales y hasta las carteleras comunales de los conjuntos cerrados.
Hasta el todopoderoso Uribe, capataz casi vitalicio de este rancho, ha perdido protagonismo gracias a la rodilla de Falcao. El fútbol nos invadió, señoras y señores. Ir por la calle creyendo que la Copa Postobón es una gaseosa con envase deluxe es un despropósito para la recua futbolera que, esta vez, lleva las de ganar.
Desde el año pasado, todo está ocupado en Brasil: los resorts más exclusivos y las pensiones más sucias y nauseabundas. Todo. El mundo entero se va a ir a vivir al país carioca, movidos por la fiebre mundialista. Quien pensaba irse de vacaciones a Río o a Salvador de Bahía se jodió, a menos que sea multimillonario.
Es tal la fiebre futbolera que las agendas de los medios de comunicación han desplazado a su diva “la política” para cubrir temas de vital importancia con respecto a rodillas, culos, muslos y demás asuntos prioritarios de nuestros futbolistas.
Hasta telenovela de fútbol tenemos ya. Están grabando una segunda temporada con personajes estelares como Lady Noriega y Bolillo Gómez. Además, las redes sociales nos bombardean con fútbol desde la mañana hasta la noche. Hay cientos de cibernautas editando sus propias versiones del video de Hitler emputado por la falta contra Falcao, por la defensa de millonarios, por los equipos suertudos que tienen que jugar contra Costa de Marfil o Japón para clasificar a la segunda ronda del mundial.
¿Y Pekerman? No es un pájaro, no es un avión… es peker-man, el superhéroe de la hinchada muisca… ¡Y es argentino! Si no fuera por el mierdero que hay con la alcaldía de Bogotá yo creo que ya le hubieran hecho un busto en algún parque del barrio El Campín.
Yo no sé ustedes, queridos odiadores del fútbol, pero yo ya estoy hasta la vena várice de esta fanaticada amarilla, brutal e infame para los ojos de cualquier enguayabado. No respetan festivo, vacación ni ley de garantías. Acaparan la publicidad –aun en época de elecciones. Se ponen trascendentales y hacen pronósticos futbolísticos como si fueran Nostradamus, cantando victoria antes de ensillar las bestias. Por mi parte, colegas antifútbol, movida por el terror del furor futbolero colectivo que se erigirá durante el próximo mundial, me uniré a la horda. Creo que es la decisión más salomónica. Me mimetizaré dentro de la recua armada de vuvuzelas, cantaré goles a ritmo de William Vinasco CH y su hijo Williamcito, le echaré la madre al árbitro y preguntaré qué es el fuera de lugar. Si no puedes contra el enemigo, únetele. No me esperan tiempos buenos. Es que peor, sí es posible.